detener el trabajo que estaba haciendo para Dios. Pidió a sus familiares que fueran y prepararan su casa para enfrentar el huracán, pero ellos se negaron, pues cada uno estaría ocupado con su propia vivienda. Con todo, ella decidió permanecer en Colombia y encomendó su situación a Dios. Había invertido una gran suma de dinero en libros, que tenía almacenados en el sótano de su casa, lugar doblemente vulnerable en caso de inundación.
Fue así como en agosto de 2017 el huracán Harvey arremetió contra Texas con vientos de 215 kilómetros por hora. El martes 29 de agosto el área de Houston batió el récord de lluvias caídas en los Estados Unidos dos veces. Entre 30,000 y 40,000 viviendas quedaron destruidas. Cuando el Huracán se degradó a tormenta tropical, Houston tenía zonas enteras sepultadas bajo el agua. Todo era destrucción y muerte.
Entonces un vecino de Zulma la llamó y le dijo:
—Ahora todos tus vecinos tenemos la certeza de que tu Dios es grande y Todopoderoso. Nuestras casas se beneficiaron de la protección que Dios te brindó.
Nada le había pasado a la casa de ella, y ni uno solo de sus libros se mojó. ¿Sabes? @Dios hoy te dice: «Las bendiciones y la protección que te doy deben servir para que otras personas puedan conocerme y rendirse a mis pies». Eso sucedió con varios de los vecinos de Zulma. ¿Crees que Dios puede hacer lo mismo contigo?
19 de enero
No fue casualidad
«Te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro. ¡Su fidelidad te protegerá como un escudo!». Salmo 91: 4
Temprano en la mañana, aquel miércoles 19 de mayo de 1993 ella inició los preparativos para regresar a Colombia desde Panamá. «Ya es suficiente —se dijo—. Debo regresar». Pensó en sus familiares y en sus dos hijos. Se imaginó caminando por las calles de su pueblo. Le pareció maravilloso poder probar las comidas de su terruño y por supuesto, se visualizó el sábado en la iglesia con todos los hermanos.
Se aseó, desayunó y se dedicó a organizar el equipaje. Escogió la ropa de viaje, revisó el boleto por enésima vez, calculó la hora de salida hacia el aeropuerto y, a la hora prevista, tomó el vehículo hacia la terminal aérea. De pronto, todo se puso en su contra. Algunos imprevistos de última hora le impidieron salir de casa y cuando por fin logró salir, había un tráfico horrible. Ella miraba el reloj y le pedía al conductor que se apresurara. Pero su impaciencia no ayudó en nada. Cuando por fin llegó a la terminal ocurrió lo inesperado: aunque el avión se encontraba en la pista, el vuelo ya estaba cerrado. Rogó a las damas que estaban atendiendo, suplicó que la dejaran subir, que hicieran una excepción. Lloró de la rabia y amenazó, pero de nada sirvió. El vuelo partió a las 2: 05 de la tarde llevándose consigo la esperanza de ver a su familia.
Lloró todo el viaje de regreso a casa. Ahora el trafico se movía con libertad, como burlándose de ella. Pero mientras regresaba a casa algo estaba ocurriendo en el aire. El piloto reportó que se encontraba en Abejorral e inició el descenso hacia el aeropuerto de destino, pero en realidad se encontraban en otra localidad. Al descender, y por el mal tiempo, no vio que se dirigía de frente al cerro El Burro, en el municipio de Frontino, Antioquia, cuya altura es de 3,670 metros sobre el nivel del mar. El avión chocó de frente contra el cerro a unos 3,567 metros de altura, por poco menos de cien metros se pudo haber evitado la tragedia que acabó con la vida de 125 pasajeros y siete tripulantes.
¿Cuántas veces nos ha demostrado Dios que en la vida de sus hijos no existen las «casualidades»? @Dios desea que sepas hoy que él está al control de la vida de cada uno de nosotros. Encomiéndate a él y confía en su dirección.
