Poco después de que los White llegaron a Battle Creek, se realizó una serie de conferencias del 16 al 19 de noviembre (1855) para estudiar “la hora en que comienza el día de reposo”. Aunque la mayoría de los adventistas daba comienzo y fin al sábado a las 18, había algunos que creían que el sábado comenzaba al amanecer. Cuando James White le pidió a J. N. Andrews que estudiara el tema, Andrews demostró que “tarde” y “noche” del sábado se referían a la puesta del sol. Las seis de la tarde, en principio, no era un horario incorrecto pues ubicaba el comienzo del sábado el viernes de noche, pero el quid de la cuestión era el siguiente detalle: solo en el ecuador la puesta del sol ocurría a las 18; más al norte o al sur, había desviaciones crecientes. Las evidencias bíblicas convencieron a todos los presentes, salvo a dos: Joseph Bates y Elena de White.87 Elena se preguntaba por qué sería necesario un cambio en ese momento cuando la práctica previa había sido bendecida por Dios durante nueve años. Sin embargo, el 20 de noviembre, Elena fue “arrebatada en visión”, y un ángel le llamó la atención a Levítico 23:32: “De tarde a tarde guardaréis vuestro reposo”. Ella admitió que se debía guardar el sábado “de tarde a tarde”, tras lo que el ángel la instruyó: “Tomad la Palabra de Dios, leedla, comprendedla y así no podréis errar. Leed cuidadosamente, y en ella encontraréis qué significa tarde y cuándo es”. Es significativo que el ángel no le dijo cuándo comenzaba el sábado sino que, intencionadamente, la remitió a las Escrituras. De este modo, ella entendió que la “nueva” posición no contradecía su visión de 1847, sino que ella y los demás habían supuesto demasiado rápidamente que “tarde” significaba las 18. Entonces, el ángel le explicó que a Dios le desagrada cuando las personas rechazan conscientemente la luz revelada, pero no cuando simplemente necesitan más tiempo para comprender plenamente la verdad. Y ella vio “que los siervos de Dios debían unirse y avanzar juntos”, o sea, todos deben comenzar el sábado al mismo tiempo (SG 4b:3, 4; cf. TI 1:112).
Los registros de la conferencia, en la Review and Herald del 4 de diciembre de 1855, también reconocían que los adventistas habían sido muy reticentes para confesar su fe en las visiones de Elena de White. Para evitar críticas, por cinco años la Review and Herald no había publicado ninguna de sus visiones. En la creencia de que esta norma era la causa de que las visiones fueran “cada vez menos frecuentes”, los delegados decidieron cambiar la política. Dos semanas después, la Review del 18 de diciembre contenía un artículo de James White titulado “El testimonio de Jesús”, que defendía la presencia del Espíritu de Profecía en la iglesia remanente.88 Alrededor de esa época, también apareció el primer folleto, de 16 páginas, de Testimonies for the Church, escrito por Elena de White.89
La visión del Gran Conflicto
El fin de semana del 13 y 14 de marzo de 1858, James y Elena de White estuvieron en la joven iglesia de Lovett’s Grove, Ohio, donde realizaron reuniones en la escuela pública. El domingo invitaron a James a predicar en un funeral realizado en esa escuela. Después, Elena también dio testimonio de la esperanza cristiana de la resurrección. En algún momento durante su testimonio, fue “envuelta en una visión de la gloria de Dios”, que duró dos horas. Conocida luego como “la visión del Gran Conflicto”, en ella se le mostró a Elena una visión general de la batalla cósmica entre Cristo y Satanás, tal como comenzó en el cielo y continuó en la Tierra. El tema de esta visión dominaría sus escritos por el resto de su vida. Dos días después, en el viaje de vuelta, Elena sufrió un ataque que la dejó parcialmente paralizada. Luego de que se orara fervientemente en su favor, ella recuperó un poco la capacidad de mover el brazo y la pierna. Aunque continuó el viaje a Battle Creek al día siguiente, al llegar a su casa no pudo subir las escaleras, así que se instaló en una pieza de la planta baja. Al principio, solo podía escribir una página por día y después descansar por tres días. Tres meses más tarde, otra visión le informó que Satanás había intentado matarla por medio de ese ataque para impedirle publicar los contenidos de la visión del Gran Conflicto (SG 2:266, 271, 272). El nuevo libro, Spiritual Gifts: The Great Controversy Between Christ and His Angels, and Satan and His Angels, salió en septiembre de 1858.90
