también de hlg, pulir.
‒~ynIëydIS. son vestidos de “sindu o hindu” (σινδόνες), hechos de fino lino. Sindu, la tierra del Indo, era el nombre antiguo de la India22.
‒tApßynIC.h;w> son los turbantes (de pnc, convolvere), el paño de la cabeza, compuesto de tejidos enlazados de diversos colores, que rodean la cabeza.
‒~ydI(ydIr>h' son tocados (de ddr, “extendere, tenuem facere”), velos fino y delicados, como mantillas que se ponen sobre el resto de los vestidos
No se citan aquí calcetines (calzas) ni pañuelos. Los primeros se introdujeron desde Asia Menor, a través de Media, mucho después del tiempo de Isaías, y una dama de Jerusalén no podía pensar en utilizar pañuelos, como tampoco pudieron pensar en ellos, mucho más tarde, las griegas y las romanas. Tampoco el gran velo o “burka”, actualmente bastante utilizado, que cubre toda la cara, con la excepción de los ojos, formaba parte del atuendo de una mujer israelita en los tiempos antiguos23.
El profeta enumera veintiún diferentes tipos de ornamentos, la mayoría (es decir, dieciocho) de un tipo negativo, especialmente para los maridos de estas “muñecas de Estado”. No se observa en la enumeración ningún orden particular, ni de la cabeza a los pies, ni del vestido interior al exterior, sino que los vestidos se organizan “ad libitum”, dentro del conjunto.
Is 3, 24
tx;t;’w> ‘hP'q.nI hr"ÛAgx] tx;t;’w> hy<©h.yI) qm;ä ~f,Boø tx;t;’ •hy"h'w>
`ypiyO* tx;t;Þ-yKi qf'_ tr<gOæx]m; lygIßytiP. tx;t;îw> hx'êr>q' ‘hvq.mi hf,[]m;
En lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez, ropa vieja en lugar de cinturón, y cabeza rapada en lugar de rizos del cabello; en lugar de vestidos de gala, ceñimiento de ropas ásperas, y cicatriz de fuego en vez de hermosura.
Cuando Yahvé quite toda esta gloria, con la que estaban adornadas las mujeres de Jerusalén, ellas se convertirán en miserables prisioneras, desfiguradas por el mal tratamiento y la suciedad. qm;ä es la hediondez, como en Is 5, 24, el polvo de las cosas que se pudren, polvo que les cubrirá y que ellas tendrán que respirar, en lugar del perfume aromático de bálsamo (~f,Boø) y de las pomadas de buen olor en general. En vez del cinturón adornado de joyas (hr"ÛAg) tendrán que llevar una ropa vieja de prisioneras (hP'q.nI); esta última palabra no significa “herida”, como traducen los targumes y el Talmud, ni “harapos” en general, como supone Knobel (de qpn, percutere, perforare), sino la ropa que deberán ponerse como prisioneras.
En lugar de “rizos de cabello” o tirabuzones artísticos (‘hv,q.mi hf,Û[]m;) tendrán que llevar la cabeza rapada (hx'êr>q'). El texto se refiere a “rizos” no a ornamentos de oro para la cabeza, como traducen los LXX, aunque hv,q.mi se utiliza en otros lugar para significar un trabajo realizado en metal o madera. Pero aquí se refiere evidentemente a los “círculos” artificiales con los que se organiza el peinado, sea a los rizos que se hacen con un tipo de cucharitas especiales, o al peinado que se enrolla en nudos, que ellas tendrán que destrenzar y cortar, siguiendo las costumbres de luto (Is 15, 2; 22, 12), o por exigencia de su misma pena.
Ellas tendrán que vestir un qf'_ tr<gOæx]m;, es decir, una especie de túnica de saco, un tipo de blusón de pelo duro, ceñido a la piel, como el que encontró a. H. Layard en las pinturas de los bajorrelieves de Kouyunjik (el año 1849), en lugar del lygIßytiP., es decir, de la ropa lujosa de vestir. Finalmente, ellas llevarán una cicatriz de quemadura de fuego (yKi) en lugar de hermosura (ypiyO*)24.
La palabra yKi no es aquí una partícula (porque) como han entendido el Targum y otros traductores, sino que viene de hw"K', καἰειν, que significa quemar y quemadura, es decir, la marca de fuego que ponían los vencedores en la frente de los cautivos. De esta forma se invierten los elementos básicos del discurso, de forma que pasamos del orgullo y de la voluptuosidad anterior a la vergüenza y al llanto presente.
