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Historia crítica de la literatura chilena


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a la vez tensionadas por dinámicas mundializadas, regionales y locales que particularizan y otorgan características específicas a dichas experiencias. Chile fue un margen significativo, un borde que resultaba central al dominio colonial hispanoamericano.

      En este contexto, la fijación y circulación de saberes, así como las relaciones de poder –incluyendo las que se organizan en torno a la cultura escrita– permiten identificar y situar a los sujetos en la compleja trama de la constitución de sus identidades.

      Hemos articulado el argumento de este capítulo en dos grandes periodos que tienen como pivote los años en torno a 1655. Un hito central en este recorte lo constituye, evidentemente, el levantamiento general mapuche iniciado en 1655 durante el criticado gobierno de Antonio de Acuña y Cabrera (que se extendió de 1650 a 1666). Significativos en otros planos del proceso histórico son la ocupación holandesa de Valdivia en 1643 bajo el mando de Elías Herckmans; la publicación en Roma de la Histórica Relación del Reino de Chile del padre Alonso de Ovalle en 1646; el terremoto que destruyó la ciudad de Santiago en 1647; y el terremoto y salida de mar de 1657 que arruinó Concepción. Como se verá en el texto, este punto de inflexión también es desbordado por las dinámicas analizadas.

       2. Primera parte: desde los inicios del siglo XVI hasta 1655

       2.1. Espacios: el topónimo, la gobernación y el Chile histórico

      La llegada de la hueste de Diego de Almagro (1475-1538) al valle de Copiapó en 1536 marca el comienzo del despliegue del dominio hispano en Chile y constituye el primer hito en la conformación de la sociedad colonial en estos territorios. Esta afirmación presenta una secuencia significativa de acontecimientos que puede resultar familiar y, por lo mismo, evidente. Contra esa primera impresión, estas ideas merecen ser revisadas.

      Lo anterior por varias razones. Por una parte, porque la hueste que encabezó Almagro para la conquista de la gobernación que le había concedido el rey Carlos I (1500-1558) solo puede entenderse en el marco de dinámicas anteriores. Entre ellas, puede mencionarse la ampliación de los circuitos de navegación y comercio ibéricos a lo largo de todo el siglo XV; el ensayo y establecimiento de las primeras relaciones coloniales con territorios que se reconocerán como distantes y diferentes –que conectaron el Atlántico africano y americano, y luego, América con el Pacífico oriental–; la vertiginosa institucionalización del Imperio hispano y algunas de sus prácticas de conquista y organización espacial y social en contacto con las sociedades mesoamericanas; y el ciclo que conocemos como la conquista del Perú. Con este último nombre se recubre, a su vez, procesos diferentes, como la incorporación del territorio del Tawantinsuyu, y la declaración de la condición de vasallos hispanos de sus habitantes por efecto de acciones militares y de alianza y negociación con las élites gobernantes de dicho Imperio, en el marco de conflictos agudos entre inmigrantes cristianos –a los que con el tiempo conoceremos como españoles– y entre estos y la Corona.

      Pero para comprender las características de la invasión hispana a Chile y del espacio y la sociedad colonial en formación hay que tener también en consideración otra dimensión: la de las sociedades indígenas que ocupaban, porque les era propio, el territorio «descubierto» por Almagro. Acá deben considerarse cuestiones claves, tales como el dominio inka que se impuso en estos territorios varias décadas antes del arribo de los españoles y el despliegue de sus prácticas de interacción con las sociedades que caían bajo su dominio. La incorporación al Tawantinsuyu

      –organizada en torno a un núcleo central que se estableció en el valle del Mapocho– precedió la incorporación al Imperio hispano, y la concepción de los inkas acerca de las redes de circulación, las formas de asentamiento, las prácticas productivas agrícolas, mineras y de fabricación de bienes para el intercambio, modularon también la temprana organización colonial en la gobernación de Chile. Hacia el sur de la cuenca de Santiago, límite meridional del espacio de acción e influencia del Tawantinsuyu, habitaban sociedades mapuche que compartían una misma lengua con las del valle central, aunque se distinguían de estas por una ocupación dispersa del territorio que les era propio en base a unidades socio-políticas que podían ampliarse o fragmentarse según los contextos, en particular el de guerra, lo que marcó también las formas de la primera conquista y colonización. Al este y al sur de estos espacios habitaban otras sociedades, que quedarían durante varios siglos en las fronteras de la expansión y el dominio colonial, con excepción de unos pocos enclaves.

