los estoicos, a quienes admiraba, la inclinación natural a hacer el bien, por lo cual ellos decían: “Haz el bien y evita el mal”. Es por esta vía como se podría decir que Cicerón encuentra el fundamento de los derechos humanos en la recta razón, la cual tiene por función discernir lo bueno (en el comportamiento humano) como algo justo, virtuoso y verdadero, y lo malo como algo injusto, perverso y falso.43 Lo malo es malo aquí y en Capernaum.44 Matar, por ejemplo, es malo y no existe en ninguna parte un código moral o de procedimiento penal que avale la muerte injusta de un semejante. En cuanto a esto, Cicerón le confesaba a Ático, su editor, dos de sus más grandes temores: “He conocido la pobreza y no la recuerdo con placer. Los que jamás la han conocido pueden decir que tiene sus encantos. Eso es mentira. Temo a la pobreza tanto como a la muerte. Ambas son degradantes” (Caldwell, 2011, p. 750). Barba Azul (o Gilles de Rais, 1404-1440), por ejemplo, se dice, gozaba como sádico asesino dándoles muerte a otros; pero por el hecho de que él experimentara placer no podemos decir que ello sea bueno. Es como decir que porque el psicópata no siente culpa o remordimiento al cometer un crimen, entonces ello no es malo y tal conducta debería ser imitada por la mayoría.
Para concluir, digamos que el esfuerzo de Cicerón se caracteriza por intentar transformar una vida mundana en algo sublime. En esta perspectiva se podría decir que tanto la moralidad, como los deberes y la culpabilidad, esta última derivada de los dos factores anteriores, constituyen un progreso en la civilización, más exactamente, en la terminología de Freud (quien también creyó, como Cicerón, en la razonabilidad civilizada de los hombres), una sublimación, es decir, una satisfacción sustitutiva indirecta de las inclinaciones o pulsiones humanas, las cuales nos desnaturalizan al no estar sujetas a instintos biológicos. Recordemos que el deseo humano no es natural.45 La represión de tales inclinaciones da lugar, en la perspectiva de Freud, a la creación de la moral, la cultura y las prohibiciones, como fundamento de los derechos humanos. La ética de los deberes en Cicerón es en la contemporaneidad otro de los nombres de la culpabilidad, la cual, desafortunadamente, está más ausente que presente en la época en que los grandes ideales y la función paterna han caído, como efecto de la influencia del capitalismo salvaje y cognitivo. Por la sublimación los seres humanos somos como dioses: capaces de crear y encauzar nuestras pasiones incestuosas y parricidas.
Por la capacidad para la sublimación (entendida con Lacan como el paso de la parálisis del dolor del síntoma a la creación del sinthome o del Significante-Nombre-del-Padre) los seres humanos también hacemos ciencia, arte, poesía, literatura, derecho y religión,46 oficios estos que llevamos a cabo para no pensar y defendernos de nuestra propia desgracia y perversión. Es por esta razón por la que indicamos que los deberes simbólicos (no imaginarios) en Cicerón constituyen, lo mismo que los tratados morales y la convención de los derechos humanos, un progreso civilizado en pro de las distintas formas de la simbolización, la cultura y la paz mundial. Sin embargo, parece ser que en la actualidad la paz que se oferta por parte del discurso publicitario y los dispositivos del consumo (como un significante producto del mercado ideológico de quienes se angustian a la hora de enfrentar la falta estructural del ser como algo real de la experiencia humana) es más el porvenir de una ilusión que algo coherente con la realidad social. Por ello, parafraseando a Cicerón a partir de Stavrakakis, se podría decir, en términos de la lógica de la perversión: “Sé muy bien que la paz nunca llegó, pero, aun así, sigo luchando por ella, cuésteme lo que me cueste”. Desmentida que al parecer ha operado en el curso de la humanidad; aún seguimos esperando que la tranquilidad del alma y la paz social lleguen sin esfuerzos y renuncias, lo mismo que la salvación cristiana.
