un idealismo con un toque de audacia, un sentido de misión, integridad, un deseo de liderazgo y un espíritu de dedicación casi puritano. Fueron un grupo sobresaliente, con fuego revoloteando en sus vientres y una tendencia a rebelarse contra las reglas establecidas. Por lo tanto, cada vez que se les daba la más mínima esperanza, elegían salir y desafiar al mundo, incluso si las probabilidades de ganar eran escasas. Los fundadores de los cuatro principales fabricantes chinos de telecomunicaciones, Great Dragon, Datang, ZTE y Huawei, están todos cortados por la misma tijera.
En aquellos días de reformas que prácticamente palpitaban con un entusiasmo desenfrenado, esta generación de empresarios irradiaba una vitalidad inherente exclusivamente suya, que rara vez seguimos encontrando en China.
Ley de la jungla: la supervivencia del más apto
Mirando hacia atrás, uno no puede evitar sentir el mayor respeto por esta banda de intrépidos quijotes de la vieja escuela. En sus comienzos, los cuatro principales fabricantes de telecomunicaciones de China estaban hambrientos de financiamiento, tecnología y talento. Incluso las empresas patrocinadas por el gobierno casi se desmoronan, al igual que Huawei, una empresa privada con un capital de trabajo inicial de alrededor de 21,000 yuanes. Estaban compitiendo con los rivales más duros del mundo.
Los nueve fabricantes internacionales de equipos de comunicaciones que realizaban negocios en China habían operado durante un total combinado de 1,139 años. Ocho de los nueve tenían más de un siglo de antigüedad en ese momento. En comparación, estas compañías de telecomunicaciones locales eran como cientos de crías recién nacidas, nuevas en el mundo y tropezando, cada una yendo por su cuenta. Participaron en una sangrienta competencia con sus contrapartes occidentales, que en comparación eran como elefantes fuertes y maduros. La palabra «sangrienta» aquí no es una exageración: la ley de la jungla es brutal, y los cuatro principales fabricantes chinos de telecomunicaciones llegaron a la edad adulta sobre los huesos de cientos de compañías que los elefantes habían pisoteado hasta matar. Incluso Great Dragon, el precursor de las compañías de telecomunicaciones chinas, llegó a su fin.
Pero el tiempo trae aires de cambio. En tan solo unas cuantas décadas, la industria china de telecomunicaciones ha progresado a pasos agigantados, habiendo ascendido en las filas para unirse a Estados Unidos y Europa como una de las tres mejores del mundo. Durante este periodo, las compañías de telecomunicaciones nacionales de China se fortalecieron a través del fracaso y la derrota, la derrota y el fracaso, ganando victorias en el mercado de China y más tarde en la arena global, sorprendiendo a sus contrapartes gigantes en Occidente. Al mismo tiempo, los pilares del mercado internacional de telecomunicaciones disminuyeron en número a través de fusiones y adquisiciones, o del colapso total. Solo unos pocos miembros del antiguo régimen, como Ericsson, aún pueden competir con los impredecibles recién llegados como Huawei y ZTE. En 2010, Huawei figuraba entre las Fortune 500 con el lugar 397, la única empresa china de propiedad privada que aparece en la lista. En 2014, ascendió al número 285 de la clasificación. Y en 2013, Huawei superó a Ericsson en ventas, arrebatándole su posición de todos los tiempos como líder de la industria.
La predicción de Ren Zhengfei de que Huawei algún día se convertiría en uno de los tres principales fabricantes de telecomunicaciones del mundo se ha hecho realidad. Ahora se está enfocando en cómo crear un ecosistema de negocios internacional equilibrado y cómo garantizar un crecimiento sin dificultades, al mismo tiempo que Huawei impulsa su expansión global.
El ascenso de Huawei al protagonismo
Tenemos mucho respeto por competidores como Huawei.
Hans Vestberg, CEO de Ericsson
La historia de Ren Zhengfei sería una increíble historia de éxito en Estados Unidos.
Bruce Claflin, Presidente de 3Com Corporation
El aumento de firmas locales como Huawei es un desastre para las multinacionales.
The Economist
Esta compañía está en el mismo camino que Ericsson para convertirse en un gigante global. Ahora todos estos gigantes de las telecomunicaciones ven a Huawei como el competidor más peligroso.
