Denis Fortin

Enciclopedia de Elena G. de White


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la noche del 19 de noviembre, el bebé enfermó de gravedad (Ct 15, 1860). James partió hacia su casa apenas supo de la enfermedad de su hijo, y tres semanas después, el 14 de diciembre, el niño murió. En algún momento antes del funeral, lo llamaron John Herbert White; y lo sepultaron en el Cementerio Oak Hill, en Battle Creek, el 17 de diciembre de 1860. Elena se desmayó en el funeral y, cuando regresó a su casa con su familia, sintió que el “hogar parecía solitario” (Ct 1861; SG 2:296).98 La muerte de su bebé le destrozó el corazón, como se ve en la carta que escribió poco después. “Cuidé por semanas a mi hijo sufriente, con sentimientos angustiosos que no puedo describir y, al final, fui testigo de su lucha con la muerte, del cierre de sus ojitos; pero no pude encontrar alivio llorando. Mi corazón estaba listo para explotar, pero no podía vertir ni una lágrima. Su pequeño ataúd estaba cerca de mí en la sala de velatorio. Fijé mi vista sobre él con tales sentimientos de soledad como nadie más que una madre que perdió a un bebé puede sentir” (Ct 1, 1861).

       La amenaza de la guerra

      Menos de un mes después, en enero de 1861, Elena participó en la dedicación del edificio de una nueva iglesia en Parkville, Michigan. Su oración fue interrumpida por una visión que duró veinte minutos. Cuando salió de la visión, relató lo que había visto:

       La organización de asociaciones y de la Asociación General

       La formación de la iglesia y su misión (1863-1881)

      El foco principal de las visiones de Elena de White en la segunda mitad de la década de 1840 fue guiar, al pequeño grupo de creyentes, hacia un fundamento bíblico para su fe. Durante la década de 1850, sus consejos incentivaron la obra de las publicaciones y la organización de la iglesia. Después del establecimiento de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, el 21 de mayo de 1863, sus visiones se enfocaron en otros aspectos de la preparación de la iglesia para la misión mundial.

       La visión de la Reforma Prosalud integral

      “Se me mostró que era un deber sagrado prestar atención a nuestra salud y hacer ver a otros su propia responsabilidad, en lugar de cargar su caso sobre nosotros. Seguimos teniendo el deber de hablar, de manifestarnos, contra la intemperancia de todo tipo –en el trabajo, en la comida, en la bebida y en el uso de medicamentos–, para luego remitir a las personas hacia los maravillosos remedios divinos: agua, pura agua blanda, para las enfermedades, para la salud, para la limpieza y por gusto. [...] Vi que, no debemos callar acerca del tema de la salud, sino despertar las mentes al respecto” (Ms 1, 1863, en MI 5:124).

       El servicio militar y la Guerra de Secesión

      Los problemas y las perplejidades aumentaron con el estallido de la Guerra Civil estadounidense el 12 de abril de 1861. La “fiebre de guerra” disminuyó el interés público por las reuniones de evangelización y el tema de la participación de los adventistas en la guerra se convirtió en un gran dilema.