Franz Julius Delitzsch

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Isaías


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(cabalista hispano-judío: 1248-1305) y Rashi adoptan esta traducción: “Tú has rechazado tu nacionalidad”, y esta lectura está apoyada por Michaelis, Hitzig, y por el mismo Luzzatto. Pero la palabra ~[; significa pueblo, no nacionalidad, y esa traducción es inadmisible y nunca habría sido pensada a no ser porque hay algo aparentemente extraño en una introducción tan repentina de una palabra dirigida a Dios. Pero en Is 2, 9; 9, 2 y en otros pasajes la profecía toma la forma de una oración. Y el verbo natash (v.j;ªn"), rechazar, vinculada con am (~[;), pueblo, como objeto, remite a pasajes como Sal 94, 14 y 1 Sam 12, 22. Yahvé ha rechazado a su pueblo, le ha expulsado, dejando a los israelitas abandonados a sí mismos por las siguientes razones, que podemos precisar:

      ‒Porque ellos estaban llenos (de costumbres traídas de Oriente, ~d<Q,mi), con un min inicial (mi) que indica la fuente de la que una persona recibe el influjo y se llena a sí misma (cf. Jer 51, 34; Ez 32, 6). Es decir, aquí se habla de personas que están llenad de modos y costumbres orientales, y más específicamente de prácticas idolátricas. Por la palabra “este/oriente” (~d<Q, ê) debemos entender Arabia hasta la península del Sinaí, y también las tierras arameas del Éufrates. Bajo Ozías y Jotán, cuyo influjo se extendía hasta Elat, ciudad portuaria del golfo de Áqaba, predominaba el influjo del sud-este; pero bajo Acaz y Ezequiel, a causa de sus relaciones con Asur, y con Aram y Babilonia, predominaba el influjo del nordeste. La conjetura de Gesenius, según la cual tendríamos que leer ~s<Q,êmi, es decir “de adivinación” es muy natural; pero ella deja a un lado, sin ninguna necesidad, el nombre de la región de la que Judá tendía a recibir su impulso y sus motivos religiosos.

      ‒Porque esos israelitas a los que Isaías condena eran onenim (~ynIßn>[o= o meonenim, ~ynIßn>A[m., Miq 5:11; cf. 2 Rey 21, 6), eran probablemente evocadores (=reunidores) de nubes o “hacedores de tormentas”17, como los filisteos, que fueron conquistados por Ozías y de nuevo por Ezequìas, entre los que había gremios de hechiceros, con un famoso oráculo de Belcebú en Ekrón.

      ‒Porque ellos han pactado con hijos de extranjeros. Ésta es la traducción aceptada por Gesenius, Knobel y otros. La palabra Qpf (juzgar) con ~yIP;K;, manos, significa estrechar las manos con una persona. Luzzato traduce la frase diciendo que significa “ellos encuentran satisfacción en los niños de los extranjeros; sólo ellos les contentan”. Pero eso va en contra del uso de la lengua, según la cual WqyPi(f.y: en hebreo postbíblico significa supeditar o bastar (como Qpf en 1 Rey 20, 10). Jerónimo traduce pueris alienis adhaeserunt (se unieron a los niños ajenos o alquilados); pero ~yrIßk.n" ydEîl.y: no significa pueri alieni, niños alquilados con propósitos licenciosos sino, en general, hijos de extranjeros (cf. Is 60, 10; Is 61, 5), con un énfasis fuerte sobre su nacimiento poco satisfactorio, es decir, sobre su paganismo, heredado desde el vientre de la madre. El profeta dice así que el pueblo de Yahvé ha hecho causa común con paganos de nacimiento, vinculándose a ellos.

      Is 2, 7-8

      aleÛM'Tiw: wyt'_roc.aol. hc,qEß !yaeîw> bh'êz"w> @s,K, ä ‘Acr>a; aleÛM'Tiw: 7 `wyt'(boK.r>m;l. hc,qEß !yaeîw> ~ysiêWs ‘Acr>a; `wyt'([oB.c.a, Wfß[' rv<ïa]l; Wwëx]T;v.yI) ‘wyd"y" hfeÛ[]m;l. ~yli_ylia/ Acßr>a; aleîM'Tiw: 8

       7 Su tierra está llena de plata y de oro, sus tesoros no tienen fin. También su tierra está llena de caballos y sus carros son innumerables. 8 Además, su tierra está llena de ídolos, y se han arrodillado ante la obra de sus manos y ante lo que fabricaron sus dedos.

      En Is 2, 7-8, el profeta describe de manera aún más precisa la forma en que la tierra del pueblo de Yahvé, a consecuencia de todo lo anterior (sobre el futuro consecutivo cf. Ges. § 129, 2, a), está inundada de objetos de lujo, de auto-confianza y de alejamiento de Dios. La gloria de Salomón, que reapareció bajo los cincuenta y dos años del reinado de Ozías y que se mantuvo durante los dieciséis años del reino de Jotán, trajo con ella la maldición de la Ley, porque la Ley del Rey (Dt 17, 14) prohibía la multiplicación de caballos y la acumulación de oro y plata.

