Pedro J. Sáez

Emboscada en Dallas


Скачать книгу

      —Tenemos dos posibilidades: en el Museo de Arte o en el Servicio de Transporte Municipal, en oficinas. Conociéndote, creo que mejor el primero, ¿verdad?

      —Por descontado.

      —El requisito que necesitamos es que consigas el certificado lingüístico de grado superior. Tendrás que aplicarte.

      Dentro de un mes te enviaremos las pruebas para ver si las superas. En cuanto estés en condiciones, presentaremos la solicitud de examen.

      —Dejaré todo y me centraré en esto último. Pero cuéntame, ¿cómo llevas el embarazo? ¿Te estás cuidando?

      —Me estoy cuidando y me cuidan. Ya sabes que mi tía está conmigo. No se despega de mí cuando estoy en casa. Bien, acerquémonos al grupo. En cuanto todo esto acabe, nos casaremos —dijo Sassa, cogiéndole de la mano.

      —¿Por qué no ahora?

      —¿Aquí?

      —Sí. Aquí —sugirió Aleksi.

      —No quisiera que faltase mi tía, pero te prometo que lo haremos lo antes posible. Aunque tengas que venir a Helsinki.

      —¡De acuerdo!

      Al acercarse, vieron a la exuberante Seija con su hijo en brazos, al que besaba una y otra vez.

      —¡Aleksi, pronto tendrás un hijo como el mío!

      Los días pasaron y Aleksi puso todo su empeño en el estudio. Solo salía para comprar y dedicaba todo el tiempo a perfeccionar el idioma, tanto escrito como hablado, a pasear por su parcela y sobre todo a escuchar música clásica, al tiempo que escribía todo lo que recordaba a modo de descanso, para relajarse de aquel duro estudio lingüístico, una lengua que para él era más fácil hablar que escribir. Aquello le llevó todo el mes de octubre y primeros de noviembre. Entonces le enviaron los exámenes que habían hecho el año anterior para que supiera a lo que se enfrentaba. Superó los tres ejercicios, pero la nota escrita le restaba puntos. Así que decidieron darle dos semanas más. Escribía y escribía todo lo que pensaba en finés, incluso fue practicando con sus memorias. Redactó la totalidad del capítulo titulado Kaikki alkoi vuonna 195414 en aquel idioma.

      A finales de noviembre, Aleksi se examinó de finés en grado superior. Lo superó con buena nota, un notable alto. El domingo 6 de diciembre Sassa y Aleksi se casaron y después se marcharon de luna de miel a Turku. Visitaron el Museo de Arte de la ciudad, en el que los dos sabían que se encontraría su nuevo lugar de trabajo. Les gustó mucho y se tomaron una semana para visitar toda la ciudad e incluso mirar un pequeño apartamento para cuando Aleksi se incorporara a primeros de año a su trabajo. El estado de reposo que le habían aconsejado a Sassa obligó a tomar esa decisión. Cuando todo se normalizara, tomarían la decisión definitiva.

      Sassa correspondía en favores y cuidados a su esposo por haber encontrado la felicidad, por haber descubierto que la vida entre dos personas, además de ser más completa, es más llevadera, más soportable. La unión de dos personas para lo bueno y para lo malo es la mejor experiencia que el ser humano pueda realizar.

      De vuelta en Helsinki, antes de despedirse de su esposa para incorporarse a su trabajo enTurku,Aleksi le dio un cariñoso beso y le dijo:

      —Vendré todos los fines de semana.

      —Cuídate, llámame todas las noches.

      Cuando Aleksi estaba a punto de abrir la puerta para marcharse, volvió sobre sus pasos y, acercándose al oído de Sassa, le dijo «gracias por darme la vida», al tiempo que le daba un último beso.

      Los fines de semana Aleksi volvía a la capital junto a su esposa. Todo eran atenciones y cuidados. Sassa guardaba reposo, hacía meses que había tenido una ligera pérdida de sangre y, desde entonces, prolongó más allá el tiempo de reposo que le había indicado el ginecólogo. No quería poner en riesgo su embarazo. En una ocasión, los dos se preguntaron sobre el sexo de su futuro hijo.

