llevamos a cabo investigación empírica cualitativa acerca de la manera en que se conduce el discurso argumentativo oral y escrito en prácticas argumentativas específicas. Así por ejemplo, Rob Grootendorst, Sally Jackson, Scott Jacobs y yo conseguimos revelar la existencia de un patrón estándar de confrontación. Con ello mostramos que este tipo de investigación nos permite hacer afirmaciones teóricamente pertinentes y empíricamente fundadas sobre el contenido, función y estructura de intercambios argumentativos (van Eemeren, Grootendorst, Jackson & Jacobs, 1993).
En el proyecto sobre indicadores, Peter Houtlosser, Francisca Snoeck Henkemans y yo nos propusimos examinar las claves para reconstruir sistemáticamente las jugadas argumentativas mediante investigación empírica cualitativa (van Eemeren, Houtlosser & Snoeck Henkemans, 2007). Nuestras metas centrales fueron identificar palabras y expresiones que usan los argumentadores para indicar las funciones de las diveras jugadas que hacen en un discurso argumentativo, clasificar esas jugadas de acuerdo con las funciones argumentaivas que pueden tener en las diversas etapas del proceso resolutorio y determinar bajo qué condiciones cumplen esas funciones. Los indicadores de las funciones de las jugadas argumentativas que examinamos incluyen la manera en que se presentan las jugadas, la manera en que la otra parte reacciona a ellas y la manera en que la primera parte responde ante esas reacciones.
En el proyecto sobre indicadores hicimos uso de “perfiles dialécticos” que especifican los tipos de jugada que pueden ser instrumentos para la realización de tareas específicas de los discutidores en un punto particular de la discusión y las “rutas dialécticas” en que se incluyen tales jugadas.13 Las rutas dialécticas son especificaciones de las diversas series de jugadas analíticamente relevantes que pueden hacerse en tal o cual parte del intercambio argumentativo que exhibe el perfil dialéctico. Tomando los perfiles dialécticos relevantes como nuestro punto de partida, examinamos sistemáticamente las maneras en que las jugadas argumentativas se realizan en la realidad argumentativa.
Para establecer la conexión necesaria entre la teoría pragma-dialéctica y la realidad argumentativa, los pragma-dialécticos nos hemos dedicado desde mediados de la década de 1980 a la investigación empírica cuantitativa, con carácter experimental, concentrándonos inicialmente en hasta dónde en la realidad argumentativa hay factores propios de la presentación que facilitan o dificultan el reconocimiento de las jugadas argumentativas (por ejemplo, van Eemeren, Grootendorst & Meuffels, 1984, 1989; van Eemeren, Meuffels & Verburg, 2000). Nos enfocamos particularmente en rastrear reglas generales, rutinas y tendencias en la manera en que los argumentadores ordinarios identifican y evalúan las jugadas argumentativas. Después examinamos también las claves que el contexto proporciona para reconocer la argumentación indirecta. Juntos, los resultados de estos proyectos de investigación nos permitieron comprender a fondo el procesamiento real del discurso argumentativo, lo cual es necesario para dar una perspectiva realista al ideal crítico de la pragma-dialéctica y para desarrollar métodos adecuados con los cuales mejorar las prácticas argumentativas. Los resultados pueden también aplicarse, en el análisis del discurso argumentativo, a justificar las reconstrucciones analíticas que se hicieren.
A fin de determinar la validez intersubjetiva de los criterios pragma-dialécticos para una discusión crítica, se llevó a cabo un amplio proyecto de investigación bajo el nombre de “Concepciones de lo razonable”, en el que Bart Garssen, Bert Meuffels y yo concentramos nuestros esfuerzos por más de diez años en capturar la manera en que los argumentadores ordinarios evalúan las jugadas argumentativas. Esta investigación ha resultado en la exhaustiva monografía Fallacies and Judgments of Reasonableness (Falacias y juicios de razonabilidad, van Eemeren, Garssen & Meuffels, 2009 [no traducida aún al español]). Este estudio reporta aproximadamente 50 experimentos en los que presentamos a los participantes diversos fragmentos de discusión, construidos especialmente para el experimento, y en los cuales había a veces jugadas falaces y a veces jugadas no falaces de acuerdo con la teoría, y les pedimos que juzgaran si la última jugada argumentativa en cada fragmento era o no era razonable [véase para ejemplos de estos experimentos el cap. 6 de este libro]. Se examinaron diferentes tipos de falacia en el sentido de violaciones de las reglas de discusión crítica hechas a todo lo largo de las cuatro etapas de tal discusión.14 El propósito general de los tests era verificar hasta dónde los argumentadores ordinarios juzgan lo razonable de jugadas argumentativas de acuerdo con normas que corresponden a las expresadas en las reglas de discusión crítica. Con base en los impresionantemente consistentes resultados puede concluirse que, una y otra vez, los argumentadores ordinarios juzgan que las falacias que incluimos en los tests son jugadas no razonables en una discusión; y también que las argumentaciones no falaces con las que aquellas estaban en contraste eran vistas como razonables o incluso muy razonables.
