Tian Tao

Huawei


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que es precisamente lo que los consumidores quieren. Una vida simple es buena, pero un poco de arte la hace aún mejor.

      Fundamentalmente, la tecnología y los productos no están en el corazón del éxito de Apple, sino en el espíritu humanista de Steve Jobs y su excesiva sensibilidad hacia los clientes. Sin Jobs, la pregunta es: ¿quién mantendrá a la compañía enfocada en los clientes y quién más tendrá la capacidad natural de ver directamente en sus corazones? Bajo el liderazgo de Tim Cook, Apple enfrentará grandes desafíos.

      La caída de los «imperios centenarios»

      Una era donde el cambio ha superado nuestra capacidad de adaptación

      Desde la década de los noventa, la historia empresarial ha sido brutal, rayando en lo francamente grotesco. Si la Revolución Industrial comenzó con un saqueo violento y una conquista abiertamente cruel, el mundo comercial de hoy, en una era de globalización e informatización, también está inmerso en una guerra no menos sangrienta. Esta guerra es aún de mayor escala y más catastrófica. En resumen, las últimas dos décadas han sido una gran debacle. La industria de las telecomunicaciones, por ejemplo, ha dado un vuelco y luego ha dado otro. Esta verdadera montaña rusa de disrupción ha sacudido a todos los involucrados, tanto participantes como testigos por igual, hasta su esencia misma.

      Tomemos como ejemplo a Lucent Technologies, nombrado por el MIT Technology Review como la mejor compañía de tecnología del mundo en el campo de las telecomunicaciones durante dos años consecutivos. En enero de 1999, la compañía tenía un valor total de mercado de 134,000 millones de dólares y el precio de sus acciones estaba en un nivel récord de 84 dólares. Sin embargo, en septiembre de 2002, el precio de sus acciones no superaba el valor de un dólar estadounidense y su capital accionario fue calificado como basura. En sus mejores años, la compañía tuvo 153,000 empleados, pero en ese momento se habían reducido a 35,000. Finalmente, Lucent Technologies se fusionó con Alcatel en 2007. Sin embargo, no le fue bien a este conglomerado. Después de la fusión, Alcatel-Lucent sufrió una disminución en los ingresos y pérdidas continuas durante cinco años consecutivos, por un monto de 12,400 millones de dólares. Fueron forzados a recortar empleos. Peor aún, la compañía estuvo implicada en escándalos financieros y conflictos culturales. Pasaron de arriba a abajo más rápido que el propio rayo.

      Motorola comparte una historia similar. La empresa fue aclamada alguna vez como una impresora de dinero en la industria de las telecomunicaciones. Fundada en 1928, Motorola se distinguió como una pionera de la innovación. Desarrolló el primer prototipo de teléfono celular del mundo y el primer teléfono móvil disponible comercialmente. Motorola es, sin duda, el padre de los teléfonos móviles. Pero el mercado fue implacable. En 2001, su año pico, Motorola tenía aproximadamente 150,000 empleados, pero a fines de 2003 este número había caído a 88,000. En esa misma época, Huawei solo tenía 30,000 empleados. Hoy, Huawei tiene tantos empleados como Motorola tenía en su apogeo.

      Una autoridad en el tema de las telecomunicaciones Asia-Pacífico alguna vez comentó que la década de noventa fue una «Era Neolítica» en la historia de las telecomunicaciones, y que quien se apoderó de esa década se haría cargo del mundo: «Si no fuera por esos diez años, Motorola habría mordido el polvo hace mucho tiempo. Esa década no solo salvó a un grupo de viejas compañías occidentales como Motorola, sino que también permitió el desarrollo de Huawei, una compañía severamente ignorada por Occidente. Durante mucho tiempo, los estadounidenses no vieron a las empresas chinas como sus competidores. Para ellos solo estaban los europeos y los japoneses...».

      El 15 de octubre de 2011, Google compró Motorola Mobility a un precio de 12,500 millones de dólares, y casi al mismo tiempo, en 2012, Huawei decidió contratar a 28,000 nuevos empleados. En 2012 y 2014, Google revendió su negocio de decodificadores y teléfonos móviles, ambos fuera de las principales patentes de Motorola, a Arris y Lenovo, respectivamente.

      ¿Eso significa que Motorola ha llegado al final de su línea? ¿O volverá a ingresar al sector como parte de una empresa del Oriente? Solo el futuro puede decirlo.

