sino también por edad, su prestigio etc.
Se añade el artífice excelente (~yviÞr"x] ~k;îx]), a quien los LXX llaman σοφὸς ἀρχιτέκτων; y así le define Jerónimo muy bien como “in artibus mechanicis exercitatus easque callide tractans”, es decir, una persona que está ejercitada en las artes mecánicas, con pericia para cultivarlas. En la cautividad babilonia se citan de un modo particular a los hábiles artesanos entre los que fueron llevados al cautiverio (2 Rey 24, 14; Jer 24, 1; 29, 2).
En esa línea, los ~yviÞr"x ~k;îx]] (de vr'x') han de entenderse en sentido de cultivadores de las artes mecánicas, y no mágicas, como suponen Gesenius, Hitzig y Meier; no son por tanto los hechiceros, sino los artesanos expertos (fabri). Llamarles magos o hechiceros sería una tautología, porque los expertos en un tipo de magia negra aparecen citados inmediatamente con el nombre de vx;l'( !Abïn>, expertos en murmuraciones o encantamientos. La palabra vx;l' significa bisbisear o murmurar fórmulas mágicas, y se relaciona tanto por su raíz como por su significado con vx'n", encantamiento, palabra que significa también serpiente. Además de esto, los expertos en magia negra están representados también como ~seîqo, adivino. En esa línea, aquel que ayuna, jura y conjura aparece en la Biblia como un hechicero, que sigue supersticiones paganas, y que se distingue del aybiÞn", que es el verdadero (o falso) profeta de Yahvé, un motivo que encontramos y en Dt 18, 10.1420.
Todos estos tipos de personas a los que Yahvé hará desaparecer de Jerusalén vienen nombrados después del pan y del agua, que eran los sustentos principales de la población. Estos hombres “importantes” aparecen mezclados de esa forma, sin un orden regular, porque el poderoso y espléndido estado de Judea era en realidad un quodlibet o mezcla de todo tipo de cosas, israelitas y paganas. Pues bien, cuando irrumpa la ira de Yahvé toda la gloria impía vendrá a convertirse pronto en una masa de confusión.
Is 3, 4
`~b'(-Wlv.m.yI ~yliÞWl[]t;w> ~h,yrEf' ~yrIß['n> yTiît;n"w>
Y les pondré muchachos por gobernantes, y caprichos les gobernarán.
De esta forma, privada de su sustento divino, y expulsada de su propio lugar de vida, la población de Judá caerá presa del mas vergonzoso despotismo. A la gloria recuperada de tiempos de Salomón (que se vivió en tiempos de los reyes Jotán y Ozías) le seguirán unos tiempos como los de Roboam. No se nombra expresamente al rey con el que empezará ese estado de cosas (que fue de hecho Acaz: 734-715 a.C.), y eso con toda intención, pues convertido en la mera sombra de un rey, Acaz no era ya quien gobernaba, sino el partido aristocrático que le rodeaba, llevándole entre cadena, como si fuera sólo unum inter pares (uno entre los iguales). Pues bien, si es ya en muchos casos un infortunio que el rey sea un niño (un r[;n:, como dice Ecl 10, 16), ese infortunio es doblemente mayor cuando los príncipes o magnates que le rodean y aconsejan son también jovencitos (~yrIß['n>, es decir, jóvenes señores) en el mal sentido de la palabra. Así se produce un gobierno de ~yliÞWl[]t;> (de caprichosos)
Conforme al significado primario de la raíz verbal, la palabra de ~yliÞWl[]t;> puede significar niñerías, lo que está vinculado con los niños pequeños, tomando lo abstracto por lo concreta (como τἀ παιδικά, según Amasius, obispo de Teano, Italia, muerto el 356); en esa línea se sitúa la interpretación de Ewald. Pero la palabra podría significar también muñecos, fantocci, cobardes, personas sin corazón ni cerebro, como afirma Luzzato. De todas formas, este último sentido no puede apoyarse en el uso general del lenguaje, y además el verbo utilizado (Wlv.m.yI, gobernarán) no requiere necesariamente un sujeto personal (cf. Sal 19, 14; 103, 19).
Esta palabra (~yliÞWl[]t;) proviene de un verbo reflexivo que significa entrometerse, buscarse sólo a sí mismo, abandonarse a sus propios caprichos. En esa línea, la palabra podría significar vexationes (Is 66, 4). Jerónimo, que la traduce por effeminati, parece haberla interpretado en un sentido erótico. La traducción de los LXX, que dice ἐμπαῖκται (en sentido personal: los caprichosos) parece mejor que la de Jerónimo, aunque ἐμπαίγματα (los caprichos, en sentido impersonal) hubiera sido mas exacta.
