Tengo la intención de dejarla, pero cuando el bicho de los celos me pica tan fuerte como un cuchillo afilado, decido amarrarme el cabello con esta.
Esto luce mejor en mi cabello que en tu trasero, querido mío. Luego me lo agradecerás.
Podría pasarme todo el día explorando cada centímetro de esta gloriosa habitación, pero no me quiero arriesgar a más. Así que tomo la ropa deportiva de la silla, me quito los tacones rotos y me dirijo hacia la ducha que, probablemente, esté igual de pulcra que todo.
Loann Cooper además de sexi, es preocupado por el aseo.
Y JC.
JC con suerte y se cambiaba de calzoncillo para salir conmigo.
***
La ducha caliente siempre fue la mejor parte del día para mí, pero hacerlo usando el shampoo y gel de baño de Loann es un jodido sueño.
Quiero ver el rostro de Larry cuando le diga que estuve aquí y desnuda. O mejor, quiero ver el rostro de Larry un día cuando le diga que Loann y yo estuvimos desnudos en una ducha.
Si de fantasías hablamos, la mía es simple. Quiero que Loann Cooper me quite la virginidad. Puede que aún eso suene completamente imposible, pero ya tengo varias cosas a mi favor. La intención y mi habitación. Solo falta un pequeño detalle...
Que él quiera tener sexo conmigo.
Con esa idea caliente, envuelvo mi cuerpo en una de sus toallas blancas. Dejo mi cabello un poco mojado y camino a su habitación en busca de una secadora. Es mejor idea cambiarme ahí y descansar unos segundos desnuda sobre sus sábanas grises.
Una locura hecha realidad.
No olvido la zunga aterciopelada y la guardo en uno de los bolsillos del pantalón deportivo. De puntillas, abro la puerta del sanitario y segundos después, toda ropa que llevaba en mis manos cae al suelo.
Aprieto el borde de la toalla sobre mis pechos, intentado que la sorpresa no ocasione que esta caiga y me deje en el mayor de los ridículos. Mis ojos están tan abiertos como dos grandes platos tendidos y de mi boca amenaza con salir un hilo de saliva que trago al instante. Loann no se ha percatado de mi presencia hasta ahora. Está de espaldas y muy cómodo quitándose la camiseta, así que retrocedo un paso para regresar y esconderme tras la puerta. Sin embargo, en cuanto su torso se dobla para bajar sus jeans, mi atención se ve obligada a concentrarse en ese trasero de campeonato que Dios le ha regalado.
Hormonas, no se echen una carrera ahora mismo, por-favor.
Ojos, no miren esa zona.
Boca, mantente en tu lugar y no te desencajes.
Corazón, no me amenaces con salirte de mi pecho. Alto ahí.
Defne, idiota, no te enamores más de él porque ya no se puede. Gracias.
Cuando controlo a esos cinco, reúno todas las fuerzas que tengo y camino hacia la puerta. Luego la cierro delante de mí y me quedo estática por unos segundos. Estoy desnuda en la habitación de Loann con Loann desnudo a escasos metros de distancia. Si algo bueno he hecho esta vida, díganme qué. Nunca creí que esto me pasaría.
Imagino en mi mente un sin fin de posibilidades de que esto acabe bien. Y en todas ellas estoy bajo el cuerpo atlético de Loann besándonos fervientemente. Pero cuando escucho toques en la puerta principal de la habitación, esas ideas empiezan a parecer imposibles. Mi pulso se acelera y detiene cada tres segundos. Muero y revivo a cada instante, este chico llegará a asesinarme.
—¿Todo bien? —oigo preguntar a la señora Vega—. ¿Necesitas algo?
Mierda.
—Eh, mamá. Todo bien.
Doble mierda.
—¿Loann?! ¿Eres tú?
—Sí.
—Hijo, necesito charlar contigo.
—Mamá, iré a ducharme primero —lo escucho decir.
Triple mierda.
—Hijo, ¿está Defne contigo?
Loann no vuelve a responder y un silencio de terror se acentúa en toda la habitación. Creo que hasta ahora solo se escucha los fuertes y rápidos latidos de mi corazón y la respiración iracunda de Loann.
—¿Defne? —mi nombre en sus labios se escucha bello, pero el tono con el que lo ha pronunciado parece nada agradable.
Muero cuando escucho pasos cercanos tras la puerta del baño. Y revivo cuando veo la manija de la puerta moverse. Muero de nuevo cuando esta empieza a girar en una sola dirección.
Mierda elevada a la potencia mil.
***
La manija de la puerta gira en una sola dirección. Mi cerebro reacciona rápido ante la tensión y presiono el seguro de la perilla. Sin embargo, sé que solo me dará unos segundos antes de que Loann pregunte quién está detrás de esta puerta.
No quiero verme como la loca chica que logra escabullirse en todas partes con tal de estar junto a él, pero no puedo evitar que el destino me una a mi chico de hielo.
Acéptalo Loann, somos el uno para el otro bebé.
Estoy de pie, de espaldas a la división de madera que nos separa, con el corazón en su máxima velocidad y las emociones a flor de piel. Debatiéndome entre enfrentarlo o no. Imaginando escenarios positivos de sus reacciones al verme desnuda en su ducha. Pensando en la manera de cómo explicarle
Y entonces, giro.
Mierda, sí.
Lo haré, yo misma abriré esta puerta.
De pronto, su voz como una alerta para mis sentidos, me detiene.
Oh, rayos por qué tienes una voz tan sensual Loann.
—¿Quién está ahí? —pregunta. Y su interrogante se queda sin respuesta por varios segundos.
—¿Defne?
Muerdo mi labio inferior. Oh maldita sea, su boca pronunciando mi nombre es mi perdición. Pero no puedo hablar, temo que no me crea. Temo que piense que estoy tratando de joder su existencia solo por capricho.
Entonces, me decido y vuelvo a presionar el seguro de la perilla. Esta vez para darle absoluto permiso de entrar. La manija vuelve a girar y yo aprieto los ojos junto con las manos en mi pecho. Aún no ideo la forma de explicarle todo y...
Oh, por Dios ¿acaso dejé el cajón de sus calzoncillos abierto?
Mátenme.
La voz de la señora Vega inmunda la habitación. Mi respiración sigue contenida y mis ojos tan abiertos como dos platos tendidos. Annie continúa hablando, no puedo entender lo que dice, pero sí sé que es mi salvación. Loann desiste de abrir la puerta y aprovecho para exhalar. Luego, aún temblorosa, acerco una de mis mejillas a la puerta. Necesito oír lo que están hablando.
—¿Por qué no me lo habías dicho mamá? La chica está ahí, usando mi ducha y yo estuve a punto de irrumpir en ella. Pude haberla asustado —lo escucho decir.
La conversación me resulta tan interesante que ahora pego mi mejilla derecha para tener una mejor audición.
—Todo ocurrió esta tarde y acabas de llegar a casa. Por Dios, llegué justo a tiempo, qué bochornoso hubiera sido para la pobre muchacha.
Bueno...
Que Loann me vea desnuda está dentro de mi lista de sueños imposibles. Pero la señora Vega no debe saber que sueño con escenas no aptas para niños con su hijo.
—¿Cómo dijiste que se llamaba?
—Defne —responde la señora Vega. Llevo un puño a mi boca, temiendo por lo que Loann está a punto decir. Me preparo para sus frases hirientes y trato de endurecer mi corazón. Probablemente él quiera echarme de su