como un lugar de adoración “israelita” (Am 5, 5).
Israel ya no interfiere más en la tierra de Judá, como en tiempo de Amos, pues Judá se ha convertido de nuevo en un reino poderoso y bien fortificado (Os 8, 14; cf. 1, 7). Pero, siendo fuerte en lo externo, al mismo tiempo, Judá ha venido a convertirse en un reino lleno de confianza carnal (en los poderes del mundo) y de apostasía múltiple respecto de Yahvé (Os 5, 10; 12, 1), de manera que, aunque ha recibido al principio una liberación milagrosa de parte de Dios (Os 1, 7), está madurando para la misma destrucción que Israel (Os 6, 11). Esta visión general que el profeta israelita (Oseas) presenta del reino de Judá en el tiempo de Ozías-Jotán aparece repetida en Isaías, porque un mismo espíritu anima y determina los veredictos de los profetas de uno y otro reino.
3. Relato histórico de Acaz y de la guerra siro-efraimítica
El relato de Acaz, que aparece en el libro de los Reyes y en Crónicas (2 Rey 16; 2 Cron 28, 1), puede ser dividido en tres partes, que presentaremos así: (1) Características generales. (2) El relato de la guerra siro-efraimítica. (3) La desecración del templo por Acaz, que consistió especialmente en la instalación de un altar construido sobre el modelo del altar de Damasco. (Sobre el templo de Damasco, cuyo altar imitó Acaz, cf. el Com. al libro de Job).
1. Características generales. 2 Rey 16, 1-4. Acaz ascendió al trono el año dieciséis del reinado de Pécaj. “Cuando comenzó a reinar, Acaz tenía veinte años (o veinticinco, según 2 Cron 28, 1 LXX, lo que es mucho más probable, pues de lo contrario él habría tenido un hijo, Ezequías, cuando sólo tenía diez años de edad) y reinó en Jerusalén dieciséis años, pero no hizo lo recto ante los ojos de Yahvé, su Dios, como su padre David, sino que anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar por fuego a su hijo (es decir, le quemó en honor de Moloc), según las prácticas abominables de las naciones (cananeas) que Yahvé había expulsado ante Israel. Asimismo sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, sobre los collados y debajo de todo árbol frondoso”.
Es obvio el colorido deuteronómico de este relato. El pasaje correspondiente de 2 Cron 28, 1-4 menciona el hecho adicional de que él hizo muchas imágenes fundidas de los Baalim, y quemó incienso en el valle de Hinnom y quemó (sacrificó) sus hijos por el fuego (“sus hijos”, un plural genérico como el de “los reyes” en 2 Cron 28, 16 y “los hijos” en 2 Cron 2, 25). Se dice que los quemó (r[bYw) o que los hizo pasar por el fuego como precisa la traducción de los LXX (cf. 2 Rey 16, 5-9).
Entonces (en el tiempo del rey idólatra Acaz) sucedió el gran acontecimiento, bien conocido: Rezin, rey de Aram, y Pécaj, el hijo de Remelías, rey de Israel, fueron en guerra en contra de Jerusalén y sitiaron a Acaz, “pero no pudieron vencerle”, es decir (según deducimos de Is 7, 1), ellos no fueron capaces de tomar posesión de Jerusalén, que era la finalidad expresa de la expedición:
“En aquel tiempo” (así empieza observando el autor del libro de los Reyes) es decir, en el tiempo de la guerra siro-efraimítica, “el rey de Aram recobró Elat para Edom (es decir, luchó contra el reino de Judá y conquistó la ciudad portuaria de Elat, que Ozías había perdido poco tiempo antes), y echó de Elat a los hombres de Judá. Los de Aram llegaron a Elat y habitaron allí hasta hoy” (2 Rey 16, 6).
Thenius, que comienza con la asunción innecesaria de que la conquista de Elat tuvo lugar después del intento frustrado de tomar Jerusalén, da preferencia a la lectura “qere”: “y los edomitas (idumeos) vinieron a Elat”, corrigiendo así las palabras ~r"êa]l;( (a Aram) en mdal. El afirma que Rezin destruyó la obra de Ozías y concedió libertad de nuevo a Edom, con la esperanza de que en algún tiempo futuro el pudiera recibir la ayuda de Edom y actuar así con más éxito en contra de Judá.
Pero, respondiendo a esto, debe afirmar que unas expresiones tan poco usuales, con el cambio de ~ymwda en lugar de ~yMwra (Edom en lugar de Aram) son peculiares de este relato y que el texto no está hablando de una restauración de lo que antes había, sino que está contando un hecho memorable (distinto). Pues bien, en contra de Thenius, yo acepto la conclusión de Caspari, quien afirma que el rey sirio instaló en Elat una colonia de mercaderes sirios (arameos, no idumeos), para asegurar así el mando sobre el comercio marítimo, con todas las ventajas previsibles, y que esa colonia permaneció allí por cierto tiempo, tras la destrucción del reino de Damasco, como muestra claramente la expresión “hasta el día de hoy”, que se encuentra en la fuente anterior del autor del libro de los Reyes.
