que… ignorábamos todo este… entramado tan complicado, nosotros creíamos que todo resultaría… mucho más fácil. ¿No es cierto Corinne?
—Sí… ciertamente. Ya nos imaginábamos que habría que hacer algunas averiguaciones, pero no hasta este extremo.
—¿Qué cantidad de números que no encajan posee el manuscrito? —preguntó el hombre mientras los jóvenes se miraban uno al otro interrogándose sobre si era prudente decírselo. Yves fue quien contestó a la directa pregunta.
—Ocho.
—Bueno, en este caso el trabajo queda algo reducido. Las Sephirots son 10, agrupadas de tres en tres, o sea, en tríadas. El 1-2-3, representan los atributos de Dios, el 4-5-6, son el Mundo Moral, el 7-8-9, el Mundo Físico y el número 10, es el resumen de los anteriores, la Armonía del Mundo. Las diez Sephirots o esferas de energía están unidas por veintidós canales principales, que se corresponden con otras tantas letras del alfabeto hebreo, las cuales, a su vez, poseen cada una de ellas un valor numérico y místico. Esas Sephirots y canales conforman el Árbol Sephirótico, Árbol de la Vida y el Conocimiento, existente en el primer hombre llamado Adam Kadmon, nuestro Anthropos. Se cree que se trata de un libro escrito por un judío neopitagórico, allá por el siglo iv de nuestra era, en el que se revela que la Creación es un proceso gradual de emanaciones procedentes del Innombrable, del Absoluto, del Incognoscible, en definitiva, de En-Sof. El cabalista detuvo sus explicaciones para mirar a Yves.
—¡Vamos hijo!, ¿no sueltas otra exclamación?
—Aunque lo haya dicho usted en tono irónico, he estado a punto de hacerlo, créame.
—Me lo imagino chico, me lo imagino… Por cierto, quisiera indicaros que existe una lejana posibilidad que el manuscrito y los números añadidos pertenezcan a épocas distintas. ¿Habéis pensado en ello? —Yves y Corinne se miraron sorprendidos. Aquel hombre tenía razón, jamás les pasó por la cabeza tal eventualidad.
—No pretendo desanimaros pero también es de vital importancia intentar reconocer variantes en el texto, posibles faltas ortográficas hechas adrede, caligrafía sinuosa y continuada que, de repente, cambia y rompe esa continuidad. La existencia de letras que destacan, por su medida o estilo de escritura, de las demás y que pueden ser usadas como iniciales que os conduzcan a la composición de un nombre. Todo es importante, no hay que dejar ningún rincón sin escrutar.
El asesoramiento de Kurt, era buena prueba de que estaba haciendo lo imposible para echarles una mano. Sus indicaciones y los diferentes sistemas para llevarlos a efecto eran trascendentales para su búsqueda. Yves estaba más que satisfecho y Corinne parecía algo más animada que al comienzo de la disertación.
—Olvidaba deciros que únicamente vosotros y sólo vosotros podréis decidir cuál es el sistema a emplear. Tened presente que si los 10 números sephiróticos no os dan una clara respuesta, entonces tendréis que hacer uso del alfabeto hebreo compuesto por 22 letras. Habrá que permutar letras y números. Pero aún así, tendréis que probar de hacerlo no sólo con el hebreo, sino con el alfabeto correspondiente a la lengua en que esté escrito dicho manuscrito —en aquel momento Yves se había llevado las manos a la cabeza como intentando poner orden a sus ideas.
—Perdonad este aluvión de información, pero creo que en definitiva era lo que veníais a buscar, ¿me equivoco? Por cierto, ¿queréis otro café?
—Si insiste —respondió Yves devolviéndole la sonrisa a Kurt.
Mientras el hombre preparaba una nueva colación, los jóvenes se inclinaron en sus respectivos sillones y juntando sus cabezas empezaron a cuchichear.
—¿Qué opinas? —preguntó Corinne.
—Pues que si toda esta información teníamos que encontrarla nosotros, a saber cuanto tiempo hubiésemos necesitado. ¿No te parece?
