Franz Julius Delitzsch

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Isaías


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dice:

      Además el rey Acaz, en el tiempo en el tiempo en que estaba apurado (por el rey de Asiria), añadió mayor pecado contra Yahvé, porque ofreció sacrificios a los dioses de Damasco que lo habían derrotado, y dijo: “Puesto que los dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo también ofreceré sacrificios a ellos para que me ayuden”. Pero estos fueron la causa de su ruina y la de todo Israel. Además de eso recogió Acaz los utensilios de la casa de Dios, los quebró, cerró las puertas de la casa de Yahvé y se hizo altares en todos los rincones de Jerusalén. Hizo también lugares altos en todas las ciudades de Judá, para quemar incienso a los dioses ajenos, provocando así a ira a Yahvé, el Dios de sus padres.

      Thenius piensa que este pasaje es una paráfrasis exagerada del pasaje paralelo del libro de los Reyes, de manera que puede tomarse como una interpretación falsa del anterior. Pero el Cronista no afirma que Acaz dedicara el nuevo altar a los dioses de Damasco, sino que en el tiempo de la guerra siro-efraimita, él intento conseguir durante el conflicto mismo éxito que los asirios habían logrado adorando a sus dioses. Las palabras de Acaz, tal como aparecen dichas por él, impiden toda otra interpretación. Aquí se dice que Acaz puso sus manos violentas sobre los utensilios del templo ‒ lo que en modo alguno va en contra del libro de los Reyes ‒. Todo el resto, es decir, la referencia a cerrar las puertas del templo y a edificar por todas partes altares y lugares de culto, es un añadido al relato del libro de los Reyes, cuyo carácter histórico no podemos poner en duda, si es que recordamos que la guerra siro-efraimita tuvo lugar al comienzo del reinado de Acaz, que en aquel tiempo no tenía más que dieciséis años.

      El autor del libro de los Reyes concluye su relato del reinado de Acaz con la referencia a los Anales de los reyes de Judá, y con el afirmación de que él fue enterrado en la ciudad de David (2 Rey 16, 19-20). El Cronista se refiere al libro de los reyes de Judá y de Israel, y observa que él fue enterrado “en la ciudad” (LXX: “en la ciudad de David”), pero no en el sepulcro de los reyes (2 Cron 28, 26-27). La fuente utilizada por el Cronista fue su midrash de toda la historia de los reyes, de la que él tomó extractos, con la intención de completar el texto de nuestro libro de los Reyes, al cual añadió su propia obra.

      El estilo de Crónicas va en la línea de los Anales reales, mientras que el autor del libro de los Reyes sigue en la línea del Deuteronomio. Pero ¿de qué fuente sacó sus extractos el autor del libro de los Reyes? La sección relacionada con Acaz tiene algunos aspectos que son bastante peculiares, en comparación con el resto del libro, entre ellas su gusto por formas de palabras oscuras, tales como Elath (tl;yae, 2 Rey 16, 6), hakkomim (~ymiÞAQh;, 2 Rey 16, 7), Dammesek (qf,M'_d:, 2 Rey 16, 10), y aromim (‘~ymiAda], 2 Rey 16, 6), con el nombre de Tiglathpeleser (rs,l,ÛP. tl;g>Ti)4, con @km (de la mano de) en vez de dym, que es la forma usual en otros lugares, con el término raro y más coloquial para aludir a los judíos (ha-jehudim, ~ydIWhyh 2 Rey 16, 6), con la construcción poco precisa de tAn©koM.h; tAråG>s.Mh;, es decir, la abrazaderas o bordes de las bases (22 Rey 16, 17), y el verbo rQB (considerar, 2 Rey 16, 15) que no aparece en ningún otro lugar.

      Estas peculiaridades pueden explicarse de un modo satisfactorio suponiendo que el autor empleó los Anales nacionales; pues bien, dado que esos Anales se fueron componiendo sucesivamente, por obra de diversas personas, ellos mantenían cierta uniformidad esencial en el modo de escribir la historia, pero al mismo tiempo ofrecían una gran variedad de estilos de composición. Pues bien ¿puede explicarse la semejanza entre 2 Rey 16, 5 e Is 7, 1 a partir de este origen a partir de los Anales?

      Ciertamente, la semejanza en cuestión no se puede explicar, como supone Thenius, partiendo del hecho de que Is 7, 1 fue tomado también de los Anales nacionales, sino suponiendo que el autor de Reyes tenía no sólo ante sí los Anales nacionales sino también el libro de las profecías de Isaías, libro hacia el que dirige la atención de sus lectores comenzando la historia de la guerra siro-efraimita con las palabras relacionadas con Acaz.

