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Autorretrato de un idioma


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la lengua común de una España ideal, el prólogo puede ser más explícito en el modo en el que la lengua castellana puede imponerse en otros territorios.

      Tras la conquista de Granada, esta España de signo castellano desde un punto de vista lingüístico y político ha recuperado su esencia tras más de siete siglos y está lista para constituirse en el imperio heredero de la translatio imperii, una concepción medieval según la cual los imperios nacen, crecen, desaparecen y dan lugar a un nuevo imperio siempre en progresión cronológica y territorial hacia el oeste. En agosto de 1492 pensar en una expansión americana era obviamente imposible, pero territorios como el norte de África e Italia se presentaban como muy buenos candidatos.6 Ahora bien, este proyecto de expansión imperial acompañado de una imposición lingüística no se podía naturalizar en el contexto de 1492. La prueba la tenemos en la poca influencia directa que el prólogo de Nebrija tuvo antes del siglo XVIII, aunque esta ideología se mantuvo latente, como se puede observar en la obra de Bernardo de Aldrete, Del origen y principio de la lengua castellana ò romance que oi se usa en España (1606). La ideología lingüística y política de Nebrija en el prólogo se mantuvo en sus obras en latín y, en ese sentido, su ideología se aproxima a la del humanista italiano Lorenzo Valla, quien en su De linguae latinae elegantia (1471) afirma que, aunque el Imperio romano haya caído, el latín continúa siendo la lengua de cultura por excelencia. Nebrija saca provecho de esta idea y, al igual que los Reyes Católicos, utiliza el latín para ensalzar al imperio español principalmente en el exterior. Es así que Nebrija corrige a Valla y muestra que el latín todavía tiene un papel importante, siempre y cuando sea una lengua que acompañe al imperio de una España que se está haciendo ideológicamente. Tanto el castellano como el latín son compañeras del imperio, cuyo objetivo es imponer sus leyes y su lengua.

      1NEBRIJA, Antonio de (1980 [1492]): Gramática de la lengua castellana. En: Antonio Quilis (ed.), Clásicos para una biblioteca contemporánea, Literatura 3. Madrid: Editora Nacional, 97-102.

      2Cfr. Martínez 2015: 51-69.

      3Cfr. Rojinsky 2010: 93-136.

      4Cfr. Navarrete 1994: 15-31.

      5Cfr. Woolard 2007: 131-136.

      6Cfr. Lledó-Guillem 2008: 37-49.

      3. Los col·loquis de la insigne ciutat de Tortosa, de Cristòfol Despuig (1557)1

      Comentario: Vicente Lledó-Guillem

      Don Pedro: Sí, que los valencianos de aquí de Cataluña han salido y los linajes que de aquí no tienen el principio no los tenemos por tan buenos, y la lengua, de Cataluña la tenemos, aunque por la vecindad de Castilla se ha trastornado mucho.

      Fabio: Y, amigo, ¿no decís que fue conquistada por el rey don Jaime de Aragón? ¿No intervinieron los aragoneses en la conquista?

      Don Pedro: Sí, pero las fuerzas y potencia principal, toda o casi, era de Cataluña y por eso se reservó allí la lengua catalana y no la aragonesa. Con todo, no dejaron de permanecer allí también algunos linajes de Aragón y de otras partes importantes, que hoy aún se encuentran allí.

      Fabio: Otra razón de Pedro Antonio Beuter para que haya quedado en Valencia la lengua catalana, que dice que por cierto número de doncellas que allá fueron llevadas desde Lérida para poblar la ciudad, empezó la lengua catalana, porque las criaturas más aprenden de las madres que de los padres.

      Don Pedro: Ya sé que esto escribe Pedro Antonio, pero no tiene fuerza la opinión suya porque aquellas doncellas no poblaron sino solo Valencia y la lengua catalana quedó y se extendió por todo el reino como por hoy se habla desde Orihuela hasta Traiguera. Y así no puede cuadrar lo que él dice, sino que es verdaderamente lo que yo digo, que es cosa cierta que en aquel tiempo, no solo el rey, sino todos los escritos del rey hablaban catalán y así pudo quedar la lengua catalana y no la aragonesa.

