Pedro J. Sáez

Emboscada en Dallas


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      —Pues que debemos hablar con Sassa. Y ahí tienes tú una labor fundamental.

      —¿Cuándo tienes que contestarles?

      —Tengo la segunda entrevista, eso sí, con preguntas y respuestas más concretas, a mediados de abril. Será con todo tipo de datos.

      —Entiendo. Hablaré con ella.

      —Por cierto, Heikki, ¿Seija sabe algo de todo esto?

      —No, y tendría que prepararla también.

      De ahí en adelante, Aleksi trabajó más minuciosamente, escribiendo y anotando acerca del periodo que había pasado en Ciudad de México y, en especial, sobre Scott y sus agentes. Es decir, sobre su importante red LITEMPO. Si daba aquel paso, la cosa ya no iría en broma, aunque la ventaja de que su amigo Scott hubiese muerto tres años atrás lo hacía todo menos doloroso. Así que, alegando que debía terminar todo lo que tenía en mente sobre su pasado, le explicó a Sassa que se quedaría esos dos meses en Turku, aprovechando su tiempo libre concentrado en el tema. Sassa no solamente lo comprendió, sino que le alentó a hacerlo. Le dijo que su cuñada y ella aprovecharían para irse a Imatra, ahora que la nieve se estaba retirando, para que los niños disfrutaran y crecieran mejor y más libres que en la capital, cosa que a Aleksi le pareció muy bien. Con ese apoyo y esa tranquilidad, y sabiendo que Heikki le explicaría todo el «plan ruso», se centraría mejor en su tarea de preparación informativa.

      Pero no todo sale siempre como uno lo ha programado. Las circunstancias pueden cambiar en cualquier momento y cuando uno menos se lo espera.

      El domingo 21 de abril Aleksi recibió una noticia de Heikki.

      —¡Aleksi, escúchame! ¡Tienes que venir urgentemente a Imatra!

      —¿Qué ocurre?

      —Es mejor que vengas. ¡Tienes que venir, Aleksi!

      —Por favor, Heikki, ¡dime lo que ocurre!

      —¡No encontramos a Sassa!

      —¡Qué narices dices! ¿Y el niño? ¿Dónde está Kevään?

      —¡Con nosotros! Pero Sassa ha desaparecido. Vente para acá lo antes que puedas.

      Todo se trastocó y se interrumpió. Aleksi avisó de inmediato a la dirección del museo y les comentó lo sucedido, que se marchaba a Imatra y que les llamaría en cuanto supiera algo más. Desconocía el alcance o el tiempo que le ocuparía y, temiendo no incorporarse el martes a su trabajo, prefería comunicarlo. No tuvo ningún problema. Es más, le dijeron que se tomara todo el tiempo que necesitase.

      El drama que Aleksi se encontró cuando entró en casa fue indescriptible. Nada más verlo, Seija se le abalanzó llorando como una niña. Los pequeños estaban fuera jugando con su cuñado. Cuando reinó un poco la calma, comenzaron las preguntas y los porqués.

      —El viernes, cuando vine después de la cena, les expliqué a Seija y a Sassa lo que tú y yo sabíamos. Les conté todo, y lo primero que me preguntó Sassa fue si tú estabas contento de la decisión. Si era así, te respaldaría por completo. Pero comentó que hubiera preferido que hubieras contado con ella desde el primer momento.

      —¿Y tú que dijiste?

      —Que querías comprobar y asegurarte de que todo fuera lo mejor para ella y el niño, y que después tomaríais la decisión juntos.

      —Bien. ¿Cuándo se fue? ¿Se marchó sola? ¿Habéis llamado a la policía?

      —Esta mañana, al ver que no bajaba y que tardaba más de lo habitual, hemos entrado en la habitación. Ella no estaba, pero el niño seguía dormido. Entonces te he llamado.

      —¿Habéis preguntado a los vecinos por si han visto algo sospechoso o anómalo?

      —Sí. No saben nada. Saben que venías y no quieren molestar, pero dicen que si les necesitamos para cualquier cosa, que les llamemos — respondió Seija.

