Franz Julius Delitzsch

Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Isaías


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giraban con tal velocidad y superaban cualquier obstáculo con tal violencia que no parecía meramente que caballo y carro estuvieran impulsados por un torbellino, sino que ellos mismos formaban un gran torbellino (Is 66, 15; Jer 4, 13). Nahúm 2, 5 les compara con el rayo.

      Hasta aquí la descripción ha ido moviéndose como a través de marchas forzadas, en cláusulas de dos a cuatro palabras cada una. Ella cambia ahora y toma un ritmo pausado, lento, lleno de gravedad, pasa saltar de nuevo, tras unas pocas frases y lanzarse como una fiera salvaje hacia su presa.

      Is 5, 29

      `lyCi(m; !yaeîw> jyliÞp.y:w> @r<j, ê zxeäayOw> ‘~hon>yIw> ~yrIÜypiK.K; Îga;’v.yIÐ ¿ga;v'w>À aybi_L'K; Alß hg"ïa'v.

       Su rugido será como de león; rugirá como los cachorros de león, y crujirá los dientes y arrebatará la presa y se la llevará y nadie se la quitará.

      Los futuros que siguen a las dos primeras palabras (Alß hg"ïa'v: su rugido, el rugido para él) que es equivalente a un futuro mantienen la rapidez de cada uno de los elementos de la descripción, como para que puedan ser contemplados de un modo prolongado. El león ruge con ansia por su presa, y así resuena ahora el grito de guerra deseoso de sangre de los enemigos, que el profeta compara con el rugido de un león (de unos leones jóvenes, ~yrIÜypiK.) en la plenitud de su fuerza. El león aparece descrito con su nombre poético de aybil', y a su rugido le sigue como un crujido de dientes: ‘~hon>yIw>, y crujirán, de ~hn, fremere, lo que indica que los leones se están preparando para el asalto.

      El profeta escucha de esa forma el murmullo bajo y ominoso del ejército, que está ya preparado para la batalla. Pero él ve también inmediatamente después que el enemigo arrebata su presa y la lleva, de manera que no podrá recuperarse, pues la coloca un lugar de seguridad (cf. Miq 6:14). La presa (cazada y llevada) a la que el texto se refiere es Judá, y el hecho de que el profeta no la mencione pertenece al tenebroso y misterioso carácter de esta profecía. En el verso siguiente (Is 5, 30) se suprimirá también el objeto, como si el profeta no pudiera dejar que llegara a sus labios.

      Is 5, 30

      ‘#r<a'’l' jB;ÛnIw> ~y"+-tm;h]n:K. aWhßh; ~AYðB; wyl'²[' ~hoïn>yIw>

      p `h'yp,(yrI[]B; %v:ßx' rAaêw" rc:å %v,xoê-hNEhiw>

       Y bramará sobre él en aquel día como bramido del mar; entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tribulación e iluminación, y vendrá la oscuridad sobre su cielo de nubes.

      El sujeto de “bramará” (~hoïn>yI) es la masa de los enemigos, y al añadir “sobre él” (wyl'²[) y al decir que él mirará (jB;ÛnI), en nifal (forma que sólo aparece aquí, en lugar del hifil), el profeta tiene en su mente a la nación de Judá, sobre la que cae el enemigo, con un estrépito que se parece al bramido de un océano, es decir, de una forma sobrecogedora, como la del mar airado. Por su parte, cuando el profeta mira hacia la tierra, es decir, a su propia tierra, sólo descubre oscuridad, una oscuridad que ha tragado, devorado, todo lo que antes había de sonrisa y gozo. Y entonces ¿qué podrá hacerse?

      La palabras siguientes (rAaw" rc:å) han sido traducidas de diversas formas: como luna y sol (según algunos expositores judíos) o como “granizo y rayo”, según Dreschler, pero traducciones como ésta y otras semejantes están muy alejadas del uso normal del lenguaje. Por otra parte, la separación de las dos palabras (una concluyendo la frase anterior y otra comenzando la siguiente), como si dijera “oscuridad de tribulación y el sol se volverá oscuro”, tal como han hecho Hitzig, Gesenius y otros, se opone a la impresión causada por los dos monosílabos, por la que se supone que ambos están conectados.