      El propósito de los dos reyes aliados, como sabemos por el contenido posterior de Is 1, no fue otro que el de apoderarse de Jerusalén para expulsar el gobierno de la dinastía davídica y establecer en su lugar, en la persona de un cierto “hijo de Tabeal/Tabeel” (la;(b.j'(-!B,, Is 7, 6) una nueva dinastía que pudiera estar sometida a ellos. El fracaso de este intento es el pensamiento que esta evocado brevemente en 2 Rey 16, 5 e Is 7, 1.

      El relato que el libro de los Reyes dedica a Ezequías es mucho menos extenso de lo que uno habría esperado, si tenemos en cuenta la extensa sección relacionada con el período de la catástrofe asiria (2 Rey 18, 13‒20, 19), que aparece también en el libro de Isaías, y que comentaremos al ocuparnos de Is 36-39. Todo lo que introduce el autor del libro de los Reyes está en 2 Rey 18, 1-12 y 2 Rey 20, 20-21. Pues bien, en estos dos párrafos, que rodean la sección de Isaías hay sólo unos pocos elementos que provienen de los Anales y que han sido trabajados en estilo deuteronomístico:

      Ezequías comenzó a reinar el año tercero del reinado de Oseas, rey de Israel. Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó en Jerusalén veintinueve años Hizo lo recto ante los ojos de Yahvé, conforme a todas las cosas que había hecho David, su padre. Quitó los lugares altos, quebró las imágenes, rompió los símbolos de Ashera e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces los hijos de Israel le quemaban incienso. En Yahvé, Dios de Israel, puso su esperanza. Entre todos los reyes de Judá no hubo otro como él, antes ni después (cf. 2 Rey 18, 2-6)

      El texto alude aquí a su fe, por la cual sacudió el yugo de la tiranía de Asur y recobró la supremacía sobre los filisteos. No tenemos manera de decidir en qué año del reinado de Ezequías tuvieron lugar estos dos acontecimientos: su rebelión contra Asur y su victoria sobre los filisteos. Después, al autor pasa a repetir directamente, con diversos detalles, lo que ha presentado ya en 2 Rey 17, 1-14, al ocuparse de la historia del reinado de Oseas, rey de Israel, describiendo la expedición de Salmanasar en contra de Israel, en el año cuatro del reinado de Ezequías (el séptimo de Oseas, rey de Israel), con la caída de Samaria, que tuvo lugar tras un asedio de tres años, el año sexto del reinado de Ezequías y el noveno de Oseas5.

      Pues bien, dado que Salmanasar no dirigió ningún ataque contra Judá en el tiempo en el que puso fin al reino de Israel, la rebelión de Ezequías no pudo haber tenido lugar hasta más tarde de esa fecha. Por lo que toca a la victoria sobre los filisteos no hay en el libro de los Reyes nada que nos permita alcanzar ni siquiera una conclusión negativa en torno a ella. En 2 Rey 20, 20-21 el autor hace que la historia avance rápidamente hacia una conclusión, remitiendo a los que quieran conocer más sobre Ezequías, en especial en relación con sus victorias y acueductos, a los Anales de los reyes de Judá.

      El Cronista se limita a ofrecer aquí sólo un extracto de la sección de Isaías que trata del tema, pero en todo el resto de la narración él ofrece un texto mucho más elaborado. Todo lo que él cuenta en 2 Cron 29, 2-31 es un comentario histórico sobre el buen testimonio dado por el rey Ezequías en el libro de los Reyes (2 Rey 18, 3), que el Cronista coloca en el comienzo de su propio texto (2 Cron 29, 2), para seguir de esta manera: “En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las puertas de la casa de Yahvé”, que él purificó de la impurezas ocasionadas por la idolatría, e hizo celebrar una re-consagración del templo purificado, con sacrificios, músicas y salmos (cf. 2 Cron 29, 3 ss). A Ezequías se le presenta aquí (y éste es un hecho importante en relación con Is 38) como el restaurador del “canto del Señor” (Shir Yahvé), “para alabar al Señor según las palabras (cantos) de David” (cf. 2 Cron 29, 30: dywIßd" yrEîb.dIB. hw"ëhyl;( ‘lLeh;l.).

      Se oyó así de nuevo la música levítica y sacerdotal, tal como había sido introducida y organizada por David, Gad, y Natán, de manera que Yahvé fue alabado una vez más con las palabras del rey David y de Asaf el vidente. El Cronista relata después en 2 Cron 30 cómo Ezequías proclamó una solemne pascua en el mes segundo, y cómo fueron invitados a ella también formalmente los habitantes del reino de Norte que permanecían aún en la tierra. Se trató de una “segunda pascua”, que estaba permitida por la ley, pues los sacerdotes habían estado muy ocupados