      No hay un lugar seguro en el mundo. En 2006, Nokia de Finlandia y Siemens de Alemania anunciaron que las compañías fusionarían sus negocios de equipos de tele­comunicaciones para crear una de las firmas de sistemas de redes más grandes del mundo, Nokia Siemens Networks. Han pasado varios años y este elefante también ha sufrido el desafortunado destino de su especie, sirviendo como prueba de que uno más uno es, de hecho, menos de dos. A fines de 2013, Huawei se hizo cargo de la posición de Ericsson como número uno y se convirtió en un líder similar en la industria global de telecomunicaciones.

      En abril de 2015, Nokia anunció un plan para adquirir Alcatel-Lucent por 15,600 millones de euros. Los analistas predijeron que la escena de los proveedores de telecomunicaciones globales vería una competencia entre tres grandes potencias: Huawei, Nokia y Ericsson.

      Como dice un refrán chino, cada generación tiene sus héroes y cada uno puede liderar el camino durante décadas. En estos días, sin embargo, la influencia puede desaparecer después de solo unos pocos años. Las flores de primavera florecen fuertes y brillantes, sin embargo, el suelo se cubre de hojas amarillas, casi de la noche a la mañana.

      Definitivamente ha llegado una época en la que el cambio supera nuestra capacidad de adaptación.

      ¿Voluntad del capital o voluntad de los clientes?

      Muchos analistas creen que la caída de Lucent Technologies se debió al estallido de la burbuja de telecomunicaciones en 2001. Algunos estudiosos atribuyen el declive de Motorola a su arrogancia, lo que la llevó a malas decisiones y a la incapacidad de resurgir. Hasta cierto punto tienen razón, pero no se han hecho la pregunta clave: ¿cuáles eran los valores fundamentales de estas compañías? ¿Se basaban en los clientes o en algo más?

      Paul Galvin, fundador de Motorola, nunca creyó que las ganancias fueran el único o el más importante objetivo de la compañía. En cambio, creía que la misión de la empresa era mucho más noble que obtener una ganancia. Asimismo, su hijo Bob Galvin, al enfrentar los desafíos provocados por las compañías japonesas de semiconductores en la década de los ochenta, también enfatizó que la eficiencia no era lo más importante, sino tener una buena comprensión del futuro. Como resultado, Motorola pudo crear un producto revolucionario que atendía las necesidades de los clientes: teléfonos móviles comercializables. Según Bob Galvin, la clave del éxito de una empresa era que todos trabajaran para lograr el mismo objetivo y atender de forma proactiva a sus clientes. Esta es exactamente la razón por la cual Motorola pudo pasar de buena a excelente. Pero cuando la empresa se desvió de este principio, inevitablemente se deslizó de la grandeza a la mediocridad.

      En 1991, Motorola decidió invertir en un sistema de comunicaciones global: el Proyecto Iridium. Sin embargo, el proyecto sobrevivió menos de una década. En marzo de 2000, Iridium Satellite LLC se declaró en quiebra, con una pérdida de Motorola de 5,000 millones de dólares. Iridium Satellite fue una vez muy aclamado como una herramienta de comunicación revolucionaria, pero se vio obstaculizada por la falta de suscriptores y un arancel prohibitivamente alto. El proyecto no había avanzado y esto fue un parteaguas para Motorola. En ese momento, Motorola no solo se había vuelto insensible a las necesidades de los clientes, sino que también se había encerrado en una torre de marfil creada por ella misma. La compañía se alejó del sentido común que dice que el cliente es el rey y, en vez de ello, creyó en la omnipotencia de la tecnología.

      Muchas otras compañías que fallaron o desaparecieron se comportaron de la misma manera. Fundada en 1996, Lucent Technologies fue una de ellas, y su caída fue aún más impactante. Anteriormente era una división de AT&T y había sido una favorita entre los inversionistas desde el principio. La afluencia de inversiones, sin embargo, empujó a la empresa hacia un camino de expansión utilitaria. En seis años, la compañía adquirió 36 empresas con el objetivo de un crecimiento rápido. Lucent participaba de forma activa en una carrera de ganancias para satisfacer el deseo interminable del mercado de capitales. El resultado fue una organización flotante con culturas diversas e incompatibles, y finalmente llegó la impactante debacle.

      Lucent Technologies se debatió entre el utilitarismo y el idealismo. Por un lado,