Is 3, 25
`hm'(x'l.MiB; %tEßr"Wbg>W WlPo+yI br<x,B; %yIt:ßm.
Tus varones caerán a espada y tus poderosos en la guerra.
El profeta se dirige ahora de un modo directo a la misma Jerusalén, pues “las hijas de Sión” están representadas por “la Hija Sión” en su condición actual, desesperada. La hija Sión pierde sus hijos, y de un modo consecuente las hijas de Sión pierden a sus maridos.
El plural ~ytim., varones (cuyo singular sólo aparece en la forma Wtm.), con la vocal de conexión W como un elemento componente de los nombres propios, se utiliza en forma de palabra de prosa en el Pentateuco; pero en la literatura posterior sólo aparece como arcaísmo poético. La palabra %tEßr"Wbg> (tu poder) puede intercambiarse con “los varones” en el sentido de ~yrIúb'G>, los poderosos, es decir los que poseen realmente el poder. En esa línea puede hablarse en latín de robur y robora (cf. Jer 49, 35).
Is 3, 26
`bve(Te #r<a'îl' ht'Q"ßnIw> h'yx,t'P. Wlßb.a'w> Wnða'w>
Entonces se entristecerán y estarán de luto sus puertas, y ella, desamparada, se sentará en tierra.
Lo que el profeta había profetizado a la hija de Sión aparece cumplido aquí, en Is 3, 26. Las puertas donde los maridos de las hijas de Sión, caídos ahora en la guerra, acostumbraban sentarse antaño en gran número, han venido a quedar en un estado de desolación, de manera que ellas pueden ser escuchadas lamentándose, en gesto de tristeza (Is 14, 31; Jer 14, 2; La 1, 4). Por su parte, la hija de Sión se encuentra tristemente abandonada, totalmente perdida, completamente privada de toda su población anterior. Y en este estado de la más triste viudedad u orfanato, caída de su altivo trono (Is 47, 1) de su gloria principesca (Jer 13, 18), ella se sienta sobre el suelo.
De esa forma aparece figurada Judea en las monedas de Roma, que fueron fundidas tras la destrucción de Jerusalén, en las que se le representa como a una mujer totalmente rota, sentada bajo una palmera, en actitud de desesperación, con un soldado de pie frente a ella, con una inscripción que dice: Judaea capta o devicta, Judea cautiva o vencida.
La traducción de los Setenta (καὶ καταλειφθἠση μόνη καὶ εἰς την̀ γῆν ἐδαφισθήση, cf. Lc 19, 44), es bastante adecuada al sentido del texto. Pero la palabra bve(Te no está en segunda persona, sino en tercera, y ht'Q"ßnI es la tercera persona del pretérito nifal, una forma pausal que aparece frecuentemente en conexión con pequeños acentos distintivos. La cláusula “se sentará en tierra” (bve(Te #r<a'îl') es un asíndeton, una construcción que es frecuente en casos en los que uno de los verbos define al otro y se expresa generalmente en forma adverbial (cf. 1 Cron 13, 2). Sobre el orden inverso de los términos cf. Jer 4, 5; Is 12, 6. Sión se sienta sobre el suelo en un estado de intensa despoblación.
ISAÍAS 4
Is 4, 1
Wnmeäx.l; rmoêale ‘aWhh; ~AYÝB; dx'ªa, vyaiäB. ~yviøn" [b;v, WqyzIx/h,w>
`Wnte(P'r>x, @soàa/ Wnyleê[' ‘^m.vi arEÛQ'yI qr:ª vB'_l.nI WnteÞl'm.fiw> lkeêanO
En aquel tiempo, siete mujeres echarán mano de un hombre, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan y nos vestiremos de nuestras ropas. Permítenos solo que tu nombre sea nombrado sobre nosotras. ¡Quita nuestra deshonra!
La división de capítulos resulta aquí equivocada, ya que este verso es la conclusión de la profecía sobre las mujeres, y la sección conclusiva de todo el discurso empieza sólo en Is 4, 2.
Cuando la guerra haya devorado de esa forma tan intensa a los varones de Sion, se producirá un efecto muy innatural, es decir, que las mujeres irán en busca de maridos, y no que los hombres vayan en busca de mujeres. Las hijas de Sión eran orgullosas, y cada una de ellas creía ser la más grande, como mujer de tal y tal hombre importante, y cada una se creía objeto deseado de muchos pretendientes.