Valeria Armas

When she was Obsessed


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      —¿Hay alguna forma de cambiar los grupos?

      Insolente.

      —Lo dije muy claro, señor Cooper —dice River, aun ojeando sus anotaciones, pero no dando paso a aceptar la equivocación—. Los grupos son fijos hasta el fin del semestre.

      —Estoy muy seguro de que este no era mi grupo. En el sorteo…

      River lo interrumpe y, por primera vez en mi vida, quiero hacerle cariño a ese bigote canoso.

      —Qué más da el orden de los grupos, la idea es sociabilizar con tus compañeros y cumplir las metas de este taller.

      —Hay compañeros con los que no quisiera sociabilizar —dice Loann, en un tono molesto, de fastidio, odioso y nefasto.

      Me encojo en mi asiento. Tomo otra gran respiración y me acomodo erguida en mi asiento.

      —Estoy de acuerdo con Loann, profesor —River me observa por encima de sus anteojos y Loann clava su mirada en mí mientras enarca una ceja; hago lo mismo y continúo—. Personalmente, no quiero sociabilizar con Cooper.

      River se saca los anteojos y los limpia con su camisa desfajada.

      Por su gesto sé que está a punto de decir algo muy similar a: “Pues se joden”.

      —Lo lamento mucho, el grupo está formado y si tienen algún conflicto interno, pues soluciónenlo como las personas de su edad. ¡Son futuros médicos! —dice exaltado—. Sean profesionales y dejen las niñerías de preparatoria. Y con esto quiero advertirles a todos que no toleraré más reclamos. Si no quieren llevar este taller, la puerta está abierta.

      Loann se mantiene en silencio y con los labios fruncidos. No dice una palabra más hasta que River termina su clase diciendo:

      —Mañana por la tarde he organizado todo para que puedan ir por su animal asignado. No olviden revisar sus correros con la información y dirección exacta. Hasta la próxima clase, jóvenes.

      Cuando todos guardamos nuestras libretas en los bolsos y mochilas, Disney y Loann se colocan a un lado del marco de la puerta. Puedo oírlos desde aquí, así que tardo un poco más de lo normal en guardar mis cosas.

      Ella le habla de un viaje y él parece no estar muy de acuerdo con ello. Después de unos segundos, mi mirada se choca con la de Disney. Tomo mi móvil y finjo buscar algo antes de salir del aula.

      —¿Todo bien, mi amor? Creo que el anuncio de los grupos te dejó molesto —empieza a decir, con esa voz chillona tan fastidiosa.

      —De bien, nada. Será una completa tortura —suspira y se toca el puente de la nariz—. Puedo manejarlo, no le demos mucha importancia a eso.

      Mi pecho se comprime.

      “No le demos mucha a importancia a eso”.

      Pues “eso” me costó dinero, idiota. Si no supiera que tu concepto de mí está basado en lo que hablan en los pasillos, te odiaría. Pero no puedo, porque me encantas y voy a demostrarte que esta versión que crees ver, no es la verdadera y más sensacional parte de mí.

      Quinto Intento

      Unos cuantos botes de pintura, un pincel y un lápiz para dibujar, parecen no tener mucha relación con mis tacones rosas y carteras Tommy, pero eso no significa que no pueda utilizarlos.

      Ninguno de mis amigos es consciente de que me encanta pintar, solo Larry. He mantenido este pasatiempo a oscuras desde la secundaria porque no era “cool” y no me aportaba en nada para conseguir entradas a las fiestas clandestinas de mis compañeros de clase. Sin embargo, eso no ha impedido que día a día mi gusto por las pinceladas aumente. A medida que el tiempo ha transcurrido, me he vuelto mucho más segura en cada uno de mis trazos y he aprendido nuevas técnicas gracias a las clases que he tomado a escondidas en vacaciones.

      Ahora trabajo en mi segundo retrato. Desde hace unos años, empecé a pintar rostros solo por la necesidad de probar nuevas técnicas. Después de que las obtuve, me aventuré a retratar el rostro de Loann Cooper. Ahora mis pinturas solo lo tienen a él como personaje principal. Y sé que puede considerarse algo raro debido a que él no muestra ningún interés en mí, pero… es mi forma de liberar mis emociones.

