Las tres hipótesis están conectadas de cerca con la visión teórica que tenemos de las relaciones entre argumentación y efectividad —en el sentido de ser convincente— que expuse con Grootendorst en Speech Acts in Argumentative Discussions (van Eemeren & Grootendorst, 1984 [trad. esp., 2013]).
18 Este tipo de investigación sobre efectividad constituye un complemento pragma-dialéctico de inspiración crítica respecto de la investigación al uso sobre persuasión (que no es dialéctica). La preferencia pragma-dialéctica por la etiqueta “investigación sobre efectividad” en lugar de “investigación sobre persuasividad” está motivada ante todo por el hecho de que, el término efectividad, a diferencia del término persuasividad no está exclusivamente conectado con la etapa de argumentación sino que pertenece también a las jugadas argumentativas hechas en otras etapas de la discusión, tales como proponer puntos de partidad en la etapa de apertura y formular el resultado de la discusión en la etapa de conclusión.
19 Véase el análisis de efectos “de interacción” (perlocutionary) en van Eemeren y Grootendorst (1984: 63-74) y en van Eemeren (2010: 36-39).
20 Tanto en el experimento original como en la réplica que llevamos a cabo a fin de estar en mejor posición de generalizar los resultados, los ataques abusivos directos se rechazaban consistentemente como jugadas no razonables en la discusión mientras que los ataques personales legítimos invariablemente fueron vistos como razonables. En cambio, los ataques abusivos “disfrazados” que se presentan como respuestas al uso incorrecto de la autoridad fueron juzgados como substanciamente más razonables que los ataques directos abiertamente falaces.
21 Utilizo el término institucional aquí en un sentido amplio, con lo cual no me refiero solo a las organizaciones establecidas del derecho, la administración y las escuelas, y mucho menos solo a las prisiones, las clínicas mentales y el ejército, sino que me refiero a todos los macro-contextos social y culturalmente establecidos en los que se han desarrollado, tanto de manera formal como informal, prácticas comunicativas convencionalizadas, e incluyo también las de la esfera interpersonal. Como Searle (1995), veo a las instituciones como sistemas para atender los derechos y deberes caracterizados por reglas socialmente construidas y sus correspondientes sanciones (van Eemeren, 2010: 129).
22 En pragma-dialéctica, los tipos de actividad comunicativa se definen como prácticas comunicativas cuya convencionalización está al servicio de las necesidades comunicativas específicas instigadas por las exigencias institucionales de un cierto dominio (van Eemeren, 2010: 139-145). El enfoque pragma-dialéctico se vincula con el “institucionalismo de elección racional” tal como lo practica el llamado Nuevo Institucionalismo. De acuerdo con Hall y Taylor, el institucionalismo de elección racional en el dominio político atrae nuestra atención hacia “el papel que la interacción estratégica entre actores juega en la determinación de resultados políticos” (1996: 951).
23 Fairclough caracteriza un “género” de actividad comunicativa ampliamente como “una manera socialmente ratificada de usar el lenguaje en conexión con un tipo particular de actividad social” (1995: 14).
24 Solamente cuando un tipo de actividad comunicativa es inherente, esencial o predominantemente argumentativa, o en todo caso cuando la argumentación por accidente juega un papel importante en ella, vale la pena hacer una caracterización argumentativa de ese tipo de actividad comunicativa.
25 Usar el modelo de discusión crítica como punto de referencia analítico en todos los casos no solamente sirve para garantizar una evaluación consistente y coherente de la dimensión argumentativa de todos los tipos de actividad comunicatuva, sino que también sirve para unificar la comparación de unos con otros. De esta manera la diversidad no es un punto de partida relativista, sino el resultado, basado en ver las cosas como son en realidad, de una comparación sistemática de las diversas manifestaciones de la realidad argumentativa.
26 La pragma-dialéctica distingue entre, por un lado, precondiciones institucionales “primarias”, las cuales tienen en general un carácter oficial, usualmente formal, y a menudo procedimental, y por otro lado precondiciones institucionales “secundarias”, las cuales no suelen ser oficiales ni formales y a menudo son substantivas (van Eemeren & Garssen, 2010, 2011).
27 Otros proyectos de investigación pragma-dialéctica se enfocan, por ejemplo, en las peculiaridades del discurso argumentativo en el parlamento holandés (Plug, 2010, 2011) así como el uso de argumentación pragmática en el contexto de debates legislativos en el parlamento británico (Ihnen Jory, 2010, 2012).
28 Van Eemeren y Garssen (2010, 2011) llaman a tales precondiciones institucionales que no son constitutivas, pero igual están indisolublemente vinculas con un cierto tipo de actividad comunicativa, precondiciones de segundo orden.
29 Cuando hablo de patrones argumentativos estereotípicos me refiero a patrones que son característicos del tipo de actividad comunicativa en que ocurren. Son característicos porque sirven para realizar el propósito institucional del tipo de actividad comunicativa. Es razonable pensar que en la práctica estos patrones argumentativos instrumentales se encontrarán de hecho en especímenes de ese tipo de actividad comunicativa; pero el que sean estereotípicos no significa que ocurran necesariamente con frecuencia en ese tipo de actividad comunicativa, mucho menos que siempre estén presentes. Si el lector piensa que el término estereotípico está demasiado fuertemente asociado con la idea de frecuencia absoluta o relativa, le pido que lo substituya por el término característico o algún otro que no conlleve ese sentido cuantitativo.
Capítulo 2
El papel de la lógica en el análisis y la evaluación de argumentos
Frans H. van Eemeren
1. Introducción
¿Cuál es la relación entre lógica y teoría de la argumentación? La respuesta a esta pregunta depende, por supuesto, en gran medida de la manera en que se conciban y definan la lógica y la teoría de la argumentación. Según se opte por conceptos diferentes de una u otra, se dará en pensar que no hay ninguna relación entre ambas, que son lo mismo, que la lógica es parte de la teoría de la argumentación, que ésta es parte de aquélla, o que es verdad alguna variante más compleja que cualquiera de estas alternativas. Reconociendo que se puede optar por una interpretación distinta a la mía, inicio mi intento de responder a la pregunta por la relación entre la lógica y la teoría de la argumentación con una indicación general de cómo entiendo una y la otra.
Plenamente consciente del hecho de que el término lógica se usa de otras maneras, me ajusto a la usanza moderna refiriéndome al estudio del razonamiento que se puede especificar con mayor precisión como lógica formal. Además, aunque sé que la lógica formal puede tomarse como cubriendo una empresa académica más amplia, cuando hable de lógica me estaré refiriendo al estudio de la validez formal de formas argumentales. De acuerdo con lo explicado en el capítulo introductorio del manual Fundamentals of Argumentation Theory (van Eemeren et al., 1996: 5-12), considero al estudio de la validez de las formas argumentales el “asunto medular” de la lógica. Afortunadamente no soy el único en adoptar esta perspectiva. El eminente lógico Johan von Benthem, para dar un solo ejemplo, caracterizó la