comunicativos en respuesta a las exigencias institucionales de cada dominio. Estos tipos de actividad comunicativa han sido convencionalizados de acuerdo con las necesidades del macro-contexto institucional en cuestión (van Eemeren, 2010: 129-162).22
Es mediante el uso de “géneros” apropiados de actividad comunicativa,23 los cuales van desde la adjudicación y la deliberación hasta la disputa, que los tipos de actividad comunicativa son diseñados con el fin de realizar su razón de ser: el “propósito [point] institucional” que refleja aquella exigencia para responder a la cual ha surgido el tipo de actividad, por ejemplo, en el caso del debate parlamentario, el que se logre un buen apoyo para una decisión acerca de una propuesta de política. Para complicar las cosas, en ciertos tipos de actividad comunicativa la realización de su propósito institucional puede requerir que se activen juntos varios géneros de actividad comunicativa convencionalizada. Así, en una entrevista política, por ejemplo, encontramos que la deliberación se combina prototípicamente con la diseminación de información, todo ello para poder realizar el propósito institucional de ilustrar al auditorio o a los lectores (van Eemeren, 2015).
La manera en que los tipos de actividad comunicativa se convencionalizan a fin de realizar su propósito institucional puede ser explícita y estar altamente formalizada mediante reglas constitutivas y regulativas, como es, por ejemplo, usual en la adjudicación dentro del dominio legal. Por otro lado, la convencionalización puede permanecer en parte implícita y formalizarse en menor grado mediante algo así como reglas vagas, como suele ser el caso de la deliberación dentro del dominio político. Finalmente, la convencionalización puede llegar a ser completemente informal y reflejarse simplemente en ciertas prácticas establecidas, como es costumbre en el dominio interpersonal cuando dos seres humanos tratan de unirse compartiendo cosas personales.
El siguiente paso que tuvimos que tomar fue el de explorar las consecuencias que para la conducción del discurso argumentativo tiene el participar en un tipo comunicativo particular.24 El modelo ideal de una discusión crítica puede ser un instrumento para caracterizar las maneras particulares en que, dependiendo de los requerimientos institucionales específicos que deben cumplirse para realizar sus propósitos institucionales, se llena de contenido la dimensión argumentativa dentro de cada tipo de actividad comunicativa. Si tomamos las cuatro etapas de una discusión crítica como punto de partida, podemos identificar cuatro punto focales que necesitan tomarse en cuenta al caracterizar argumentativamente un tipo de actividad comunicativa. Se trata de contrapartes empíricas para cada una de las cuatro etapas en el marco de un discurso argumentativo contextualizado: la situación inicial, que corresponde a la etapa de confrontación, los puntos de partida, que corresponden a la etapa de apertura, los medios argumentativos y las críticas, que corresponden a la etapa de argumentación, y el resultado, que corresponde a la etapa de conclusión.25 Partir de tal división nos ayuda a determinar de qué manera exacta es que las etapas constitutivas del proceso de resolver una diferencia de opinion con base en los méritos argumentales se ven representadas en un tipo de actividad comunicativa.
Según el tipo de actividad comunicativa, se imponen restricciones extrínsecas a las posibilidades que tengamos de maniobrar estratégicamente. Por ello, a la hora de analizar y evaluar el maniobrar estratégico necesitamos tomar en cuenta el propósito institucional y la convencionalización del tipo de actividad comunicativa en que tenga lugar el discurso argumentativo. El propósito institucional y la convencionalización determinan juntos las “precondiciones institucionales” del maniobrar estratégico dentro un tipo de actividad comunicativa particular.26 Dado que una caracterización argumentativa del tipo de actividad comunicativa en términos de las contrapartes empíricas de una discusión crítica aclara la manera en que el discurso argumentativo se ha convencionalizado en servicio del propósito institucional del tipo de actividad, esta caracterización proporciona un punto de partida apropiado para rastrear metódicamente las maneras en que las posibilidades que tengamos de maniobrar estratégicamente se ven afectadas por el tipo de actividad comunicativa.
