me ayudó y ahora lo llevamos a la oficina para que Uriah [Smith] haga la reseña. Creo que saldrá un folleto de 32 páginas” (Cts 41, 44, 1874). En agosto, James se reencontró con ella para asistir juntos en el congreso campestre de Michigan y para la inauguración del colegio.
El primer colegio adventista
El Colegio de Battle Creek se inauguró oficialmente el 24 de agosto de 1874. Surgió a partir de la escuela que Goodloe Harper Bell había comenzado con doce alumnos en el verano de 1872. Al principio del año escolar de 1873, el consejo escolar reemplazó a Bell por Sidney Brownsberger, de 28 años, que tenía un título de maestría de la Universidad de Michigan. Los White estaban comprometidos incuestionablemente con la idea de un colegio que capacitaría a obreros denominacionales. Sin embargo, James y Elena no estaban contentos con la ubicación elegida para el colegio; y una lectura cuidadosa del artículo “La educación apropiada” (TI 3:147-178) muestra que un lugar rural habría sido preferible a una ciudad como Battle Creek. Pero, finalmente, otras consideraciones tuvieron más peso en la decisión definitiva de la ubicación del campus. En el otoño, ella leyó “La educación apropiada” ante el consejo escolar, enfatizando la necesidad de combinar el trabajo físico con los estudios intelectuales. Sin embargo, aunque Brownsberger admitió que no tenía conocimiento sobre esa clase de educación ni experiencia en el área, el consejo escolar consideró que el título académico de él era demasiado valioso como para descartarlo en favor de las innovaciones que Elena sugería. Ella quedó profundamente decepcionada pero, con James, “continuaron apoyando el colegio y trabajando por su éxito”.149 Elena reconocía la importancia de las “ciencias”, una referencia a los demás cursos académicos, pero insistía en que “la Biblia debe ser central en toda instrucción”.150 Tres años después, ella reiteró el propósito del colegio: “El colegio de Battle Creek fue fundado con el propósito de enseñar ciencias y, al mismo tiempo, llevar a los alumnos al Salvador, origen de todo el conocimiento verdadero. La educación adquirida sin la religión de la Biblia está privada de resplandor y gloria. [...] El gran objetivo de la fundación de nuestro colegio fue dar visiones correctas y mostrar la armonía de la ciencia con la religión de la Biblia” (TI 4:269).
Durante el verano y el otoño de 1874, se había construido un nuevo edificio y, en diciembre, el colegio se pudo mudar a él. La dedicación del colegio se planificó para el 5 de enero de 1875, pero Elena estaba enferma de gripe. Cuando J. H. Waggoner, Uriah Smith y James White fueron y oraron por ella, recibió una visión,151 después de la que “ella [...] le dijo a sus oyentes que, en no mucho tiempo, debemos enviar pastores a tierras extranjeras, que Dios bendeciría sus labores y que, en muchos lugares, habría un trabajo de publicación de la verdad presente. Ella dijo que, en la visión, había visto imprentas funcionando en muchas tierras extranjeras, imprimiendo revistas, folletos y libros que contenían verdades sobre la santidad del sábado y la pronta venida de Jesús. En este punto, papá [James] interrumpió y dijo: ‘Elena, ¿puedes decirnos los nombres de esos países?’ Ella vaciló un momento y después dijo: ‘No, no sé los nombres. La imagen de los lugares y de las imprentas es muy clara y, si llegara a verlos, los reconocería. Pero no escuché los nombres de los lugares. Oh, sí, recuerdo uno, el ángel dijo Australia’ ”.152 En ese momento, la denominación tenía dos casas editoras y una institución sanitaria, y estaba por dedicar su primer colegio. La iglesia acababa de enviar a J. N. Andrews a Europa, pero pasarían años antes de que la Iglesia Adventista tuviera imprentas en Europa u otro tipo de obra en Australia.