      Soy consciente de que para Loann mi apatía está puesta sobre la mesa. Cree que estoy jugando con él y su noviecita, y no lo culpo por ello. Mis sentimientos siempre han estado ocultos y jamás he demostrado un sincero interés por él. Así que para Loann, esto debe resultarle muy extraño.

       Sin embargo, tengo motivos claros para no demostrarlos. Quiero que se enamore naturalmente de mí y de todo lo que involucra ser yo. Defectos y virtudes. Todo. Mis sentimientos son solo mi as bajo la manga. Sé que será difícil, pero no me preocupo. Nunca he sido una cobarde y siempre he preferido intentarlo a vivir arrepentida.

      ¿Han oído esa frase de lo que pudo ser y no fue? Pues es mi mantra de vida.

      Hace unos meses, ambienté un espacio en el viejo estudio de mi madre para poder trabajar con comodidad. Ella solía utilizarlo para sus trabajos como correctora en una editorial de la ciudad. Hace un año consiguió un lugar dentro de las instalaciones de su trabajo, debido a que le quedaba más cerca y no tenía que llevar todos los manuscritos a casa. Ahora el estudio se ha convertido en mi lugar preferido de esta casa. Quizás no está decorado elegantemente como los demás espacios y no tiene nada costoso en las paredes, pero tiene lo necesario para que me sienta en libertad.

      ¡Libertad! Tal y como exclamó William Wallace en Brave Heart.

      Mientras trazo las primeras pinceladas sobre el boceto, he dejado la radio en una emisora de baladas antiguas. Me gusta pintar mientras escucho música al azar porque me resulta placentero sorprenderme cuando tocan una canción que no había escuchado hace mucho tiempo. Justo ahora suena uno de los éxitos de Roxette: “I must have been love”. Dejo que la música me relaje y que mi cabeza se balancee al compás de esta al mismo tiempo que hago las pinceladas. Sé que me llevará un poco de tiempo terminar mi segundo retrato de Loann, pero soy optimista. Pintar con sentimientos tan fuertes como el amor y el desamor siempre han sido la clave del éxito para las obras de arte.

      El tiempo en el viejo estudio de mamá pasa como si fueran segundos. Solo los golpecitos en la puerta hacen que mi concentración se rompa. Le echo un ojo al viejo reloj de la pared y me sorprendo al ver que son las siete de la noche. He estado sumergida en mi trabajo más de dos horas.

      Corro hacia la puerta, abro y encuentro el rostro amable de mamá mientras sostiene una taza de chocolate.

      —¿Interrumpí? —me pregunta, encogiendo los hombros.

      —No te preocupes, acababa de terminar —froto mi nuca para aliviar el dolor de mi cuello.

      Mamá ingresa y observa maravillada todo lo que he hecho en el estudio.

      Cuando recuerdo que el retrato sobre la mesa está expuesto, me sonrojo y corro a cubrirlo con una sábana blanca que encuentro en el camino. Mamá mueve el dedo índice en círculos, parece una adolescente jugueteando con su mejor amiga. Es la parte que amo de mamá.

      —¿Qué ocultas?

      Muerdo mi labio inferior. No me gusta ocultarle cosas a mamá. Desde que se divorció de mi padre, prometimos ser inseparables y eso incluía tenernos absoluta confianza, pero el tema de Loann es algo que no quiero que sepa. Tal vez no lo tome de la mejor forma.

       —No es nada —me limito a responder.

      Mamá es curiosa, agita su rubio cabello hacia un costado y se cruza de brazos.

      —Es un muchacho, ¿cierto?

      Mis mejillas se sienten calientes. Titubeo un poco y luego trato de sonar casual para no despertar más su curiosidad.

      —Es solo un paisaje más —respondo sosamente.

      —Defne...

      —Hablo en serio, mamá —mi vista se clava sobre el retrato cubierto por la sábana