      La existencia de ejércitos y el almacenamiento de tesoros nacionales, como cualquier otra realidad que sirviera para la auto-confianza carnal, se oponía al espíritu del gobierno de Dios. A pesar de esa oposición, Judea estaba inmensamente llena de seducciones de ese tipo de cosas dirigidas a la apostasía, y no sólo de éstas, sino también de otras que la expresaban plenamente, es decir, de ~yli_ylia/ o ídolos, palabra que hallamos también en Lev 19, 1; 26, 1, y que deriva de lylia/, algo que es vano o sin valor, es decir, algo que no es Dios.

      Ellos adoraban “las obras de su propia mano, algo que había hecho su dedo (dos singulares distributivos, como en Is 5, 23), indicando cosas fabricadas por las manos y dedos de cada individuo (cf. Miq 5, 12-12, donde se clasifican los ídolos). La forma de vida de los israelitas en su propio tierra se oponía no sólo a la ley del rey, sino que iba también en contra del Decálogo. La gloria existente constituía por tanto la caricatura más ofensiva y contraria a la gloria prometida a la nación, porque el pueblo cuyo Dios era Yahvé, y que debía convertirse un día en deseo y salvación de todas las naciones, había sido sustituido por los ídolos de las naciones, de manera que el mismo pueblo de Dios se estaba uniendo a ellas en la religión y en el uso de costumbres paganas.

      Is 2, 9-11

      `~h, l' aF'ÞTi-la;w> vyai_-lP;v.YIw: ~d"Þa' xV;îYIw: 9 `An*aoG> rd:ßh]meW hw"ëhy> dx;P;ä ‘ynEP.mi rp"+['B, ( mEßJ'hiw> rWCêb; aABå 10 hw"±hy> bG:ôf.nIw> ~yvi_n"a] ~Wr åxv;Þw> lpeêv' ‘~d"a' tWhÜb.G: ynEùy[e 11 s `aWh)h; ~AYðB; ADßb;l.

       9 Por lo cual, los hombres están inclinados, y los señores humillados; por tanto, no los perdonarás. 10 ¡Métete en la peña y escóndete en el polvo ante la presencia temible de Yahvé y ante el resplandor de su majestad! 11 La altivez de la mirada del hombre será abatida; la soberbia de los señores será humillada. Sólo Yahvé será exaltado en aquel día.

      La situación estaba ya madura para el juicio, por lo cual el profeta podía proceder ya sin más preparativos a la proclamación del mismo juicio. El futuro consecutivo describe el juicio como algo que seguirá por necesidad interior, a consecuencia de la misma gloria mundana y anti-divina del orden de cosas existente. El futuro se utiliza con frecuencia de esta forma (por ejemplo en Is 9, 7), anunciando el juicio de Dios.

      Era un juicio por el cual pequeños y grandes, es decir, el pueblo en todas sus clases sociales sería derribado de su falsa eminencia. Aquí se habla de hombres en general y de señores, es decir, ~d"Þa' y vyai_, como en Is 5, 15; Sal 49, 2 y Prov 8, 4, lo mismo que άνθρωπος y ανήρ en el dialecto ático. Hombres sin más eran aquellos que formaban parte de la multitud y señores aquellos que se habían elevado sobre ella (especialmente como varones); pues bien todos serían arrojados a tierra por el juicio, un juicio sin misericordia (Ap 6, 15).

      El profeta expresa el convencimiento de que en esta ocasión, Dios (lae, lo mismo que en 2 Rey 6, 27), no podría ni querría destruir lis pecados del pueblo perdonándolos, sino que los castigaría. No les quedaba, por tanto, otra salida que apresurarse a cumplir el mandamiento del profeta en Is 2, 10: “Métete en la peña…”. La nación glorioso deberá esconderse del modo más ignominioso cuando se manifieste en el juicio la verdadera gloria de Yahvé que ella (esa nación) ha rechazado. Los israelitas se esconderán en agujeros de las peñas, como si llegara un hostil enemigo (Jc 6, 2; 1 Sam 13, 6; 14, 11), y se enterrarán con sus rostros en la arena, como ante el viento fatal del desierto (el simún), no pudiendo soportar ya la visión intolerable del Dios del castigo.

      Así responderá Israel cuando Dios se manifieste de esa forma, con la fiera visión de su juicio: “La altivez de la mirada del hombre será abatida…”. Isaías dice en ese contexto que “solo Yahvé será exaltado aquel día…” (ADßb;l. hw"±hy> bG:ôf.nIw>), con un verbo en pretérito perfecto (bG:ôf.nI) indicando una acción duradera de futuro (no con un participio), mientras el pueblo (~d"a'), los individuos y la colectividad, ‘quedará humillado (lpeêv'), y será abatida (xv;Þw>) la soberbia de los señores (cf. Job 9, 13). Así culmina aquí la primera estrofa de la proclamación del juicio,