Franz Julius Delitzsch

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Isaías


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      `lpe(v'w> aF'înI-lK' l[;Þw> ~r"_w" ha, ÞGE-lK' l[;î tAa±b'c. hw"ôhyl; ~Ayù yKiä

       Porque viene el día de Yahvé de los ejércitos sobre todo lo que es soberbio y altivo, sobre todo lo arrogante, y será abatido;

      Este verso sigue desarrollando el tema del anterior, describiendo la acción que corresponde al día de Yahvé. El texto dice literalmente que hay un día especial, es decir, un “día de Yahvé” (hw"ôhyl; ~Ay), que existe previamente, a modo de pensamiento divino, que está ya determinado y que guía el curso de la historia (Lc 37, 26), un día cuyo secreto él ha revelado a los profetas, quienes desde el tiempo de Abdías y Joel han proclamado su llegada de un modo constante.

      Pues bien, cuando llegue el tiempo determinado, aquel día pasará del secreto de la eternidad a la historia del tiempo, será un día de juicio universal, que se extenderá, a través de la omnipotencia con la que Yahvé gobierna, desde la más alta hasta más baja de las esferas de la creación, sobre toda la gloria mundana, de manera que será abajada (lpe(v'). Esta palabra final (lpe(v'w>), verbo en tercera persona del pretérito, tiene fuerza de futuro, aunque no le preceda ningún futuro gramatical, por el mismo carácter de futuro de aquel día, de manera que todo lo argulloso y altivo “será entonces abatido” (Ges. §126, 4).

      Is 2, 13-14

      `!v")B'h; ynEïALa;-lK' l[;Þw> ~yai_F'NIh;w> ~ymiÞr"h' !Anëb'L.h; yzEår>a;-lK' ‘l[;w> 13 `tAa)F'NIh; tA[ïb'G>h;-lK' l[;Þw> ~ymi_r"h' ~yrIåh'h, -lK' l[;Þw> 14

       13 y sobre todos los cedros del Líbano altos y erguidos, y sobre todas las encinas de Basán; 14 sobre todos los montes altos y sobre todos los collados elevados;

      El profeta sigue ahora enumerando todas las cosas “altas” sobre las que caerá aquel día el juicio de Yahvé, organizándolas de dos en dos, y vinculándolas en parejas por medio de un doble waw correlativo. El día de Yahvé viene, como afirma la primera de las parejas, sobre todo aquello que es altivo por naturaleza: cedros del Líbano y encinas de Basán, montañas altas y collados elevados. ¿Caerá el juicio, según eso, sobre toda la majestuosa belleza de la naturaleza? ¿O este lenguaje es meramente figurativo? Knobel piensa que se trata de una descripción simbólica de los grandes edificios del tiempo de Ozías y de Jotán, para cuya construcción se utilizó madera del Líbano y de Basán, en cuyas laderas occidentales florecen todavía las umbrías encinas18.

      Pero la idea de que los árboles puede emplearse para significar las casas construidas con la madera que se obtiene de ellos no puede sostenerse a partir de Is 9, 9, donde la referencia no alude a las casas construidas con madera de sicómoro y cedro, sino a los troncos de los árboles regios que se mencionan aquí. Esa idea tampoco se puede apoyar a partir de Nahúm 2, 4 donde ~yviÞroB.h; se refiere a las lanzas de abeto blandidas bajo el impulso de un altanero deseo de guerra. Por su parte, tampoco las montañas y las colinas pueden significar los castillos y fortificaciones construidos en su cumbre, y más teniendo en cuenta que ellas se mencionan expresamente en Is 2, 15 de un modo claramente literal.

      Para entender al profeta debemos recordar que la Escritura asume de un modo invariable, desde su primer capítulo hasta el último, que la totalidad de la naturaleza está vinculada con el hombre en una historia común; que el hombre y la totalidad de la naturaleza están inseparablemente conectados entre sí como el centro y la circunferencia; que esta circunferencia de la naturaleza está afectada por el pecado que proviene del hombre, y por la ira o misericordia que proviene de Dios y se aplica al hombre; que, como lo prueba la historia de las naciones, el juicio de Dios envuelve en el mismo sufrimiento común incluso a aquella parte de la creación que no es libre; y que la participación en la corrupción (φθορά) y en la gloria (δόξα) de la humanidad se expresará con una distinción y fuerza particular en la culminación de la historia (en su correspondencia con el principio de esa misma historia); y, en fin, que el mundo en su condición presente necesita una palingenesia (παλιγγενεσία) o regeneración, igual que la necesita la naturaleza corporal del hombre, antes de que ella venga a convertirse en objeto de felicidad por parte de Dios (cf. Rom 8).