2. El relato de la guerra siro-efraimítica. Pues bien, si la conquista de Elat sucedió en el período de la guerra siro-efraimita, que comenzó hacia el fin del reinado de Jotán y probablemente surgió en medio de los amargas sensaciones causadas por la pérdida casi total (por parte de Judá), de la tierra del este del Jordán, culminando en el ataque directo sobre la misma Jerusalén, poco después del ascenso de Acaz al trono, la cuestión que se plantea es ésta: ¿Qué pudo suceder para que no tuviera éxito el ataque de los dos reyes aliados contra Jerusalén? La explicación viene dada en el relato contenido en el libro de los Reyes:
Entonces Acaz envió embajadores a Tiglatpilesar, rey de Asiria, diciendo: “Yo soy tu siervo y tu hijo. Sube y defiéndeme de manos del rey de Siria y de manos del rey de Israel, que se han levantado contra mí”. Y Acaz tomó la plata y el oro que había en la casa de Yahvé y en los tesoros de la casa real, y envió al rey de Asiria un presente. El rey de Asiria atendió su petición, pues subió contra Damasco y la tomó, se llevó cautivos sus habitantes a Kir y mató a Rezín (2 Rey 16, 7-9).
Pero ¿qué hizo Tiglat-Pilesar con Pécaj? El autor del libro de los Reyes ha dicho ya, en la sección referente a Pécaj (2 Rey 15, 29), que Dios le castigó arrebatándole todo el país del este del Jordán, y una gran parte del territorio del norte, al oeste del Jordán, y que llevó a sus habitantes cautivos a Asiria. Aquí (tras 2 Rey 16, 9) se debe suplir la sección anterior (2 Rey 15, 29), lo que muestra la gran libertad que los historiadores se tomaban en la selección y disposición de sus materiales. Esta anticipación va totalmente en la línea de su estilo habitual: El autor empieza afirmando que la expedición contra Jerusalén fue un fracaso, y sólo después, en un momento sucesivo, procede a mencionar la razón de ese fracaso: es decir, la llamada de Acaz, pidiendo ayuda a Asiria.
Por eso, yo sigo concordando en esto con Caspari: Los sirios y los efraimitas fueron incapaces de tomar Jerusalén porque les llegó el anuncio de que Tiglatpilesar había sido llamado por Acaz y estaba viniendo en contra de su coalición, de manera que ellos se vieron obligados de un modo consecuente a levantar el sitio, iniciando una rápida retirada. El relato del libro de las Crónicas (2 Cron 28, 5-21) nos ofrece una serie extensa de detalles que nos permiten suplir la noticia muy condensada del libro de los Reyes. Cuando comparamos los dos relatos, surge la cuestión de si ellos se refieren a dos expediciones diferentes (y en ese caso a cuál de los dos se refiere la primera expedición y a cuál la segunda), o si los dos se refieren a la misma expedición. Comencemos presentando en primer lugar todos los hechos, tal como han sido narrados por el Cronista:
Yahvé, su Dios, lo entregó (a Acaz) en manos del rey de los sirios, los cuales (los arameos) lo derrotaron, y le tomaron gran número de prisioneros que llevaron a Damasco. Fue también entregado en manos del rey de Israel, el cual le causó una gran mortandad (2 Cron 28, 5).
Como ha mostrado Caspari, estas palabras indican claramente que los dos reyes se propusieron conquistar Jerusalén, que fue para ellos una meta común, y eventualmente se unieron para alcanzar este fin; sin embargo, por un tiempo, ellos actuaron separadamente. Aquí no se nos dice en qué dirección marchaba el ejército de Rezín. Pero nosotros sabemos por 2 Rey 16, 6 que él marchaba hacia Idumea, tierra que él pudo alcanzar fácilmente desde Damasco, atravesando el territorio de su aliado, el Rey de Israel, es decir, a través de las dos tribus y media del este del Jordán. El cronista se limita a describir la invasión simultanea de Judea por Pécaj, rey de Israel, pero él lo hace ya con todo tipo de detalles:
Y Pécaj hijo de Remalías mató en Judá en un día a ciento veinte mil hombres valientes, por cuanto habían abandonado a Yahvé, el Dios de sus padres. Asimismo Zicri, hombre poderoso de Efraín, mató a Maasías, hijo del rey, a Azricam, su mayordomo, y a