sus hijas. Que es momento que yo me encargue de todo. Es un cretino.
—Mamá...
—Defne, yo siempre he querido que lleves una vida perfecta. Hija, yo siempre lo he querido. Pero no sé si el dinero de mi actual trabajo sea suficiente para todo. Tendré que pedir el apoyo de tus abuelos.
—No, no lo hagas.
Los abuelos son gentiles conmigo, pero muy críticos con la vida de mi madre. Ellos detestaban a papá, no querían que se case con él, ni formara una familia. Decían que mi padre era un arribista y sí que lo fue. Cuando él logró iniciar y establecer la empresa de sus sueños, gracias a la inversión de mis abuelos, dejó a mamá. Desde ese entonces, nuestra relación no ha sido estrecha.
—No debí contarte esto.
—Claro que sí —refuto—. Mamá, no te lo había dicho antes, pero me he sentido muy vacía hace un tiempo. Quiero sentirme útil y esta es la oportunidad que necesito. Yo podría trabajar.
—Eso no, hija.
—Como modelo —mama ríe y acaricia mi mejilla. Sé que mi idea no es muy genial que digamos. Para cuando yo consiga ser modelo, papá conseguirá reestablecer su empresa y Loann se enamorará de mí. El tiempo es algo que nos juega en contra a las dos.
—No hablo en serio con lo de ser modelo, pero sí de conseguir un trabajo. Le pediré a Larry que me ayude. No necesitamos a papá para salir adelante.
El rostro de mamá se ilumina. La estrecho en un fuerte abrazo y le doy ánimos para seguir adelante con unas cuantas cosquillas. Cuando estamos muy cansadas de reír, le anuncio la llegada del nuevo integrante a la familia. Al principio recibe la noticia un poco reacia a la idea de tener un cerdo en casa, pero después de explicarle que pueden llegar a ser muy limpios con buenos cuidados, acepta al pequeño.
Entre tanta risa, me llega la preocupación. Conseguir un trabajo es difícil hoy en día, más para alguien con tan poca/ nula experiencia como yo. Quizás podría asesorar en moda o maquillar a mis amigas, o buscar algo acorde a mis habilidades. Aún no lo sé, pero debe ser algo rápido. Estoy segura de que mi madre aún no toma en serio mis propuestas de ayudarla con los gastos y limitarme con el dinero, siempre he utilizado las tarjetas de crédito a mi anchura y gusto. Ahora debo ser más consciente. Esta es mi oportunidad para demostrar que algo se ha encendido dentro de mí. Algo me está haciendo desear ser mejor persona. No quiero dejarla escapar.
El resto de la tarde ayudo a mamá en la edición de sus manuscritos. Quedo tan cansada que cuando llego a mi habitación, lo único que anhelo es dormir.
Antes de cerrar los ojos, tomo mi móvil y reviso mis redes sociales. Mi última foto posteada tiene muchísimos corazones, pero no los suficientes para compensar a mi corazón enamorado. Entro a mi cuenta alterna, una cuenta falsa y sin fotografía con temática de perritos, y abro el perfil de Disney. Ella no sube muchas fotos nuevas, así que termino rápido. Después de eso y, con el corazón en la boca, reviso la de Loann. Acaba de subir una foto con Lilian y, en la descripción, ha puesto en letras cursivas: El amor de mi vida.
Dejo el móvil a un costado y me duermo no solamente cansada, sino con el pecho doliendo y una que otra lágrima boba en mi mejilla.
Séptimo Intento
El almuerzo en el cafetín solía gustarme antes, cuando JC y yo éramos novios y él podía presumirme a todo el grupo diciendo que era el hombre más suertudo del planeta. Pero ahora ver a JC tratando de causarme celos besuqueándose con Trina a escasos metros de distancia, lejos de ser doloroso, es molesto.
Todos en esta mesa “privilegiada” no son más que niñatos que no entienden la diferencia entre universidad pública y universidad de paga. Para ellos estar aquí es un pasatiempo más y dan por su vida resuelta.
Me pregunto qué pensarían ellos si supieran que Defne Prinsloo es ahora una chica del grupo “x”.