      —¿No quieres saber si es niño o niña? —le preguntó Sassa a Aleksi.

      —No, no quiero saberlo. Además, me da igual. Lo que quiero es que todo salga bien. Quiero que todo esto acabe pronto y podamos trasladarnos todos a Turku, lejos de las prisas de la capital. Allí hay más calidad de vida. El aire es más limpio y sano, y será mejor para el bebé.

      —Eso espero. Deberíamos vender esta casa, así reduciríamos costes. ¿No te parece?

      —Antes vendería la de Karelia.

      —Sería una equivocación. Aquello es nuestro refugio, nuestro apartado, nuestro seguro de vida —le contestó Sassa.

      —Bueno, cuando llegue el momento lo hablaremos.

      Los días pasaron rápidamente, hasta que el grito de un niño recién nacido irrumpió en toda la casa. Había sido un parto natural, como los de antes, con ayuda de una matrona. Allí, en la habitación se encontraban todos reunidos viendo al bebé, una vez limpio, sobre el pecho de su madre. Las lágrimas de alegría y felicidad recorrían los rostros. Ver nacer un niño siempre hace aflorar los sentimientos más humanos e íntimos que posee una persona. Sin duda, es un momento de celebración y de acción de gracias para nuestro Creador. Esto sucedía el martes 21 de mayo de 1971 en plena primavera.

      —¿Verdad que es precioso, Aleksi?

      —Es la criatura más bonita que he visto, Sassa.

      —¿Qué nombre quieres ponerle?

      —Kevään Aurinko.

      —¡Sol de primavera! Precioso —celebró Seija al escucharlo.

      Al momento, todos se centraron en el niño, acariciando sus manitas y viendo cómo sus párpados se querían abrir para participar también de esa gran fiesta. Aleksi no lo pudo remediar y lloró al tener a su hijo entre sus brazos.

      ______________________

      12 Datos extraídos de Martinoticias.com

      13 Grandes salchichas para asar en una fogata.

      14 Todo comenzó en 1954.

      4. ¡Que viene el lobo!

      Para Aleksi el año 1971 fue el más feliz de su vida, sobre todo por haber tenido un hijo, su único hijo. Cada vez que lo veía daba gracias a Dios por el regalo que le había enviado.También por tener aquella esposa ejemplar, entregada a su marido y a su familia. ¿Qué más puede esperar un hombre en esta vida?

      Al final, el feliz matrimonio decidió no vender la vivienda de Sassa por el bien del niño, al menos hasta que se hiciera un poco más mayor. No era cuestión de dinero, sino de cambio de ambiente. Sassa tendría que haberse alejado de los suyos, y eso, con un niño recién nacido, era arriesgado. Además, como la distancia entre Turku y Helsinki no era tan larga, y dado que Aleksi se trasladaba los fines de semana, la separación de esposos se mitigaba mejor. Cuando estaba fuera del trabajo, el tiempo de que disponía Aleksi lo invertía fundamentalmente en ir escribiendo sus memorias. Diariamente llamaba a casa dos veces: por la mañana antes de irse a trabajar, y por la noche antes de acostarse. Era una rutina que cumplían los padres con agradecimiento y satisfacción. A ojos de todos, formaban una familia feliz y ejemplar.

      Sin embargo, Aleksi no dejaba atrás su pasado. En la medida de lo posible, y siempre cuando estaba solo, leía y se informaba de las noticias que venían de los Estados Unidos y que él consideraba importantes, o al menos, que le afectaban sentimentalmente. Sin duda, no había olvidado su pasado, y lo peor, no lo quería olvidar. En junio de ese año comenzó a anotar en su cuaderno ciertas noticias en las que posteriormente profundizaría, como la ocurrida el 10 de junio en las cercanías del Casco de Santo Tomás (México), donde el Gobierno perpetró una masacre de estudiantes en el asalto conocido como «El Halconazo»; o la del 15 de agosto, en la que el presidente Richard Nixon acaba con el patrón oro al anunciar la suspensión de la convertibilidad en metal del dólar estadounidense; o también la del 18 de diciembre,