y más preciso será el mapa del mundo que el niño se construye para moverse en el territorio de la vida. Necesitamos ser estimulados tanto por el mundo interno como por el mundo externo para poder desarrollarnos y madurar. Cuando no estamos suficientemente bien estimulados, nos volvemos pasivos, retraídos y reservados como defensa pasiva, o por el contrario agresivos y violentos como defensa activa. Un déficit de estímulos en el mundo interno-externo conlleva la depresión y un exceso puede conllevar la ansiedad y el estrés.
Winnicott habla de cómo se desarrolla la maduración del niño entre un rango de frustración óptima —que él llama «desilusión óptima»– y un extremo de frustración traumática. Cuando la desilusión de que la madre no armoniza completamente con las necesidades del bebé se produce dentro de un intervalo de tolerancia, lo que es aceptable para el nivel de maduración según la edad del niño, no será experimentada como traumática, sino que ayudará a ir integrando que el otro no está siempre disponible para él en el momento que lo pide; pero que puede esperar y será respondido. Pero si el grado de desilusión no es óptimo, el niño vivencia una usurpación de su propio desarrollo y se adapta a las necesidades de la madre, sin aprender a desarrollar gradualmente un sentido del yo «merecedor de amor».
El guion de vida:
El concepto de guion de vida fue exquisitamente desarrollado por Eric Berne, creador del análisis transaccional fundamentalmente en su libro ¿Qué dice usted después de decir hola? Berne definió el guion como «un plan preconsciente de cómo vivir la vida» (Berne, 1973) y «un plan de vida creado en la infancia, reforzado por los padres, justificado por eventos subsecuentes y culminando en una alternativa elegida». El guion es un gran esquema inconsciente, porque fue «decidido» en nuestra infancia temprana, y nos da estructura a las preguntas de quiénes somos, quiénes son los otros y cómo relacionarnos con ellos y qué es la vida. Fue generalmente construido por el niño pequeño a lo largo de su desarrollo para estructurar cómo adaptarse al entorno y a los deseos de sus cuidadores principales y marca cómo vivir la vida, cómo ser y con qué tipo de personas relacionarnos. También anticipa cómo han de discurrir nuestras relaciones con los demás e incluso cómo suelen concluir. En el sentido de que es algo adaptativo, nos ha ayudado a sobrevivir, a adaptarnos; pero también comporta una pérdida o renuncia a nuestro «verdadero yo» (nuestra vulnerabilidad), e implica el vivir la vida en un sentido limitador y restrictivo, acomodado a las normas familiares, culturales y sociales de manera rígida.
Ron Kurtz (1991) en Body-centered psychotherapy: The Hakomi Method también elabora esta idea con palabras claras, afirma que primero aprendemos a sentirnos un «yo», y luego simplemente nos instalamos en él y lo usamos durante el resto de nuestras vidas. De niños hacemos un mapa de lo que somos, de cómo son quienes amamos, cómo nos vamos a comunicar con los demás y cuál es el sentido de la vida para nosotros. Hacemos un mapa de cómo es el mundo, de qué es posible en ese mundo y qué no es posible. Luego, de adultos, usamos ese mapa sin consciencia de qué nos llevó a construirlo en la manera que lo construimos, con los elementos disponibles en aquella edad. Y aun cuando de adultos la experiencia nos muestre evidencias contrarias a ese mapa, no lo cambiamos fácilmente. Pongamos el ejemplo de la persona que se cree indigno de que le quieran de verdad; por más que se encuentre con personas que le muestran verdadero y sano interés, no se lo cree, internamente se descalifica a sí mismo con un «No me conoce de verdad» y quita valor a los reconocimientos que otros le dan: «Sólo me lo dicen para que me sienta bien».
