Denis Fortin

Enciclopedia de Elena G. de White


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en cualquiera de los otros nueve” (TI 1:76). Sin embargo, después de leer el primer folleto64 de Joseph Bates en agosto de 1846, los White reconsideraron las pruebas bíblicas y comenzaron a “observar el sábado bíblico, a enseñarlo y a defenderlo” (ibíd., p. 76).

       La integración de las creencias adventistas fundamentales

      El papel de las visiones de Elena de White en relación con estas doctrinas centrales no fue originarlas, sino corroborarlas y confirmarlas en el pensamiento de los adventistas milleritas; o sea, convencer a los milleritas de que estas doctrinas eran verdaderas. Entre 1843 y 1844, los milleritas habían aventurado una interpretación de la profecía bíblica que no era compartida por ninguna de las denominaciones cristianas de la época. Cuando su expectativa se convirtió en ridículo y humillación, la mayoría simplemente aceptó que Miller se había equivocado y trató de olvidar toda la experiencia. Después, los estudios de Bates sobre Apocalipsis 14 y de Crosier sobre el Santuario ofrecieron explicaciones bíblicas para la experiencia millerita. Sin embargo, como secuela del chasco, hubo tal plétora de puntos de vista divergentes, que muchos milleritas sinceros se sintieron desconcertados e incapaces de determinar en qué creer. Aquí es donde entraron en juego las visiones. Al encontrarse presentes cuando Elena estaba en visión, los milleritas eran testigos de los fenómenos físicos que acompañaban las visiones, de las predicciones cumplidas, de los secretos revelados y de los milagros de curación. Cuando los buscadores sinceros cuestionaban las creencias centrales, las visiones revelaban pasajes bíblicos que resolvían sus desacuerdos. Notaron que las visiones y la Escritura estaban en perfecta armonía y, luego de un período de tiempo, llegaron a convencerse de que Dios, frente a la confusión y el desánimo de su pueblo, lo había provisto de una guía de confianza.

       Ser madre

      Mientras tanto, el 26 de agosto de 1847, Elena dio a luz su primer hijo, Henry Nichols White, en la casa de los padres de ella en Gorham, Maine, donde todavía vivían los White cuando no estaban de viaje. Sin embargo, los White no tenían ingresos para ayudar a cubrir los gastos del hogar de los Harmon y, además, los White también insistían en descansar el sábado, algo que los Harmon todavía no habían aceptado. Ambos factores crearon tensión en la relación de las dos familias y, para octubre, Elena y James aceptaron una invitación de la familia de Stockbridge Howland para ocupar una parte de su casa en Topsham, Maine (TI 1:82). La llegada del bebé a su vida trajo otro dilema doloroso. ¿Debía Elena viajar con un bebé? ¿Debía quedarse en casa con el bebé, y permitir que su amor por Henry le impidiera obedecer el llamado de Dios de viajar y predicar?

       Las conferencias bíblicas sabatarias

      Cuando las revistas de los adventistas del primer día cerraron sus columnas al mensaje del sábado, los adventistas guardadores del sábado lanzaron una serie de conferencias evangelizadoras diseñadas para reunir a cuantos les fuera posible de aquellos que todavía estaban indecisos respecto del tema del sábado. Este período en el que la gente se unía sobre un fundamento bíblico común llegó a conocerse como el “tiempo de reunión”, que sustituyó el “tiempo de dispersión” que se había estado viviendo desde el chasco. Durante los siguientes tres años (1848-1850), se realizaron unas 23 series de conferencias, comenzando con reuniones en Rocky Hill, Connecticut, que llevaron a cabo del 20 al 24 de abril de 1848 (SG 2:93; LS80 245). En una segunda serie de reuniones en Volney, Nueva York, en agosto de ese año, había “apenas dos” que “concordaban” entre los 35 presentes. “Cada uno era enérgico en sus puntos de vista, declarando que se alineaban con la Biblia. Todos ansiaban la oportunidad de promover sus opiniones, o