      Livio: Que no hay que dudar esto; y lo mismo fue en la conquista de Mallorca que hizo el mismo rey; y en Menorca y en Ibiza, que después se conquistaron, fue lo mismo; que en todas estas islas quedó la lengua catalana como aún hoy la tienen, y tal como la tomaron al principio porque no han tenido ocasión de alterarla como los valencianos; y en Cerdeña, la cual conquistó el infante don Alfonso que después fue rey de Aragón, tienen también la lengua catalana; bien que allí todos no hablan catalán, que en muchas partes de la isla retienen aún la lengua antigua del reino, pero los caballeros y las personas de primor y, finalmente, todos los que negocian hablan catalán, porque la catalana es allí cortesana.

      Don Pedro: No sé yo por qué, a la verdad, no es tan codiciada la lengua catalana, y la aragonesa se tiene por mejor por parecerse más a la castellana.

      Livio: En nuestros días sí, mas en tiempo atrás no la tenían sino por muy grosera, como a la verdad lo era, y por eso tenida en menos que la de aquí. Pruébase con que los reyes, aunque tomaban el apellido de Aragón, no por eso hablaban aragonés, sino catalán, y hasta el rey don Martín, último rey de la línea masculina de los condes de Barcelona, hablaba catalán. Y el padre de este rey, que fue don Pedro Tercero, la crónica que compuso de las gestas de su abuelo, su padre y suyas, en lengua catalana la compuso y de su propia mano se encuentra hoy escrita en el Real Archivo de Barcelona, copia de la cual tiene puesta Pedro Miguel Carbonell en la crónica que de Cataluña tiene hecha.

      Más aún, os diré una cosa para abonar mi razón que, por cierto, es de ponderar, y es que en Aragón, en toda la frontera del reino con Cataluña y Valencia, no hablan aragonés, sino catalán todos los de la frontera, dos y tres leguas dentro del reino, y dentro de Cataluña y Valencia, en esta frontera no hay memoria de la lengua aragonesa. Esto pasa, en verdad, así como lo digo, y de aquí viene el escándalo que yo tomo al ver que hoy tan absolutamente se abraza la lengua castellana, incluso dentro de Barcelona, por los principales señores y otros caballeros de Cataluña, acordándome de que en otro tiempo no daban lugar a este abuso los magnánimos reyes de Aragón. Y no digo que la castellana no sea gentil lengua y por tal tenida, y también confieso que es necesario saberla las personas principales porque es la española que en toda Europa se conoce, pero condeno y repruebo el hablarla ordinariamente entre nosotros porque de eso se puede seguir que poco a poco se quite de raíz la de la patria, y así parecería ser por los castellanos conquistada.

      Don Pedro: No estoy a mal con lo que dice, que por cierto, ya comienza a pasar de la raya este abuso; tanto y más que aquí, allá en Valencia entre nosotros. Yo tendría por bien que se considerase por todos esto.

      Fabio: Yo tengo por imposible el remedio […]

      …

      Los Col·loquis de la insigne ciutat de Tortosa, escrita por el noble tortosino Cristòfol Despuig, fue publicada en el año 1557. La fecha es muy significativa porque, un año antes, el emperador Carlos I de España y V de Alemania (r. 1516/1519-1556) había abdicado la Corona en su hijo Felipe II de Habsburgo (r. 1556-1598), en cuyo reinado el conflicto entre el modelo federalista y el modelo centralista para el Imperio español se intensifica, especialmente con la revuelta de Flandes de 1566, en la que se plantea la cuestión de dirigir el imperio de acuerdo al modelo centralista y nacionalista castellano, como apoyaban las familias Alba y Zapata, o bien adoptar una posición federalista, tal como defendía la familia Mendoza, que estaba representada en la corte por el príncipe de Éboli y Ruy Gómez de Silva. En realidad, el debate sobre cómo organizar el Imperio español se había iniciado en la primera mitad del siglo XVI.

      Si bien se considera que España como Estado moderno nace con la unión dinástica entre la corona de Aragón y Castilla en 1479, esta nueva unión política no alcanzó un nivel de centralismo similar al de otras monarquías de la época como Francia o Inglaterra. Carlos V había seguido el modelo federalista de la corona de Aragón y además tuvo que defender el legado de los Reyes Católicos: la unión de Castilla y la corona de Aragón, la limitación del poder de la nobleza y la imposición de la autoridad real en todo el territorio tras la revuelta de las Germanías en la corona de Aragón (1519-1523), principalmente en el reino de Valencia, y la de los comuneros en Castilla