Como lo indica su convencionalización, dentro de un tipo de actividad comunicativa particular hay ciertos modos de maniobrar estratégicamente que se considerarán apropiados —o no apropiados, según sea el caso— para realizar el propósito institucional del tipo de actividad. Para los diversos tipos de actividad comunicativa, el rango de posibilidades de maniobrar estratégicamente puede variar en cada una de las contrapartes empíricas de las etapas de una discusión crítica. En algunos tipos de actividad comunicativa, por ejemplo, a los participantes se les dejará más espacio libre que en otros para que definan la situación inicial de acuerdo con sus propias preferencias. Parecida diversidad podemos encontrar en lo tocante a la elección de los puntos de partida procedimentales y materiales, los medios argumentativos y tipos de crítica, o bien los resultados del intercambio argumentativo. En cada caso particular los tres aspectos del maniobrar estratégico pueden verse afectados por la necesidad de cumplir con las precondiciones institucionales propias del tipo de actividad comunicativa de que se trate (van Eemeren, 2010: 93-127). Puede haber bien restricciones sobre la elección de tópicos aceptables, bien sobre la adaptación a la demanda del auditorio que se considera apropiada, bien sobre los dispositivos de presentación que se permitan. Aunque en principio estas restricciones limitan el maniobrar estratégico, habrá casos en que al mismo tiempo también se produzcan oportunidades especiales para maniobrar estratégicamente.
7. Precondiciones institucionales para el maniobrar estratégico y patrones argumentativos
Tras incluir el maniobrar estratégico en la pragma-dialéctica extendida incorporamos la dimensión contextual de los tipos de actividad comunicativa a la teoría con el fin de fortalecer aun más el vínculo entre la teoría y el estudio de la realidad comunicativa. Nuestro examen de las prácticas comunicativas se ha concentrado por razones prácticas en cuatro dominios comunicativos: (1) el dominio jurídico, que suele verse como el terreno de prueba de todo teorizar sobre la argumentación y que ha sido el punto focal de la investigación pragma-dialéctica desde la década de 1980; (2) el dominio político, que es vital para el uso de argumentación en la vida pública y central a la hora de despertar el interés de los legos por la teoría de la argumentación; (3) el dominio médico, que de la toma paternalista de decisiones por parte de los médicos ha transitado recientemente a la búsqueda del consentimiento informado basado en la argumentación; (4) el dominio académico, que está permeado por argumentación que a menudo, e incorrectamente, es considerada desde fuera como no problemática. Las metas generales de nuestra investigación es en todos los casos: (1) descubrir de qué maneras en tipos de actividad comunicativa específica las posibilidades de maniobrar estratégicamente se ven constreñidas por precondiciones institucionales; (2) detectar cuáles patrones argumentativos de puntos de vista, estructuras argumentativas y esquemas argumentales se ven estereotípicamente activadas en la realización del propósito institucional de tipos de actividad comunicativa específica en concordancia con las precondiciones institucionales.
Es característico del dominio jurídico que sus prácticas comunicativas se hayan en gran medida convencionalizado. Los puntos de vista procedimentales y materiales que definen la contraparte legal de la etapa de apertura de una discusión crítica están en general determinadas en gran medida por las instituciones en vez de que sea la deliberación mutua de las partes lo que las determine. Para identificar las restricciones específicas al maniobrar estratégico en esos tipos de actividad comunicativa, un pragma-dialéctico examina primero cómo caracterizarlos argumentativamente. Después intenta establecer cómo, en los diversos tipos de práctica legal, ocurre que las partes involucradas, incluyendo al juez, operan para conducir su discurso argumentativo y qué margen de libertad tienen para maniobrar estratégicamente (Feteris, 2009).
La investigación pragma-dialéctica acerca del dominio político inició con mi discusión del papel de la argumentación en la democracia (van Eemeren, 2002). En 2009, comencé un proyecto amplio de investigación con Bert Garssen para examinar las precondiciones institucionales para maniobrar estratégicamente en intercambios argumentativos al interior del parlamento europeo. Hasta ahora, nos hemos concentrado ante todo en el impacto de una precondición secundaria a la que llamamos “el predicamento europeo”: la convención, impuesta tácitamente a los miembros