Time
Hace unos años, un periodista de The Wall Street Journal le preguntó a John Chambers, CEO de Cisco Systems, «¿Qué empresa le preocupa más entre todos sus competidores?». Chambers respondió sin vacilar: «Muy simple: hace 25 años, ya sabía que mi principal rival vendría de China. Ahora puedo ver que es Huawei».
Algunas de estas observaciones pueden parecer un poco efusivas, pero ninguna otra empresa en China se ha ganado el respeto de los mercados en Europa y América, ni ha infundido ese miedo en sus competidores internacionales.
Entonces, ¿cómo lo hizo Huawei? Requirió de una combinación de estar en el lugar correcto en el momento correcto. Hace 27 años, Huawei nació en un edificio residencial en Shenzhén como una sociedad de responsabilidad limitada. Esta incipiente compañía tenía un exiguo capital de trabajo inicial de 21,000 yuanes. De acuerdo con las regulaciones del gobierno de Shenzhén en el momento (1987), una empresa de tecnología privada debía tener al menos 20,000 yuanes como capital registrado y al menos cinco accionistas. Sin embargo, Ren Zhengfei solo tenía 3,000 yuanes en su haber. Para obtener una licencia comercial, buscó otros cinco socios y acumuló suficiente capital para cumplir con los requisitos de registro. En los años venideros, los socios originales fueron recompensados generosamente por su apoyo inicial, y Ren Zhengfei siguió adelante por su cuenta, preparando el escenario para el esquema de participación de los empleados. Veintisiete años después, a fines de 2014, Huawei tenía 170,000 empleados en más de 170 países y regiones, atendiendo a más de un tercio de la población mundial y liderando en el mundo en aplicaciones de patentes internacionales.
El éxito de Huawei, en todos los sentidos, atestigua el éxito de la política de reforma y apertura de Deng Xiaoping.
A mediados de la década de los ochenta, conforme los tiempos cambiaban y el entorno con ellos, los responsables políticos en China no estaban seguros de cuál era la forma y dirección que debían tomar los rumbos del país. Incluso Deng Xiaoping, el arquitecto maestro detrás de todo el movimiento, no pudo producir un plan claro. Así que propuso la idea de «buscar piedras al cruzar el río», es decir, avanzar y resolver las cosas a lo largo del camino. También impulsó la teoría de que «no importa si es un gato blanco o un gato negro; un gato que atrapa ratones es un buen gato», afirmando que la ideología económica no es importante, siempre y cuando las personas contribuyan al desarrollo de China. En ese clima político particular, aunque estas pautas eran simples y expresivas, no fueron fáciles de implementar. En aquellos días, sin un poco de temeridad, espíritu aventurero e incluso un toque de ingenuidad, habría sido difícil para esa generación de espadachines armarse para lanzarse al negocio privado.
Afortunadamente, Deng Xiaoping era un firme creyente del método de prueba y error, alentando a todos a salir y experimentar con ingenuidad y aplomo y, si cometían errores, simplemente desecharlos e intentarlo de nuevo. Cuando todas las secciones representativas de la sociedad pudieron liberar plenamente su potencial, las reformas progresivas del país tuvieron un gran éxito. China pasó de ser una economía planificada a una economía de productos básicos planificada, luego a una economía de productos básicos y finalmente a una economía de mercado. A lo largo de este proceso, los empresarios chinos se levantaron y cayeron en medio de los vertiginosos giros y vueltas de los sistemas y regulaciones en evolución. Sin embargo, el objetivo de China en los últimos treinta años ha sido claro: implementar una economía de mercado.
Los altibajos de sus cuatro principales fabricantes de equipos de telecomunicaciones ejemplifican perfectamente el periodo ondulante de crecimiento durante la reforma y apertura de China.
A finales de la década de los ochenta, un grupo de altos funcionarios de I+D del ELP fundaron Great Dragon, que se convirtió en una brillante estrella del sector de las telecomunicaciones. Al mismo tiempo, Datang y ZTE se establecieron bajo dos ministerios del gobierno central y, al igual que Great Dragon, fueron las «mascotas» del país en la era de una economía planificada. El gobierno prodigó fondos y políticas de apoyo a estas empresas estatales