su casa para siempre. Había entregado su vida a Jesús hacía apenas un mes. Como sucede en muchos desafortunados casos de ignorancia e intolerancia religiosas, su madre lo había puesto entre la espada y la pared:
—Escoge, o tu familia o ese tal Jesús.
Y él había escogido a Jesús. Así que lo echaron a la calle con lo poco que tenía, que cabía en una caja de cartón. ¿Qué harías en una situación así? Él no vaciló. Sabía que enfrentaría situaciones difíciles: por Cristo estaba perdiendo a su familia, un techo, el sustento diario y la posibilidad de estudiar. Apenas tenía 16 años, pero no sentía miedo. Así que se dirigió al templo donde unas semanas antes había sido bautizado. Volteó a mirar el rostro de su madre, sus hermanos, sus primos y sus tías. Los extrañaría. Y luego se marchó.
Pasó un año completo durmiendo en las bancas de la iglesia o debajo de ellas. En ese tiempo disfrutó la soledad con Dios a través de la oración en el tejado de la iglesia. Allí muchas veces lloró buscando la dirección del Señor. Un día, el joven que lo invitó a la iglesia se enteró de lo que le estaba pasando y decidió acompañarlo en las noches hasta que sus padres le preguntaron por qué estaba durmiendo fuera de casa. Al explicarles lo que le sucedía a su compañerito, ellos invitaron al joven a vivir con ellos. De esa manera pudo seguir estudiando, tener una nueva familia y hasta consiguió ropa nueva gracias a la generosidad de los hermanos.
Al terminar la escuela, sintió el llamado para irse a la Universidad Adventista a prepararse para ser un pastor. Estudió con mucho sacrificio durante cuatro años. Muchas veces vio cómo Dios proveyó recursos mediante donaciones de desconocidos. Al finalizar su preparación todos sus compañeros recibieron un llamado para trabajar, pero él no. Sin desesperar, esperó y oró hasta que la respuesta divina llegó y fue empleado para servir como pastor asociado en una iglesia.
Hoy, 38 años después, no me arrepiento de haber escogido a Jesús. Él me bendijo y, de una caja de cartón, pasé a tener una hermosa familia y un ministerio que me ha bendecido y ha beneficiado a la iglesia. Querido joven, Dios nunca falla, él siempre cumple sus promesas, lo he experimentado en mi vida (más adelante te contaré más sobre mi testimonio personal). Por eso hoy te digo: «Que nada te haga desistir de tu fidelidad a @Dios. Sé firme y constante a pesar de las dificultades que encuentres en el camino».
26 de enero
«Todo» significa «todo»
«Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre». Juan 20: 31, LBLA
Cada noche, el predicador insistía en la grandeza del amor de Dios, pero aquella noche lanzó una frase al auditorio que electrizó a todos los presentes:
–El amor redentor de Dios es tan grande que puede perdonar todos nuestros pecados, sin importar el tamaño de ellos.
Un hombre que esa noche asistía por vez primera se levantó de su asiento y, levantando la mano, preguntó:
—Señor, ¿puede hacerme el favor de repetir lo que acaba de decir?
—Por supuesto —dijo—. Acabo de decir que Dios puede perdonar todos los pecados de una persona sin importar el tamaño o la gravedad.
El hombre empezó a caminar por el pasillo del templo hasta llegar a la plataforma desde donde el evangelista presentaba la Palabra. Llevaba una mochila artesanal en sus manos, un sombrero vueltiao (prenda típica de las sabanas del Caribe colombiano). Se colocó frente al predicador y le preguntó:
—Lo que está diciendo ¿es verdad? ¿Hay pruebas en alguna parte?
—Las pruebas están escritas en este libro —dijo el pastor.
Acto seguido leyó Juan 20: 31: «Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre» (LBLA). Y añadió 1 Juan 1: 9: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (RV95).
Al instante las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de aquel caballero. Insistió:
—¿Cualquier pecado? ¿Incluso el asesinato?
—Sí, incluso el asesinato.
—¿Y si son muchos?
—Todo significa todo —replicó el ministro.
—Señor, si eso es así, yo quiero creer en Jesús y quiero ser perdonado. He asesinado a muchas personas.
Metió la mano en la mochila y sacó de allí un arma.
—Aquí está mi pistola, la entrego y entrego mi vida. Pídale a Dios que me perdone.
Aquella noche, ese señor nació de nuevo en Cristo Jesús.
¿Alguna vez has pensado en lo que quiere decir la Biblia cuando dice que Dios perdona todos nuestros pecados? Todos significa todos, sin excepción. @Dios hoy declara: «Si pude perdonar a Saulo el perseguidor, a Juan el orgulloso y al asesino de la historia de hoy, puedo perdonarte a ti también». Hay vida en Jesús. Acéptalo como tu Salvador personal y tu vida cobrará un nuevo sentido.
27 de enero
Invocar su nombre
«Pero todos los que invoquen el nombre del Señor, alcanzarán la salvación». Hechos 2: 21
Aprovechó que todos se habían ido a la casa de al lado para ver la telenovela de la tarde. Tomó un cuchillo de la cocina y se dirigió al dormitorio. Allí estaba la foto de su padre, que le habían tomado en el féretro. Entonces le habló:
—No quiero ser malo, no quiero matar, no soy capaz, no quiero ser como tú, ayúdame.
Matar era su destino, se lo había impuesto la vida. Por ser el hijo varón de mayor edad tenía que asumir la venganza por el asesinato de su papá. Así funcionaban las cosas en el clan familiar. Le tocaba la difícil tarea de acabar con la familia completa del hombre que le había disparado cinco veces a su padre. Por eso se marchó a la calle, se unió a una pandilla juvenil para aprender a manejar armas, adquirir valor y ejecutar la venganza. En la calle aprendió a robar, a asaltar y a abrir cualquier puerta. Allí se hizo fuerte, despiadado y resuelto. Le perdió el valor a la vida y también el temor al peligro. Ahora está en aquella habitación, experimentando desgracia, soledad y orfandad; y llorando desconsoladamente. Se sentía incapaz de tomar venganza. Pensaba que era mejor morirse. Por eso tenía el cuchillo en las manos. Se arrodilló, apretó el cuchillo y lo apoyó en el piso para dejarse caer sobre él. Eso lo había aprendido en la calle: directo al corazón para que sea una muerte rápida. Pero cuando sus glúteos tocaron sus piernas sintió algo en el bolsillo.
Hizo el cuchillo a un lado, y encontró una revista doblada varias veces para que pudiera caber allí. Entonces recordó el momento en que había recibido aquella revista de manos de una anciana mientras se disponía a asaltar un camión que distribuía desayunos escolares. Así que se sentó en el suelo y comenzó a leer. En la portada el titular decía: «Cómo gozar de paz interior». Eso era lo que necesitaba. El artículo finalizaba diciendo: «Si quieres gozar de paz, invita a Jesús a entrar en tu corazón». Entonces oró: «Señor Jesús, no sé quién eres, pero si eres real, entonces entra en mi corazón». Jesús entró y cambió su vida. Hoy, no importa tu situación, Jesús puede hacer lo mismo en ti. No importa si eres un delincuente o simplemente tu fe se ha enfriado, hay poder en invocar el nombre de @Jesús. Invítalo a entrar. Lo sé porque el joven de la historia de hoy era yo.
28 de enero
Fe en Jesús
«Lo que ha hecho cobrar fuerzas a este hombre que ustedes ven y conocen, es la fe en el nombre