Los observo a todos mientras hablan de sus gustos banales. Las gemelas Erika y Jessica son idénticas en todos los sentidos, valga la redundancia. Un par de morenas de piel canela tan materialistas y falsas como los implantes de senos de Trina. Y Trina, una asiática de rostro fino, que no contenta con su delgadez, decidió hacerse unos arreglos en varias zonas del cuerpo, incluso en los labios. Los chicos la comparan con Kylie Jenner, pero Larry dice que ella parece más una muñeca inflable mal hecha.
¿Se nota que nos cae mal?
Y es que Trina Halth siempre ha tratado de retarme en todo. Dice que soy muy cucufata para estar en este grupo y que algún día mis aires de grandeza se estrellarán a la basura. Es por eso que de entre todos, ella es la que menos debe saber mi amor por Loann. Me haría la vida imposible.
Podría ser una filósofa toda la hora libre que tenemos, yo podría, pero me es imposible cuando Loann Cooper decide entrar a la cafetería.
Suspiro profundo desde de mi asiento, apoyo mi mentón en una mano y me dejo hipnotizar por un sexi Loann con camiseta celeste, comprando gentilmente una manzana y un yogurt. Además de hermoso, es saludable y atlético.
Loan bebe el contenido del envase, se limpia los labios con una servilleta que la mujer del cafetín le obsequia y luego arroja el yogurt hacia un tacho de basura que lleva el nombre de “plásticos”. Además de hermoso, saludable, atlético e inteligente, piensa en el futuro del planeta.
¿Quién es la madre de este hombre? ¿Michelle Obama?
Una de mis cejas sube al notar que esta vez no va acompañado de Disney.
Oh, tierno y dulce cachorrito indefenso.
Planto las manos sobre la mesa con determinación, debo idear una buena excusa para ir tras de él sin parecer que estoy teniendo unos fuertes impulsos por limpiar esa mancha de yogurt que quedó en la punta de su nariz.
Loann camina hacia una de las mesas y se detiene junto al grupo de perdedores. Lo observo tomar asiento junto a una tipa de cabello ensortijado y luego colocar una mano en su hombro para atraerla en forma divertida hacia él. Podría estar sintiendo celos ahora mismo, pero no tardo en percatarme que ese es el círculo amical de Loann y la cucarachita Disney. Es extraño verlo separado de esa garrapata por tan largo tiempo, pero no cabe duda que es algo que se debe aprovechar.
—Te toca —me dice Trina, arrojando los dados muy cerca de mí. La observo con un gesto interrogante.
—Mierda, Trina —interviene Larry—. Ella ni siquiera estaba enterada del juego. Acepta que tuviste menos puntos que todos.
—Si, bebé. Acéptalo y cumple tu castigo —comenta JC.
Larry le da una sonrisa de oreja a oreja a lo que él blanquea los ojos. Odio que Larry se comporte tan arrastrado con ese cretino. Mi amigo es genial.
Esperen... ¿Seré yo una arrastrada?
—Dinos de una buena vez si esas nalgas también son falsas, vamos Tri. Nadie puede tener ese trasero con un mes de sentadillas. Todos sabemos aquí que tú odias el ejercicio —dice Larry. Provocando que las gemelas y yo nos carcajeemos al unísono.
Trina murmura unas cuantas groserías y vuelve a tirarme los dados.
—Si no estás atenta al juego ¿qué haces aquí?
Solo por liberarme de la tensión de Trina, arrojo los dados sobre la mesa e intento caminar hacia la mesa de Loann. Aún no sé cuál será mi pretexto para hablarle, pero podría ser buena idea pedirle dinero para la manutención de nuestro rosado hijo adoptivo.
¿Existirá alguna ley que me ampare?
Los gritos de Trina aclamando que cumpla mi castigo, me detienen. Todo el grupo está muy atento a mi reacción cuando giro. Me percato que mi número de dados es el menor puntaje de todos, y que probablemente debo cumplir con algún ridículo castigo que me implante la penúltima perdedora. En este caso Trina Halth, a quien se le ocurren las ideas más “geniales”.
—Que nos muestre los senos —dice uno de los amigos