Citando a Ron Kurtz:
Primero somos los que dibujamos el mapa, luego somos los que lo usamos. Pero el hacedor del mapa y el usuario del mapa están haciendo dos cosas muy diferentes. En la infancia hacemos el Yo; cuando adultos, lo usamos. Cuando adultos mantenemos con nuestros hábitos ese Yo que creamos tiempo atrás. Nos olvidamos de esos actos de autocreación. Cuando usamos el Yo, no lo sentimos como algo susceptible de ser cambiado. Mientras más amenace el mundo con cambiar el Yo, más energía gastamos en estabilizarlo. Pero sí puede ser cambiado. El Yo fue alguna vez fresco y flexible. La posibilidad de recrearlo reside en nosotros. En lo más profundo de nuestro ser, está aún el hacedor del Yo. El niño que dibujaba mapas aún forma parte de nosotros. Los borradores de sus planos aún están ahí. Todos pueden ser reexaminados. Aumentando nuestra sensibilidad [como terapeutas] logramos acceso al mapa, al que dibujó el mapa y a la posibilidad de cambiar. Al acceder el núcleo encontramos no sólo al Yo creado sino también el poder que crea». (P. 141; Body-centered psychotherapy: The Hakomi Method)
Con esta cita de Kurtz señalo que el mapa del yo, el guion, y el mundo que la persona se hizo siendo niño puede ser cambiable. No somos víctimas de lo que vivimos en la vida; esto no puede cambiarse, pero sí podemos cambiar lo que concluimos de nosotros mismos y de la vida por lo que ésta nos hizo (nuestros mapas). El esfuerzo, la lucha, las metas y el enfoque hacia conseguir más y más logros en todos los órdenes de la vida no facilitan que desarrollemos un estado de ser conscientes de cómo nos hemos construido y de qué responsabilidad tenemos en lo que nos ocurre en la vida y las relaciones. Es por ello por lo que muchas personas acuden a monasterios, a la naturaleza o hacen el Camino de Santiago para poder reencontrarse. El estilo de vida que creamos en Occidente hace que vivir la vida en un estado de plenitud de consciencia sea muy difícil. El descubrimiento de uno mismo necesita una actitud reflexiva y amable con nosotros mismos. Descubrir quiénes somos realmente es el peregrinaje más importante de nuestras vidas. No podemos tomar al yo por asalto. La fuerza y el esfuerzo hacen que el hacedor de los mapas se esconda. Una vez más, siguiendo a Kurtz, para estudiar el yo, para virar hacia adentro, para dejar atrás las murallas almenadas que defienden la vulnerabilidad de nuestro «Yo verdadero», se necesita paz.
Así como han sido las relaciones dañinas las que nos han llevado a desarrollar un sentido fragmentado del yo, son las relaciones seguras, de apoyo, contención y comprensión las que nos ayudan a reparar este sentido del yo dañado. La no-violencia, la no-imposición, el amor, la presencia de personas que apoyan facilitan que aflojemos nuestras reacciones de defensa y de miedo hacia el exterior para poder mirar hacia dentro de nosotros mismos y reapropiarnos de nuestras experiencias, incluso aunque sean dolorosas. Sólo esto hace que el «falso Yo» ceda para ser conocido y cambiado.
• ¿Con cuál estilo de apego te sueles vincular a tus seres más queridos?
a. La pareja
b. Los hijos
c. Los amigos
• ¿Cuáles son los patrones de conducta con los que te muestras más habitualmente a los demás (Yo social)?: ¿complaciéndoles en lo que crees esperan de ti?, ¿mostrándote fuerte y que no los necesitas?, ¿con la actitud de seriedad y responsable de hacer tu trabajo perfecto?, ¿o predicando a los demás sobre la importancia del compromiso y los valores?
• ¿Cuál es la parte de ti que escondes a los demás por miedo al rechazo, la crítica o la no aceptación?
• ¿Cómo sientes que te afecta el no integrar tu «Yo vulnerable» (escondido) y no mostrarlo en tus relaciones?, ¿qué precio pagas?
• ¿Qué asuntos de tu vida se repiten una y otra vez de una manera similar? ¿Qué creencias sobre ti, los otros y la vida te confirmas al final en ellos?
• ¿Cuáles fueron los mensajes parentales sobre cómo has de ser y qué has de ser que te han marcado en tu construcción del guion?
• ¿Cuáles son las consecuencias limitadoras de vivir bajo el guion en tu vida?
• ¿Qué necesitas cambiar en tu visión de ti mismo, los otros y la vida para llevar una vida feliz?
Mecanismos de mantenimiento y continuación del guion de vida
Hasta ahora he explicado cómo se conforma inicialmente nuestro sentido doloroso o positivo del yo y he señalado la idea de cómo estos primeros esquemas de organización de la experiencia se convierten en filtros que a partir de entonces seleccionan qué información asimilamos del mundo y qué información dejamos de lado o rechazamos debido a que no encaja en lo que es conocido.
Sí