Dificultades con su esposo
James y Elena de White tenían una relación inusual para los Estados Unidos del siglo XIX. Las tensiones normales de un equipo ministerial –estar juntos, a menudo, casi 24 horas al día, siete días por semana– se intensificaban por el conflicto potencial entre la autoridad de James como presidente de la Asociación General y la de Elena como profetisa. (Ver *Casamiento de James y Elena de White y *Mujer, Problemáticas relacionadas con la).153
James tenía una personalidad enormemente enérgica, talentosa, dedicada y perseverante. Sin su empuje y liderazgo, probablemente no existiría la “Iglesia Adventista del Séptimo Día como la conocemos hoy”. Su energía y persistencia llevaron a implementar las ramas “publicadora, administrativa, médica y educativa” del programa adventista. Sin embargo, su personalidad dominante, combinada con su mala salud después de 1865 (a lo largo de los años, tuvo por lo menos cinco accidentes cerebrovasculares), hacía de él una persona con la que, a menudo, era difícil convivir. Después de su primer ataque, “su incapacidad para confiar en otros, para tomarse las cosas con calma o para delegar autoridad influenció el resto de su vida”.154 Aunque, a veces, sufría de depresión grave, e hizo “declaraciones y acusaciones imprudentes”, él continuó haciendo “grandes contribuciones” a la iglesia, logrando “más [de lo] que tres o cuatro hombres combinados” conseguirían. Sin embargo, sus problemas afectaron su relación con otros líderes de la iglesia, así como también con su esposa y sus hijos.155
Un período de tensión grave en el matrimonio White empezó en la primavera de 1874, cuando ellos estaban en Oakland, California. Elena sintió un fuerte llamado a viajar al este y dirigir congresos campestres, pero era reacia a hacerlo sin James. Sin embargo, él tenía la intención de lanzar el nuevo periódico Signs of the Times. Además, su estado de ánimo era tan impredecible, que Elena creía que él no estaba en condiciones de enfrentar la tensión pública del circuito de congresos campestres.
Cuando James se dio cuenta de la grave falta de fondos de la Pacific Press, Elena propuso asistir a los congresos campestres y usar la oportunidad para recaudar fondos para la Pacific Press. James no quería verla partir pero, cuando el impasse fue planteado de esta manera, accedió y ella partió ese mismo día (4 de junio), antes de que él pudiera cambiar de idea. (Ver sección anterior, “Fundación de la Pacific Press”.) Durante siguiente mes, Elena le escribió una carta o una postal por día. Para el 7 de julio, James se sentía mucho mejor y, el 4 de agosto, se reunió con ella en Battle Creek, donde reanudaron su equipo ministerial. Habían trabajado por separado por solo dos meses.
Un período similar de tensión ocurrió en la primavera de 1876. Esta vez, fue Elena quien estuvo instalada cómodamente durante unas semanas en las que tuvo la rara oportunidad de escribir ininterrumpidamente, y se dedicó al manuscrito “Life of Christ”, que había comenzado en 1872 (Bio 3:22). Al destinar mucho tiempo a escribir, pudo publicar, en los dos años siguientes, los tomos 2 y 3 de The Spirit of Prophecy, que abarcan grandes partes de la vida de Jesús en la Tierra.156
Por su parte, James partió el 22 de marzo de 1876 para cumplir con responsabilidades administrativas en Battle Creek, seguidas de congresos campestres. Instó repetidas veces a Elena para que lo acompañara, pero ella quería continuar escribiendo sobre la vida de Cristo. Elena sentía que, bajo sus actuales circunstancias, era mejor que estuvieran separados, pues ella no podía explicar los cambios repentinos de humor y de sentimientos de su esposo. Elena le confió a su amiga cercana, Lucinda Hall que, frecuentemente, James se enojaba y se quejaba, se ponía nervioso, censuraba y criticaba. Ella tenía la impresión de que él quería darle órdenes como si fuera una “niña”. Cuando estaba de ese humor, él hablaba con tanta aspereza, que ella no se sentía “feliz en su presencia” y dudaba realmente de que su esposo deseara la suya. Elena ya no sentía “la libertad de orar con él” como habían disfrutado antes. Es obvio que ella estaba exhausta cuando le escribió a Lucinda Hall, diciendo: “No he perdido el amor por mi esposo, pero hay cosas que no puedo explicar” (Cts 64, 65, 67, 1876, en HD 324-330, 333; Bio 3:22).
Aunque Elena le escribía diariamente a su esposo, siguió dedicándose a su propio trabajo. El 14 de mayo le informó que su primer tomo sobre la vida de Cristo (SP, t. 2) estaría listo en cuatro semanas y que, entonces, se reuniría con él en el congreso campestre de Minnesota. Sin embargo, solo una semana después de escribir esta nota, ella empaquetó sus escritos y tomó el tren al este para encontrarse con su esposo en el congreso campestre de Kansas, el 27 de mayo. Pasaron el resto del verano hablando en congresos campestres, catorce en total. Ella trabajaba