      No puede sorprendernos por tanto el hecho de que, conforme a esta visión fundamental de la Escritura, el juicio de Dios venga a caer sobre Israel, y el hecho de que se describa como algo que influye también en la tierra (naturaleza), como algo que destruye no sólo la falsa gloria de la nación en sí, sino cualquier cosa gloriosa que existe en la realidad de su entorno, pues todas las cosas han sido creadas para servicio del amor de Dios a Israel, formando así una naturaleza a la que el pecado se adhiere de formas diferentes.

      Lo que el profeta anunciaba había comenzado a cumplirse ya en las guerras del tiempo de los asirios, pues en ese tiempo los bosques de cedro del Líbano estaban siendo talados sin cesar; las alturas y los valles de la tierra empezaban a ser pisados, abajados y convertidos en desierto. Por su parte, en el período de los grandes imperios, que comenzaron con Tiglatpileser, la Tierra Santa empezaba a convertirse en una sombra de su antigua belleza prometida.

      Is 2, 15-16

      `hr"(Wcb. hm'îAx-lK' l[;Þw> h:bo+G" lD"äg>mi-lK' l[;Þw> 15 `hD"(m.x,h; tAYðkif.-lK' l[;Þw> vyvi_r>T; tAYænIa\-lK' l[;Þw> 16

       15 sobre toda torre alta y sobre todo muro escarpado; 16 sobre todas las naves de Tarsis y sobre todos los objetos deseables.

      A la gloria de la naturaleza le sigue la de todo aquello que es alto y glorioso en el mundo de los hombres, como son las magníficas fortificaciones, los grandes edificios comerciales y los tesoros que sirven al placer de los hombres.

      Ozías y Jotán se esforzaron por servir a la larga, a Jerusalén y a la tierra, edificando fortificaciones para defensa y ataque, tanto en lugares altos como en lugares escarpados r"(Wcb., praerupti, de rc;B', abrumpere, secernere: romperse, dividirse. El cronista afirma, refiriéndose al rey Ozías (2 Cron 26), que él edificó fuertes torres sobre “la puerta del ángulo, la puerta del valle, y el extremo sur de la hondonada de los queseros”, y que fortificó esos lugares, que probablemente habían sido hasta entonces los puntos más débiles de Jerusalén; él edificó también torres en el desierto, probablemente en el desierto entre Berseba y Gaza, para aumentar la seguridad de la tierra y de los numerosos rebaños que pastaban en la hl'p'v., es decir en la Sefelah o zona baja del sudoeste de Palestina.

      Respecto a Jotán se dice, tanto en Reyes (2 Rey 15, 32) como en Crónicas, que él edificó la puerta superior del templo; y en Crónicas 27, 1-9 se añade que fortificó aún con más fuerza el ‘Ofel (lp,[o), es decir, el saliente sur de la colina del templo, y que edificó ciudades en las montañas de Judá, elevando castillos y torres en los bosques (para prevenir posibles ataques y rechazarlos). También Ezequiel se distinguió realizando tareas de ese tipo (2 Cron 32, 27-30). Pero la alusión a las naves de Tarsis nos lleva a los tiempos de Ozías y Jotán, y no a los de Ezequías (como hace Sal 48, 7, situándonos en el tiempo de Josafat), porque el puerto de mar de Elat, que fue recobrado por Ozías se perdió de nuevo para el reino de Judá durante el tiempo de Acaz.

      Barcos judíos navegaban desde Elat (tl;Þyae), a través del Mar Rojo, rodeando la costa de África hasta el puerto de Tartesos, el antiguo emporio fenicio de la región marítima regada por el río Betis (Guadalquivir), que tenía abundancia de plata, y desde allí volvían por los Pilares de Hércules (sobre el estrecho de Gibraltar, cf. M. Duncker, Geschichte des Altertums I-IV, Berlin 1852-1857, cf. I. 312-315). La expresión “barcos de Tarsis” se refería primariamente a esas naves que hacían las travesías más largas, aunque más tarde se aplicó probablemente a los barcos mercantes en general.

      La siguiente expresión (objetos deseables o de curiosidad: hD"(m.x,h; tAYðkif.) se ha tomado en un sentido muy restringido por aquellos que la aplican, como hacen ya los LXX, a los barcos ya citados, y a los estandartes hermosos, como hace Gesenius. La traducción de Jerónimo es correcta: “et super omne quod visu pulcrum est”, es decir, sobre todo aquello es hermoso a la mirada. La palabra hY"kif., de hkf, mirar, significa en general lo que se ve. Por lo tanto, el pasaje se refiere a todas las obras