Benevolencia sistemática
El movimiento adventista sabatario estaba creciendo, pero todavía no había organización eclesiástica ni tesorería. Las finanzas personales de los pastores habían llegado a un límite tal que, entre 1857 y 1858, varios pastores se vieron obligados a dejar el ministerio y buscar otro trabajo para mantener a sus familias.91 Para entonces, se hizo evidente que era necesario encontrar un plan permanente para proveer recursos financieros para “la obra del ministerio”. Así, a principios de enero de 1859, J. N. Andrews y otros se reunieron en Battle Creek para estudiar qué decían las Escrituras respecto de las finanzas. El 16 de enero, se le presentó un plan de “benevolencia sistemática” a la iglesia de Battle Creek y, dos semanas después, la iglesia adoptó el plan por voto unánime. El primer fin de semana de junio se realizó un gran congreso en Battle Creek, con muchos adventistas que llegaron del “este, oeste, norte y sur”. Se leyó y se debatió libremente el plan que ya había implementado la iglesia de Battle Creek en enero. Los asistentes al congreso “adoptaron unánimemente” el plan.92 Elena de White, enferma y desanimada, se sentía demasiado mal para asistir a la reunión. Cuando J. N. Andrews y J. N. Loughborough fueron y oraron fervorosamente por ella, se le dio una visión en la que se le mostró que Satanás había tratado de conducirla a la desesperación, que el mensaje a Laodicea necesitaría más tiempo que unos pocos meses para despertar al pueblo de Dios y que el plan de benevolencia sistemática “agradaba a Dios” (TI 1:171-175).
La organización de la iglesia
A lo largo de la década de 1850, James y Elena de White llamaron al “orden eclesiástico” u organización de la iglesia. Sin embargo, era difícil convencer a los creyentes de que la organización sería algo positivo. Muchos todavía recordaban que las iglesias establecidas se habían opuesto al mensaje de la segunda venida de Cristo entre 1843 y 1844. A esas iglesias se las consideraba parte de “Babilonia”, así que organizar la iglesia era tomado como una señal de apostasía. Aun la idea de elegir un nombre institucional se consideraba señal de Babilonia. Sin embargo, Elena entendía la organización como un medio de “extensión misionera eficaz”.93 James también vio otra dimensión: las implicancias legales. Sabía de algunos casos, en otros grupos adventistas, en los que la iglesia había construido edificios en propiedad privada para luego perderlos cuando el propietario dejaba el grupo. Por eso, debía ser la iglesia la dueña de la propiedad y no un miembro individual; y como solo las organizaciones inscriptas como personas jurídicas podían poseer propiedades, James defendía que el movimiento adventista sabatario adquiriese estado legal. Él vio, en especial, la necesidad de establecer una organización para la casa editora que, legalmente, en ese entonces, le pertenecía a él.94
Muchos veían negativamente el concepto de organización; sin embargo, después de extensos debates y discusiones, el 30 de septiembre de 1860, se decidió recomendar “la organización de una asociación publicadora que pueda tener posesión legal de la dependencia de la Review”.95 Ya que ahora estaba establecido que la casa editora necesitaba una organización legal, era necesario encontrar un nombre para la institución. El 1º de octubre de 1860, la iglesia eligió el nombre “Adventista del Séptimo Día”. Cuando Elena se enteró de la noticia, le agradó; y posteriormente, escribió: “El nombre adventista del séptimo día coloca al frente las verdaderas características de nuestra fe y convencerá a la mente inquisitiva. Como una flecha de la aljaba del Señor, herirá a los transgresores de la Ley de Dios, y los conducirá al arrepentimiento para con Dios y a la fe en nuestro Señor Jesucristo” (SG 4b:55).
El sin nombre
La razón por la que Elena de White no estuvo presente en la votación del nombre denominacional era que, solo once días antes, había dado a luz a su cuarto hijo (SG 2:294).96 Sin embargo, el niño todavía esperaba que le pusieran nombre. Luego, James viajó a Wisconsin para unas reuniones,