20 de enero
Oración en la casa abandonada
«Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman». Romanos 8: 28
Desde muy joven, ella abandonó su hogar y se fue a recorrer el mundo. Desde muy joven, él lo dejó todo y se lanzó a conocer el mundo. Sin conocerse se unieron a la misma comunidad de gitanos para recorrer el país y viajar a diferentes lugares de feria en feria. Aprendieron a elaborar artesanías y ganarse el sustento con las ventas. En estas kumpanias, como se les llama a esos grupos, cada uno debe especializarse en algo para conseguir recursos.
Pero la vida de nómada es dura: llegar a una población, normalmente en épocas de feria, alojarse en residencias baratas, desempacar, armar cada uno de los puestos para ofrecer las mercancías o los diversos servicios. Pasar las noches de feria casi en vela para poder vender. Luego recoger todo y viajar a otro lugar y repetirlo todo de nuevo... Ella ya estaba cansada de esa vida, quería quedarse en un sitio fijo, casarse y tener una familia. Él también estaba hastiado de los viajes que ahora le parecían sin sentido. Ya no era el muchacho que había salido de su casa. Ahora quería estabilidad.
El grupo llegó al pueblo de turno y una noche, al final de la jornada, ella se arrodilló en una casa abandonada cerca de su puesto de ventas y le contó a Dios cómo se sentía y los planes que tenía. Una noche, al final de un arduo día de trabajo, él entró en la misma casa abandonada y le habló a Dios de su cansancio, de sus sueños y le pidió ayuda.
Cuando terminó la feria empacaron sus cosas, se fueron a sus respectivas posadas y durmieron. Durmieron tanto que cuando despertaron, el grupo ya se había marchado. Entonces él decidió quedarse, pensando que a lo mejor esa era la respuesta de Dios. Al otro día abrió su negocio y cuán grande fue su sorpresa al ver que una hermosa joven del grupo también se había quedado. Se hicieron amigos y al conversar se dieron cuenta de que tenían los mismos sueños y anhelos. Se enteraron de que habían estado en la misma casa abandonada orando a Dios y entendieron que el uno era la respuesta a la oración del otro. Unieron sus negocios y sus vidas. Allí asistieron a unas conferencias y aceptaron a Jesús como su Salvador personal. ¡Qué alentador es saber que Dios escucha nuestras oraciones! Si has encomendado tu vida al Señor camina confiado. El mensaje de @Dios para ti es: «Hoy puede ser el día que llegue la respuesta a tu oración».
21 de enero
«Él o yo»
«Todo el mundo los odiará a ustedes por causa mía; pero el que se mantenga firme hasta el fin, se salvará». Mateo 10: 22
Cuando conoció a Jesús, lo aceptó inmediatamente como su Salvador personal y le entregó su vida a través del bautismo. Lo hizo llena de gozo, pero la felicidad le duró poco. Su esposo la emplazó y le dijo:
—Debes elegir, o Cristo o yo.
Ella no podía creerlo. Le respondió que ahora que conocía a Jesús sería una mejor esposa y madre.
—Yo te amo —le dijo a su esposo— y a Jesús también. No hay conflicto en mi corazón.
Pero el esposo insistió en que debía definirse: o Jesús o él. No había otra opción.
—No podemos estar ambos en tu corazón —aseveró.
Ella oró intensamente para poder dar una respuesta a su marido y, cuando llegó el día, le dijo:
—Amor, hasta ahora he sido una muy buena esposa. Al aceptar a Jesús en mi vida me he propuesto ser mejor aún. Puedo amarlos a los dos, no debe haber competencia entre mi Salvador y tú. Dame la oportunidad de demostrártelo.
Pero él fue determinante.
—Él o yo, no hay más, elige.
—Siendo así —le dijo ella— prefiero a Cristo.
La separación fue muy dolorosa. Estuvo al borde de la depresión crónica. Así que hizo un pacto con Jesús: «Ayúdame a superar este dolor tan intenso, llena mi soledad, ocupa el vacío de mi corazón. Sé mi compañero y mi todo. Yo me dedicaré a servirte y a contarle a otros de tu amor». Cuando la conocí