      La explicación más simple del texto consiste en tomar la palabra rc:å en su sentido ordinario de luz, y conectar las dos palabras entre sí, de un modo intenso. Así lo indica la traducción que hemos ofrecido, diciendo que rAaêw" rc:å significa “tribulación e iluminación”, en rápida sucesión, de forma que pasamos de una cosa a la otra, como de la noche a la mañana (Is 21, 12). Este par de palabras forma una cláusula admirada, en forma de interjección, que tiene este sentido: Cuando se produzca la oscuridad anunciada sobre la tierra de Judá, esto no será el fin de todo, sino que seguirá habiendo todavía una alternancia de ansiedad y de iluminaciones de esperanza, hasta que al final se produzca la oscuridad total en el cielo nebuloso de la tierra prometida.

      La palabra h'yp,yrI[], cielo nublado, es un término que aparece sólo aquí. Se deriva de pr[, que es gotear, caer una llovizna, y de aquí deriva lp,r"[], oscuridad. El sufijo final de la palabra h'yp,yrI[]B;, (h') se refiere sin duda a la tierra (#r,a,), significando a veces su totalidad, y otras veces una parcela de ella (en especial la de Israel) como parte de la totalidad.

      El profeta predice aquí que antes de que la ruina llegue a dominar totalmente sobre Judá habrá aproximaciones de oscuridad, en medio de las cuales aparecerá de vez en cuando un momento de liberación. La gracia va intentando penetrar una y otra vez, hasta que al final se colme la medida de la iniquidad y termine para siempre el tiempo del arrepentimiento.

      La historia de la nación de Judá fue desplegándose de acuerdo a esta ley, hasta que llegó la destrucción de Jerusalén por los romanos. Las tribulaciones del tiempo de los asirios, y la milagrosa luz de la ayuda divina que se expresó en la destrucción del poder militar de Senaquerib fueron sólo un doloroso punto de partida, siempre abierto, sin embargo, hacia un despliegue histórico de esperanza que terminó en la total oscuridad, que sigue dominando ahora a lo largo de casi dos mil años sobre el judaísmo.

      Recopilación y esquema general

      De esta forma concluye el tercer discurso profético. Ese discurso comenzaba con una parábola que contenía in nuce la historia de Israel, y termina con un emblema (el pendón de 5, 26) que simboliza el cumplimiento gradual pero inexorable (judicial y penal), de la parábola. De todas formas, este tercer discurso es en sí mismo tan completo como el segundo. El hecho de que haya alusiones de un discurso al otro significa que la base histórica y el desarrollo es el mismo.

      A lo largo de la exposición ha ido siendo cada vez más evidente y seguro que este discurso ha de vincularse al tiempo de Ozías y Jotán, un tiempo de paz, de fuerza y de riqueza, pero también de orgullo y de lujuria. La gran carnicería de la guerra siro-efraimítica, que estalló al final del reinado de Jotán, y las diversas complicaciones que el rey Acaz introdujo entre Judá y el poder imperial mundano, culminaron eventualmente en la destrucción del primer reino (de Samaría).

      Las cinco épocas distintas de la historia de los reinos del mundo (de los grandes imperios), de las que la guerra siro-efraimita fue un preludio, estaban aún escondidas para el profeta en el seno del futuro. En ese contexto, las descripciones de las grandes masas de pueblos, que iban a desplegarse y avanzar sobre Judá desde muy lejos, estaban aún envueltas en unos términos generales, tan indefinidos y misteriosos, que todo lo que nosotros podemos decir es que lo que sucedería al pueblo de Dios por parte del poder imperial durante los cinco grandes y extensos períodos de invasión y juicio que iban a desarrollarse muy pronto (es decir, la invasión asiria, caldea, persa, griega y romana) estaban empezando a expresarse ya en la niebla del futuro, presentándose inicialmente a los ojos del profeta, para avanzar después en el conjunto del Antiguo Testamento.

      Pues bien, ya en el tiempo de Acaz se transformó, en esa línea, y se actualizó el carácter de la profecía. Fue entonces cuando la relación cambiante en que Israel estuvo con el poder imperial asumió en general sus primeros rasgos concretos, en la forma de una dependencia distinta y más honda respecto de Asur (Asiria). Y desde este momento en adelante, en la boca del profeta, el poder imperial no es ya más una cosa majestuosa pero innominada, pues aunque la noción del poder imperial no estaba todavía plenamente “encarnada” en Asur, ese poder recibió el nombre de Asur, y Asur fue su representante. En este contexto se suscitan varias cuestiones importantes.

      (1)De todo lo anterior sigue necesariamente que Is 2-4 e Is 5 pertenecen a los tiempos anteriores a Acaz, es decir, a los de Ozías y Jotán. Pues bien, si Is 2-4 y e Is 5 surgieron bajo Ozías y Jotán ¿cómo pudo recoger Isaías Is 2, 2-4 y repetir palabra a