Elkin Emilio Villegas Mesa
Psicólogo social-Psicoanalista
Medellín, 11 de septiembre de 2019
2 Tanto la adecuación como la oposición entre las palabras y las cosas es conocida en la filosofía antigua por pensadores como Heráclito, Parménides y Pitágoras. Para este, por ejemplo, las palabras corresponden, por naturaleza, a las cosas. La realidad está en los números; de ahí que, al ser nombrada la realidad, la palabra se adecúe a ella.
3 Aspecto que se asemeja a las nociones de palabra plena y bien decir en Lacan, por lo cual el psicoanalista francés debió tener razones de sobra para apreciar la obra de Cicerón.
4 Idea obsesiva que lo hizo entrar en confusión con sus afectos, pues prefirió apoyar más fácilmente a Pompeyo (un militar respetuoso de la ley) que a su amigo de infancia César (enamorado del poder), con lo cual “comprendía que al ponerse de parte de Pompeyo arriesgaba su vida, pero ya no le importaba” (Caldwell, 2011, p. 778).
5 Sobre la incertidumbre recomiendo el texto: “La ética de la incertidumbre en las ciencias sociales” de François Houtart (2009), que hace parte del libro El camino a la utopía desde un mundo de incertidumbre.
6 Entre los cuales figuran las Bacrim (Bandas Criminales), quienes, con Pantera (el jefe) a la cabeza, consideran que sus acciones están plenamente justificadas por una moralidad que, al parecer, ha perdido el norte, pues desconoce las diferencias esenciales entre el mal y el bien. En la época del declive de los deberes morales, al parecer, todo está permitido (Caracol Televisión, 21 de junio de 2015).
7 Llevado a cabo los días 15 y 16 de abril de 2015, en el auditorio Aula Magna de la Universidad Pontificia Bolivariana y en la Casa Museo de la Memoria, respectivamente. En tal contexto, el profesor Álvaro Sánchez Bravo, de la Universidad de Sevilla, España, decía que es más conveniente hablar de sobrevivientes del conflicto armado en Colombia que de víctimas. Al respecto, también es oportuno pensar tal noción a partir de la teoría psicoanalítica sobre el concepto de superyó, la cual se articula con la noción de los deberes en Cicerón. En la perspectiva de León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación, es un deber de los colombianos trabajar por estos dos grandes propósitos de la vida en sociedad. Ver https://www.facebook.com/fundpares, los cuales se vinculan con la emoción, el afecto y la pasión, así, en el curso del siglo xx, las ciencias sociales hayan procurado eliminar tales afecciones.
8 Nombre que proviene del latín y que significa hombre que usa el bastón.
9 O el “leviatán” en la perspectiva de Thomas Hobbes, quien consideraba que el Estado tenía la obligación de imponer el deber de obedecer la ley. Cicerón definía la naciente noción de Estado en los siguientes términos: “Es una multitud de hombres ligados por la comunidad del derecho y de la utilidad para un bienestar común” (Wikipedia, s. f.).
10 Enseñanzas que le fueron impartidas en la familia y en la escuela de Pilón por parte de su compañero de estudios, el judío Noé ben Joel, de quien “pudo aprender el hebreo, la lengua de los sabios, que era un idioma articulado como el latín” (Caldwell, 2011, pp. 71-79).
11 Los deberes son pensados básicamente desde dos perspectivas: moral y jurídica. Sobre tal distinción, sugiero leer el artículo titulado: “Los deberes humanos”, del profesor peruano Pedro Donaires Sánchez. Recuperado de http://www.derechoycambiosocial.com/RJC/Revista13/deberes.htm.
12 Como la guerra del Peloponeso, llevada a cabo en los años 431 y 404, en la que Atenas y Esparta luchaban por la primacía de Grecia. O la paradójica guerra santa (yihad) de las organizaciones islámicas en la actualidad, la cual parece que es efecto de la “caída del nombre del padre” o “del orden patriarcal”, que se asocia con las dificultades estructurales para poner en