de Isaías) resulta útil y estimulante, y muestra una profunda sensibilidad estética y religiosa, para gloria de la palabra profética, que se manifiesta en un noble lenguaje poético, añadiendo imagen tras imagen, como si nunca se bajara del “coturno” (es decir, del escenario del drama). La prosa de Knobel se sitúa en el extremo opuesto. La precisión y seriedad de este profesor, cuya tercera edición de su Comentario a Isaías fue una de sus últimas obras (murió el 25 de Mayo de 1863), merece el reconocimiento más agradecido, tanto desde una perspectiva filológica como arqueológica; pero su peculiar trivialidad, que se convierte casi en afectación, parece que le impide descubrir el sentido más profundo de la obra, mientras que su excesiva tendencia a “historizar” (historisieren, es decir, a ofrecer una interpretación puramente historicista de todo) le vuelve ciego, impidiéndole ver incluso la poesía de la forma literaria del texto.
El Comentario de Dreschsler ofreció un gran avance en la exposición de Isaías. Él sólo pudo desarrollarlo por sí mismo hasta Is 27, 1-13, pero fue completado por F. Delitzsch y J. A. Hahn de Greifswald († 1861), utilizando las notas del mismo Dreschsler, aunque ellas contienen muy pocas cosas útiles para Is 40-66. Éste ha sido, hablando comparativamente, el mejor comentario de Isaías que ha aparecido desde el tiempo de Vitringa, especialmente en lo que se refiere a la sección de Is 13-27. Su gran aportación no reside en la exposición de sentencias aisladas, que resulta poco satisfactoria, dado el estilo minucioso de su exégesis, hecha de glosas; por más diligente y completo que sea, ese estilo resulta desigual y poco productivo, especialmente desde un punto de vista gramatical. Su aportación reside en su visión de conjunto, inspirada y espiritual, en la profunda comprensión que muestra del carácter e ideas del profeta y de la profecía, en su vigorosa penetración en el verdadero corazón del plan y la sentido del conjunto de su obra.
Mientras tanto (1850) ha aparecido el Comentario del profesos católico Peter Schegg, que sigue y utiliza la traducción de la Vulgata, pero del modo menos servil posible, y contiene muchas buenas aportaciones, especialmente sus referencias a la historia de la traducción. Al mismo tiempo ha aparecido también el comentario de Ernst Meier, orientalista de Tübingen, que no ha pasado de la primera parte de Isaías.
Si alguien ha habido especialmente llamado para arrojar nueva luz sobre el libro de Isaías, ése ha sido C. P. Caspari, de Christiania. Pero su Comentario en noruego al libro de Isaías sólo alcanza por ahora a Is 5. El avance posterior de la obra ha sido retardado en parte por el carácter exhaustivo de su intento, con el trabajo casi infinito que implica, y en parte por el hecho de que la controversia suscitada por N. F. S. Grundtvig (1783-1872) le ha obligado a realizar los estudios más precisos de historia eclesiástica. En este tiempo, él sólo ha expandido su obra con su tratado Serapherne (es decir, Sobre los serafines) que puede tomarse como un comentario a Is 6, 1-13. Él ha ofrecido también ricos materiales sobre los dichos proféticos que siguen en sus Contribuciones par una introducción al libro de Isaías y en la Historia de los tiempos de Isaías, que aparecen como segundo volumen de nuestros Studien (Estudios bíblico-teológicos y apologético-críticos, 1858), en su Prospecto sobre la guerra siro-efraimítica (1849) y en un artículo extenso, y en modo alguno superado, que se titula “Jeremías, un testigo de la autenticidad de Is 34, y por tanto también de la de Is 13, 1‒14, 23 e Is 21, 1-10, que ha aparecido en el Zeitschrift für d. ges. luth. Theologie u. Kirche (1843), con un excurso sobre la relación de Sofonías con las profecías disputadas de Isaías.
Prescindimos aquí de las obras que tratan de un modo particular de la segunda parte del libro de Isaías, que estudiaremos en la introducción especial de esa parte. Pero hay otros dos importantes comentarios que debemos mencionar aquí, escritos ambos por autores judíos, es decir, el de M. L. Malbim (1849) que se ocupa básicamente de ideas concretas expresadas por palabras sinónimas y por grupos de palabra, y el de S. D. Luzzatto de Padua – una obra estimulante, titulada Profeta Isaia volgarizzato e commentato ad uso degli Israeliti, que quiere ser independiente; pero de ella sólo han aparecido hasta ahora cinco partes.