—La verdad es que está siendo muy amable y todo se lo debemos al rabino.
—Cuando seamos famosos y rodeados de gloria, tendremos que hacerle un buen regalo.
—Por lo que más quieras Yves, no empieces de nuevo con tus sarcasmos.
—Está bien mujer. Como todas, tú mandas —la mirada que le dirigió la muchacha en aquel momento, lanzó chispas. Corinne no era en absoluto una feminista radical, pero le gustaba que cada uno estuviese adecuadamente en el lugar que le correspondía, y su amigo Yves, se pasaba de la raya en numerosas ocasiones. Aunque tal vez ahí residía el encanto de su sincera amistad.
Cuando se hallaban pacientemente tomando sus respectivas bebidas, saltó la pregunta que esperaban desde hacía tiempo.
—¿Tenéis aquí la copia? —Corinne se inclinó hacia su bolsa pero detuvo su mano a medio camino para mirar a Yves. Éste, con una ligera inclinación de cabeza, le estaba indicando que podía entregársela.
El hombre desdobló el papel. Se inclinó con expresión grave y el entrecejo fruncido. Mientras, los minutos pasaban. El silencio que envolvía la sala parecía eterno. El hombre no decía nada, los ojos de acero fijos en el papel que recorrían una y otra vez. Corinne observó cómo una de las piernas de su amigo no cesaba de moverse a causa de su nerviosismo. Ella también empezaba a inquietarse. Kurt siguió analizando el papel hasta que finalmente levantó la cabeza para mirar a los jóvenes.
—¿Sucede algo? —balbuceó ella.
—No, no… Estaba simplemente averiguando… bueno, comprobaciones, ya sabéis. Interesante, sí… muy… interesante.
—¿Y bien? Qué… qué opinión le merecen esos números puestos en círculo, o sea rodeando el texto —añadió Yves.
—¿En círculo? —preguntó Kurt algo sorprendido— Veamos… Sí, ahora que lo dices… es cierto. Bueno, la verdad es que… estaba pendiente de las posibles combinaciones…
Yves se levantó y con el índice dibujó sobre el papel la forma del supuesto círculo. Lo hizo varias veces, pasando siempre por encima de los números insistentemente para demostrarle que aquello estaba muy claro. Kurt levantó su mirada hacia Yves una vez éste hubo terminado con su vehemente indicación.
—Sí, obviamente se trata de un círculo que está rodeando al texto… —dijo devolviéndole la copia—. Tal y como os he dicho, tenéis que buscar a través de distintas permutaciones y combinaciones posibles, un resultado coherente que posea algún significado. Si fuera el caso y los números hubieran sido escritos siglos más tarde, entonces tendrías que hacer uso de alfabetos modernos. Tenéis un arduo trabajo por delante.
—Eso haremos, señor Timmermans.
Corinne se levantó y empezó a ponerse la chaqueta con la ayuda de su amigo. Con la copia dentro del bolso y ya lista para salir, estrechó la mano del hombre que en aquel momento estaba fría y algo húmeda. Se despidieron cordialmente y una vez en la puerta, Kurt les dirigió unas últimas palabras.
—Espero haberos ayudado. Colmaros de paciencia y no os desmoralicéis si a la primera de cambio no sacáis nada en claro. Por cierto, os aconsejo que este trabajo sea absolutamente discreto. Cuantas menos personas tengan conocimiento del mismo mucho mejor. Hay mucho paranoico suelto.
—Gracias por todo, señor Timmermans.
—Ha sido un placer —añadió Yves.
—Para mí también —respondió el cabalista—. Cuando hay sueños, hay caminos por recorrer…
El sufrido coche emprendió regreso a la capital. Una fina lluvia empezaba a caer cuando Yves se volvió hacia Corinne dubitativo.
—Estoy algo desconcertado.
—Yo también.
—¿Te diste cuenta de su expresión cuando contempló la copia del manuscrito?
—Sí. Es como si se hubiese producido un cambio radical en su postura, como un giro de 360 grados. No sé a qué pudo ser debido. Y su mano… ¿te diste cuenta de que estaba fría?, parecía sin vida,