      Algunas palabras sobre el topónimo. Chile, antes de ser Chile, fue la peligrosa y desconocida costa que avistaron en 1519 las naves que acompañaban a Hernando de Magallanes (1480-1521). Sus principales accidentes geográficos fueron bautizados, con evidentes motivaciones taumatúrgicas, como cabo Hermoso, cabo Deseado, cabo las Vírgenes, y puerto de la Concepción. Hoy podemos decir que se trataba de la travesía de un estrecho, posteriormente incorporado a la gobernación de Chile, que permitió cruzar desde el Atlántico al Pacífico y continuar la expedición que sería conocida como la primera circunnavegación del mundo. A la postre, este territorio se incorporó al dominio hispano como parte de la gobernación concedida a Pedro de Valdivia cuando esta se ampliara en 1554.

      Entre ambas fechas –1519 y 1554– ha de ubicarse la gestación de la expedición encabezada por Diego de Almagro hacia el sur del Tawantinsuyu o Collasuyu. Al salir del Cuzco, en julio de 1535, Almagro no parte a «Chile», sino «hacia el Estrecho», a la conquista de la gobernación que el año anterior había recibido de parte del monarca al sur de la jurisdicción otorgada a Francisco Pizarro (Medina CDIHCh, Primera Serie, tomo IV).

      Habrá que esperar el regreso al Perú de los despojos de la hueste de Almagro para que «Chile» aparezca en el relato hispano de la conquista. Almagro regresa de «Chile», y «Los de Chile» es la expresión que se acuña para referir a los españoles que lo acompañaron en su malograda expedición. «Los de Chile» combaten junto al Adelantado en la batalla de las Salinas, y muchos acompañan a su hijo Diego el Mozo (1522-1542) en su rebelión contra los Pizarro y la lejana monarquía, expresada en el virrey Cristóbal Cabeza de Vaca (1492-1566) (Bernand y Gruzinski 435-460). En la expresión «Los de Chile», «Chile» es antes una experiencia compartida por un grupo de personas que un lugar geográfico. Se trata de la hueste que había recibido el apelativo de «La Flor de las Indias» a su salida del Cuzco (Fernández de Oviedo tomo IV, 258), cuyos infortunios terminaron por traerla de vuelta pobre, harapienta, descorazonada. «Chile», como lugar en el orbe, estaba simplemente «hacia arriba» o «hacia el Estrecho», y era el escenario de los infortunios relatados, en particular en relación con la cordillera21.

      Fruto de esa secuencia histórica, las expresiones «Chile» y «las provincias de Chile» se hacen frecuentes entre quienes volvieron a este territorio con Pedro de Valdivia (1497-1553) a partir de 1540. Dos cosas han de decirse al respecto: además de un topónimo que denota, la expresión evoca ideas, experiencias, expectativas, es decir, connota. Por otra parte, aquello que se nombra es cambiante, a veces difuso, a veces contradictorio (Vega 2014).

      Un primer modo de acercamiento a este problema es por medio de la secuencia de definiciones abstractas contenidas en las jurisdicciones definidas por el Rey y sus representantes a ambos lados del Atlántico, con el fin de asentar el dominio de la Corona en la América meridional. En 1554 y 1555 se llegó a una delimitación de la Provincia de Chile o Gobernación de Nueva Extremadura, la cual se reconoció como una extensa franja norte-sur cuyo inicio se fijaba en Copiapó y que terminaba en el Estrecho. El límite oriental se definió en 100 leguas medidas desde la costa del mar Pacífico hacia el este. Como antecedente jurisdiccional quedaba la gobernación de Nueva Toledo, concedida por la Corona a Diego de Almagro en 1534, y la cédula concedida a Pizarro en 1537 para la conquista y población de «Nuevo Toledo e las provincias de Chili, de donde había vuelto Almagro», que había sido la base de la organización de la expedición de Valdivia22.

      Siendo este el marco jurisdiccional, lo que uno puede reconocer como el espacio de Chile históricamente constituido en el transcurso del siglo XVI es en cambio algo diferente. No solo porque en la década de 1560 se creó la Gobernación de Tucumán