8. Apéndice. Introducción/exposición del estado del texto
En el comentario de la segunda mitad de Isaías (Is 40-66) me he referido aquí y allí a las exposiciones de J. Heinemann (Berlin 1842) y de Isaiah Hochstdter (Carlsruhe 1827), ambas escritas en Hebreo; la primera es digna de ser conocida por la crítica del texto, la segunda incluye una traducción alemana.
El prof. Sam. David Luzzatto de Padua me envió el manuscrito de su exposición sobre El salmo de Ezequías (Is 38), pero él ha muerto por desgracia poco después (29 Septiembre 1865), lo que lamentamos mucho, pues se trataba de un hombre de gran nobleza y de hondo espíritu. Su comentario de Isaías, en la medida en que ha sido impreso, está lleno de información, con nuevas y excitantes explicaciones, escritas en un lengua rabínica clara y lúcida. Sería una gran desgracia que la segunda parte de esta valiosa obra quedara sin imprimirse.
Quiero recordar aquí la ayuda que el difunto me ofreció en mis estudios anteriores de historia de la poesías judía pos bíblica (1836), y el afecto que me mostró cuando yo renové mi antigua relación con él con motivo de su publicación sobre Isaías; por eso lamento su pérdida, no sólo por mi, sino por el interés de la ciencia. Así me escribió el 22 de Febrero del 1863: “¿Cómo ha permitido usted que pasen veinticinco años sin decirme que me recordara.? ¿Ello se debe a que tenemos opiniones distinta sobre la hml[ y sobre el dly dly wnl de Isaías? ¿Es usted un sincero cristiano? En ese caso, usted es para mi cien veces más querido que tantos estudiosos israelitas, partidarios de Spinoza, de los cuales está lleno nuestro tiempo”. Estas palabra indican claramente el punto de partida que él tomaba en sus escritos.
Entre los comentarios escritos en inglés estoy familiarizado no sólo con Lowth, sino también con el comentario minuciosamente práctico de Herderson (1857) y con el de Joseph Addison Alexander, de Princeton (1847, etc.), que se lee también mucho en Inglaterra como un repertorio exegético. Pero no tengo ninguno de ellos en mi poder7.
3. Según b. Jebamot 49b, esa tradición se contenía en un rollo que contaba la historia de una familia de Jerusalén; y según Sanedrín 103b en el Targum de 2 Rey 21, 16.
4. Este modo de presentar este nombre, lo mismo que el adoptado por el Cronista, es decir Tilgath-pilnezer (rs,a,n>l.Pi tg:ïL.Ti, 2 Cron 28, 20), son incorrectos. Pal es la forma asiria de “hijo” y según J. Oppert (Expédition Scientifique en Mésopotamie 1851/1854), el nombre entero debía ser Tiglatḣpallishiar, que significa Reverencia al Hijo del Zodiaco, es decir, al Hércules asirio.
5. El río Habor of Gozan de (!z"ßAG rh:ïn> rAb°x'), que aparece en los pasajes en los que se habla de los distritos donde fueron instalados los exilados israelitas (2 Rey 17, 6 y 18, 11 ), es sin duda el Châbūr, que desemboca en el Tigris, desde el este, encima de Mosul, del que se dice en Merâsid (ed. Juynboll, Lugduni Batav. 1851) que “proviene de las montañas de la tierra de Zauzán”, un distrito de la Armenia exterior, que se extiende hacia el Tigris. Ese tema lo describe Muhammad al-Idrisi (1154), según la traducción de Pierre Amédée Jaubert, La Géographie d’Edrisi, Paris, 1836-40 (II, 330). Otro río, en cuyas riberas vivía la colonia de los exilados de Ezequiel, es el Quebar, que fluye desde el noroeste hacia el Éufrates, cuyas fuentes están en la ciudad mesopotamia de Ras El Aïn (en arabe: ), un lugar celebrado por las maravillosas fuentes de este río Quebar/Chaboras, que ha sido frecuentemente cantadas.
6. Podemos recordad por ejemplo a Abenezra, quien afirmaba que fue el mismo “rey” Joaquín (liberado de la cautividad de Babilonia a los treinta y siete años de cautividad) el autor de Is 40-66.
7. En mi edición sigo, como el dicho, el textus receptus de las Sociedades Bíblicas (BSH, Biblia Hebraica Stuttgartensia, Stuttgart 1967), pero mantengo las anotaciones y correcciones que el mismo Delitzsch introduce en su comentario (Nota del traductor).
PRIMERA PARTE ISAÍAS 1-39
Introducción.