recibido hasta ese momento (Ct 4a, 1881; Ct 5a, 1881; Ct 8a, 1881).168 La gente afirmaba que no se podía confiar en Elena porque estaba “influenciada” por varias personas cercanas a ella. Casi exhausta, ella les explicó a Willie y a Mary que James White estaba usando los escritos de ella para desvalorizar a G. I. Butler y a S. N. Haskell, que servían como presidente y secretario de la Asociación General desde el retiro de James por un derrame. Luego, surgió un conflicto entre James y el Dr. J. H. Kellogg, y ambos usaron palabras de ella como munición verbal. El doctor hasta iba a ella “para obtener expresiones de [ella] respecto de asuntos de la causa” en los cuales ella “no podía apoyar” a su esposo, solo para usarlas en contra de James para destruir su influencia (Ct 5a, 1881). En un sueño que había tenido el año anterior, ella había visto que Kellogg juntaba piedras –“los errores del pastor White”– para apedrearlo “a muerte”, y que James juntaba una pila similar para apedrear al doctor (Ms 2, 1880, en MR 12:10, 11). En resumen, personas destacadas estaban utilizando los testimonios de Elena de White para autojustificarse mientras, al mismo tiempo, dudaban de la validez de las palabras de ella cuando otros las citaban. Elena dijo: “Esta falta de armonía me está matando. Tengo que hacer caso a mi propio consejo y no confiar en nadie” de Battle Creek. Todos debían “trabajar en favor de la armonía. Que no haya divisiones entre nosotros. Debemos presentarles un frente unido a nuestros enemigos y a nuestro pueblo. Esta separación es obra de Satanás. Debemos cerrar la puerta a las estratagemas de Satanás. Debemos desear el afecto y el amor. Nos estamos volviendo duros, incomprensivos. [...] Dios no se complace con estas actitudes duras, críticas, férreas entre nosotros como pueblo. Es hora de que este asunto termine y que se aprecie otro espíritu más semejante a Cristo. Necesitamos que Jesús, en cada momento, nos enternezca el corazón y nos haga más bondadosos, compasivos y corteses” (Ct 5a, 1881).
Por meses, Elena se sintió “aplastada y abatida” pero, finalmente, pudo entregar su carga a Jesús y hallar paz. En la tarde o noche del 16 de julio de 1881, les leyó en privado una “gran cantidad de páginas” a Kellogg y a su esposo. Tres días después, llamó a “todos los hombres responsables de la iglesia y de las instituciones”, y leyó de nuevo el documento sobre J. H. Kellogg y sobre James White.169 Como resultado de esas y de otras reuniones realizadas en el lapso de una semana, se logró un avance dramático en la iglesia de Battle Creek (Ct 8a, 1881).170 Toda la situación había sido un conflicto de presunta “influencia”. Cuando Elena reprendía los males existentes, algunos presumían que ella estaba influenciada por su esposo; mientras que su esposo suponía que los demás le habían inculcado prejuicios en su contra cuando ella lo reprobaba por sus males (ibíd.).171 Por esta época, James tenía algunas premoniciones de que ocurriría un gran cambio y, teniendo eso en mente, le dijo a Elena: “Confieso mis errores y pido tu perdón por cualquier palabra o acto que te haya causado pena. No debe haber nada que estorbe nuestras oraciones. Todo debe estar bien entre nosotros, y entre nosotros y Dios” (Ms 6, 1881, en Fl 168 47).
El sábado 30 de julio, James “inició el culto” en la iglesia de Battle Creek “con cantos y oración”, y Elena predicó el sermón. Dos días después, el 1º de agosto, James sufrió un grave resfrío, que se pensó que era fiebre palúdica. El miércoles lo llevaron al Sanatorio de Battle Creek y, un día después, tuvo otro derrame. Murió a las 17 del sábado 6 de agosto de 1881, dos días después de cumplir sesenta años (ibíd., pp. 50, 52).172 Se decidió que el funeral sería el sábado 13 de agosto, para que pudieran asistir Willie y Mary, que estaban en Oakland, California. La semana siguiente al funeral, Elena habló una vez más en el tabernáculo. Después, ella y su nuera partieron a Colorado, dejando que Willie y Edson se ocuparan de los asuntos financieros de James White (Bio 3:181, 182).173 Ciertos “amigos” de Elena querían levantar una “columna quebrada como monumento” en la tumba de James, como muestra del hecho que había muerto con apenas sesenta años. Ella replicó: “¡Nunca!, ¡nunca! Ha hecho sin ayuda la obra de tres hombres. ¡Nunca se pondrá sobre su tumba un recordativo quebrado!” (Ms 8, 1904, en MS 1:127).174 Más allá de los desafíos que James y Elena vivieron en su matrimonio después de los derrames de él, ellos se amaban mutuamente. Un año antes de su muerte, James escribió que Elena había sido su “corona de alegría” a lo largo de su vida matrimonial (LS80 126, 127). Cinco semanas después de la muerte de James, ella escribió: “Estoy convencida de que mi vida estaba tan entrelazada o entretejida con la de mi esposo que es casi imposible para mí ser de alguna importancia sin él” (Ct 17, 1881).175 Y 18 años después, Elena escribió: “¡Cómo lo extraño! ¡Cómo anhelo sus palabras de consejo y sabiduría! ¡Cómo anhelo oír sus oraciones fundiéndose con las mías pidiendo luz, dirección y sabiduría para saber cómo planificar y trazar la obra!” (Ct 196, 1899).176 Ella sentía que James era “el mejor hombre que hubiera caminado sobre la Tierra” (Ms 131, 1906, en Bio 1:84).