Cuando esta palabra se utiliza como aquí, en unión con ~yrIß['n>, muchachos, ella evoca brotes de capricho infantil, grupos de jóvenes que se injurian a otros, sea por juego, sea en serio. No reinará pues la ley ni la justicia, sino lo verdaderamente opuesto a la justicia: un tipo de conducta que tratará a los hombres como seres sometidos, como esclavos, víctimas indefensas, siendo, al mismo tiempo, objeto de placer de algunos (Jc 19, 25) y de la crueldad de otros. Los hombres serían así gobernados por el caprino sin ley, por el capricho sangriento del tipo más despótico y variado. Y de esa forma el pueblo terminaría asemejándose a sus gobernantes, de manera que se dejaría llevar por sus pasiones, y desaparecerían todos los rasgos de modestia y decoro de la vida.
Is 3, 5
r[;N:’h; Wbªh]r>yI Wh[e_rEB. vyaiäw> vyaiÞB. vyaiî ~['êh' fG:ånIw>
`dB'(k.NIB; hl,Þq.NIh;w> !qeêZ"B;
Y oprime el pueblo, uno a otro, y cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el plebeyo contra el noble.
La frase empieza con fG:ånIw, “y oprime”, en nifal, como muestra claramente el conjunto de la frase (cf. Wmïx]l.nI>, Is 19:2). El verbo fg:n", seguido de beth significa tratar como un tirano, oprimir (cf. Is 9, 3). El más bajo egoísmo sofocará todo motivo que más noble, de manera que uno se volverá tirano de otro, y la insolencia descortés tomará el lugar de aquella reverencia que se debe a los ancianos, que han de ser estimados por los muchachos, y por aquellos que están en un puesto inferior, sea que nos fundemos en la ley natural, en la Ley sagrada de Moisés (Lev 19, 32) o en la tradición común de la sociedad.
La palabra hl,q.NI de hlq, kâlâh, sinónimo de %l;êh' ((cf. Is 9, 1; 23, 9), que significa ser ligero, insignificante, era un término usado para indicar que alguien pertenecía al estrato más bajo de la sociedad (cf. 1 Sam 18, 23). Su significado es el opuesto a dB'(k.NI, de dBk, ser “de peso”, de gran importancia. La traducción de los LXX (ὁ ἄτιμος πρὸς τὸν ἔντιμον) es muy buena (las lenguas semíticas no tienen ese tipo de formaciones antitéticas, con palabras de sentido opuesto). Con ese desprecio de las distinciones que nacen de la edad y de la posición social, la vida común se convertiría muy pronto en escenario de la confusión más salvaje.
Is 3, 6-7
!yciÞq' hk'êl. hl'äm.fi wybiêa' tyBeä ‘wyxia'B. vyaiÛ fPo’t.yI-yKi( 6 `^d<)y" tx;T;î taZOàh; hl'îvek.M;h;w> WnL'_-hy<h.Ti( !yaeî yti§ybeb.W vbeêxo hy<åh.a,-al{ ‘rmoale ŸaWhÜh; ~AY“b; •aF'yI 7 `~['( !yciîq. ynImUßyfit. al{ï hl'_m.fi !yaeäw> ~x,l,
6 Entonces, habrá alguien que tomará de la mano a su hermano, de la casa de su padre, y le dirá: “tú tienes vestido, tú serás nuestro gobernante” y “toma en tus manos esta ruina”; 7 pero él jurará aquel día, diciendo: ¡No asumiré yo ese cuidado, pues en mi casa no hay pan ni qué vestir! ¡No me hagáis gobernante del pueblo!”.
Al final no quedarán autoridades, incluso cesará el deseo de gobernar, porque al despotismo seguirá de modo inmediato el motín del pueblo, y al motín la anarquía, en el sentido literal de la palabra. La desgracia será tan grande que a cualquiera que tenga una capa (un abrigo) para vestirse de un modo decente le pedirán que asuma el gobierno.
Tomarán a alguien que sea “de la casa de su padre” (wybia' tyBeä). Éste es un rasgo importante, dentro de esta visión de miseria. El pueblo quedará tan enflaquecido y tan falto de espíritu por causa del hambre, que con un poco de energía será posible decidir quien habrá de ser el gobernante en el estrecho círculo de una familia, y lograr que esa decisión resulte efectiva, siempre que la ella recaiga en alguien que tenga algún medio para sobresalir (al menos un vestido algo digno). La casa del padre (con acusativo local) es el lugar donde se encuentran entre sí los hermanos, y uno de ellos comienza presentando la urgente petición contenida en las palabras que siguen