Para responder a la pregunta de en qué sentido los resultados de este proyecto empírico son indicio del grado de validez intersubjetiva de las reglas de discusión correspondientes a la etapa de confrontación, la etapa de apertura, la etapa de argumentación y la etapa de conclusión que eran nuestro objeto de investigación, hicimos uso de la noción cuantitativa de tamaño del efecto, que indica con cuánta fuerza los participantes en el experimento discriminan entre lo no razonable o lo razonable de una cierta falacia frente a su contraparte no falaz. A mayor sea el tamaño del efecto, más fuerte es la discriminación, y a menor el primero, más débil la segunda. Hablando relativamente pues: a mayor el tamaño del efecto, más se prueba la pretensión de validez intersubjetiva. Las conclusiones globales que pueden deducirse de los tamaños del efecto en este proyecto de investigación son que, hablando en términos generales, las reglas de discusión crítica son en alto grado intersubjetivamente válidas y que las diferencias en cuanto al grado de validez intersubjetiva entre una regla y otra no son para nada espectaculares (van Eemeren, Garssen & Meuffels, 2009: 222-224). La conclusión general es pues que todos los datos obtenidos indican que las normas que usan los argumentadores ordinarios cuando juzgan lo razonable de las contribuciones a la discusión se corresponden bastante bien con los criterios pragma-dialécticos para una discusión crítica. Sobre la base de esta evidencia indirecta, podemos pues afirmar que dichas reglas son convencionalmente válidas, tanto cada una de manera individual como juntas en grupo.
4. La teoría pragma-dialéctica extendida
Una vez que la teoría estándar se hubo consolidado mediante el desarrollo de las herramientas analíticas requeridas y mediante el establecimiento de conexiones claras con la realidad argumentativa a través de la investigación empírica, tanto cualitativa como cuantitativa, la investigación pragma-dialéctica ha pasado de modelo ideal de una discusión crítica a las manifestaciones concretas de las multiformes prácticas del discurso argumentativo. A fines del siglo XX me propuse fortalecer la conexión con la realidad argumentativa de una manera nueva y fundamental al dar cuenta, dentro de la teoría, del “diseño estratégico” del discurso argumentativo (van Eemeren, 2010). El propósito de incluir una faceta novedosa pero inexplorada del discurso argumentativo en la teorización pragma-dialéctica era extender las herramientas analíticas y evaluativas de forma tal que se pudieran ofrecer reconstrucciones más profundas y evaluaciones más realistas del discurso argumentativo, y al mismo tiempo dar cuenta más completa de unas y otras.15
Considerando que para explicar el diseño estratégico del discurso argumentativo, junto a la dimensión dialéctica de razonabilidad característica de la teoría estándar, había que incorporar a la teoría la dimensión retórica de efectividad, invité a mi ex-alumno Peter Houtlosser a unirse al proyecto sobre “maniobrar estratégico” (van Eemeren & Houtlosser, 2002b). Como punto de partida tomamos el “predicamento argumentativo” en que se encuentra cualquiera de nosotros en el discurso argumentativo de la vida real, a saber que en cada jugada argumentativa el tratar de ser efectivos necesita ir siempre de la mano de seguir siendo razonables. Al hacer una jugada argumentativa, un argumentador busca lograr el efecto de que la audiencia acepte lo que dice al tiempo que mantiene su compromiso de ser razonable, tal como lo definen las reglas de discusión crítica. Debido a la tensión inherente en la búsqueda simultánea de estos dos objetivos, pensamos que se requiere “maniobrar estratégicamente” para mantener el equilibrio. En caso de que, buscando ser efectivos, los argumentadores descuiden su compromiso de ser razonables y violen una