      —¿Crees que puede haber sido cosa de mis rastreadores? —preguntó mirando a Heikki.

      —No sé, Aleksi. Podría ser, pero no lo creo.

      —Creo que lo mejor es que hable con nuestros vecinos primero. Después preguntaremos a otros por si la han visto. Y si no tenemos respuesta, llamaremos a la policía.

      —Me parece bien —contestó Seija.

      —¿Esperamos a que vuelvas o hablamos con el resto de vecinos?

      —¡Sí, esperad! —les dijo.

      ______________________

      15 Fue un antiguo miembro de la policía secreta de Cuba bajo la dictadura de Fulgencio Batista, y más tarde elemento terrorista de la CIA. Estuvo vinculado a la Operación 40 y la invasión de Bahía de Cochinos, en 1961.

      16 Nacido en Artemisa, Cuba, tuvo que exiliarse en tiempos de Batista. Regresó a su país y huyó de la revolución de Fidel Castro para volver en el intento de invasión de Bahía Cochinos.

      17 Fue señalado por la exagente de la CIA Marita Lorenz como uno de los que dispararon al presidente Kennedy. También muy relacionado con la mafia norteamericana y los cubanos anticastristas.

      18 Era un agente contratado por la CIA; cuando le arrestaron portaba material de escucha. Participó en otras operaciones como la Operación 40 o la invasión de Bahía de Cochinos.

      19 McCord era también el coordinador de seguridad del Comité para la Reelección del Presidente en la campaña electoral del presidente Nixon.

      20 Exclusiva de The New York Times para La Vanguardia. Ver La Vanguardia, viernes 23 de junio de 1972, pág. 22.

      21 Acuarela de Kasandra Hyde, con su autorización.

      22 Extraído de The Washington Post Co.

      5. Caza mayor

      A veces, la vida nos da algunos golpes que son muy duros de digerir. Para Aleksi, el haber perdido a su esposa fue más que una tragedia; a pesar de ello, su hijo le dio la suficiente fuerza para seguir viviendo. Sin embargo, dada su corta edad, fue el motivo decisivo por el que sus cuñados se hicieron cargo de cuidar del pequeño. Eso, y tener que resolver el problema de su cazador, hizo que Aleksi se separara de él, al menos hasta que lo pudiera identificar, enfrentarse a él y reducirlo. Solo así podría vivir en paz en el futuro. Además, para el niño lo mejor era crecer junto a su primo, que tan solo le llevaba un año. Así fue como el distanciamiento y el trabajo no le permitieron estar con su hijo en esos momentos. Fue una solución aceptada por toda la familia, además de la mejor.

      Lo ocurrido con Sassa era un misterio. La dieron como desaparecida, porque por mucho que buscaron por todas partes, incluso en el ríoVuoksi, no la encontraron. Tras un mes de búsqueda, la policía la declaró muerta in absentia. Sin embargo, para Heikki y Aleksi, la teoría de que fuera «en contra de su voluntad» cobraba más fuerza. No había dejado ni una nota de despedida, ni una huella que indicara por qué lo había hecho, si es que fue por motivos voluntarios. Para Aleksi, sí que era importante saber las causas. Estaba en juego no solo su vida, sino la de su hijo, aceptando que su sospecha fuera cierta.

      Se preparó mentalmente y no había día que no se pusiera en contacto con sus cuñados, sobre todo con su hijo, para oír sus dulces palabras y dar sentido a su vida. De manera que, en la soledad de sus pensamientos, decidió esperar a que se presentara su verdugo. Junto a su cuñado provisionaron, tanto en Turku como en la casa de campo en Imatra, testigos de escucha de radio que se podían oír desde la casa de Heikki, aunque tenían que ser conectados porAleksi para ser escuchados. Además, establecieron un código de colores que la organización de Jalo podría percibir a distancia, si Aleksi había visto o contactado con alguien sospechoso. Mientras, todos tendrían que mantenerse a la espera.

      A mediados de octubre del 74 le llamó su cuñado diciéndole que su