La lucha por el evangelio en países extranjeros (1881-1900)
James White acompañó a Elena durante 36 años. Ahora, una era llegaba a su fin. Juntos pusieron el cimiento teológico del movimiento adventista (década de 1840) y dieron inicio a su próspera obra de las publicaciones (década de 1850). Juntos enfatizaron la necesidad de la organización de la iglesia y, finalmente, la instauraron (década de 1850 y principios de la de 1860). El estilo de vida adventista cambió debido a la influencia de ellos (década de 1860), que también insistieron en la necesidad de educar a los miembros para cumplir la misión de la iglesia (décadas de 1860 y 1870). Ella dirigió la atención de la iglesia hacia las Escrituras, el gran conflicto cósmico que se libra en el universo, y el amor y la pasión de Dios por la humanidad, todo mediante sus libros sobre el tema del Gran Conflicto: Spiritual Gifts, tomo 1; y The Spirit of Prophecy, tomos 1 al 3. Las enfermedades de su esposo la forzaron a hablar en público cada vez más, y la muerte de él terminó abruptamente con este período.177 Ahora, ella tenía que recorrer el camino de la vida sin él.
Ayuda en la obra literaria y en asuntos comerciales
Durante el año posterior a la muerte de James White en agosto de 1881, Elena atravesó el duelo por la pérdida de su esposo y se enfermó físicamente; la suma de estas dos situaciones le causaron tal pesadumbre, que ella pensaba que su vida terminaría pronto. En ese frágil estado de salud, Elena decidió asistir al congreso campestre que se realizó del 5 al 17 de octubre de 1882 en Healdsburg, California. Según varios informes que lo corroboran, ella experimentó una curación repentina, visible ante todos, mientras estaba de pie frente a la congregación (ST, 2/11/1882; Ct 82, 1906).178 Poco después, Elena tuvo una visión nocturna en la que se le dijo que Dios había provisto a alguien que le ayudara en su obra en ausencia de su esposo.
“El poderoso Sanador dijo: ‘Vive. He puesto mi Espíritu en tu hijo, W. C. White, para que pueda ser tu consejero. Le he dado el espíritu de sabiduría, y una mente perspicaz y perceptiva. Tendrá sabiduría para aconsejar y, si anda en mi camino y realiza mi obra, será guardado y se lo capacitará para ayudarte a llevar ante mi pueblo la luz que te daré. [...] Estaré con tu hijo y seré su consejero. [...] Tendrá sabiduría para defender la verdad; porque me haré cargo de su mente y le daré buen juicio en los concilios a los que asista en relación con la obra. [...] Tu hijo estará perplejo por muchas cosas que enfrentará mi pueblo, pero debe esperar y velar y orar; y permitir que las palabras de Dios lleguen al pueblo, aunque no siempre pueda discernir inmediatamente el propósito de Dios’ ” (Ct 348, 1906, en Fl 116 19-24).
Ya hacia fines de 1881, ella había comenzado a expresar su deseo de que su hijo Willie se uniera a su obra de manera regular. En agosto de 1884, escribió: “Edson no puede asistir a los congresos campestres conmigo, porque su actividad exige su presencia”. Y continuó: “Me alegra que se sienta inclinado a atenerse a su negocio, pero [...] le daría carácter [dignidad] a mi obra si uno de mis hijos pudiera ayudarme mientras viajo” (Ct 49, 1884). Una de sus necesidades urgentes y continuas después de la muerte de su esposo en 1881 era alguien con quien pudiera tener intercambio espiritual e intelectual, alguien que entendiera y apreciara sus puntos