Charles A. Walker

De Túpac Amaru a Gamarra: Cusco y la formación del Perú republicano


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el campamento y pudieron rechazar un asalto de madrugada; Del Valle creía que, sin la advertencia, sus fuerzas hubieran sido diezmadas, en “un teatro tan lastimoso y desgraciado como el de Sangarará”.164 El 23 de marzo, el grueso de las fuerzas realistas se ubicó en las afueras de Tinta, cerca de Sangarará. En los días siguientes ambos lados sufrieron a causa de un clima inusualmente frío, pues la nieve cayó sobre los soldados que estaban pobremente protegidos. Igualmente, las reservas de alimentos se habían reducido en forma considerable. Las fuerzas realistas cercaron el campamento rebelde en Tinta con el fin de que se rindieran por hambre y el 5 de abril los rebeldes intentaron quebrar el cerco, pero fallaron en el intento. Túpac Amaru pudo escapar, cruzando el río Combapata hacia el pueblo de Langui, donde creía que el coronel Ventura Landaeta lo ocultaría. Sin embargo, ansiosos por reclamar la recompensa de 20 000 pesos, un grupo de soldados lo siguió y, finalmente, el 6 de abril fue capturado. El 14 de ese mismo mes, soldados bien armados marchaban hacia la ciudad del Cusco con Túpac Amaru, Micaela, otros miembros de la familia, y varios dirigentes de la rebelión.165

      La captura de José Gabriel y su círculo más cercano no puso fin a la rebelión. Diego Cristóbal asumió el liderazgo y trasladó la rebelión hacia el sur, a la zona del Lago Titicaca y el Alto Perú, y Andrés Túpac Amaru, primo lejano, también comandaba fuerzas importantes. De hecho, las proclamas de Diego Cristóbal eran más manifiestamente anticoloniales que las de José Gabriel, y las acciones de los rebeldes también se habían radicalizado, pues atacaban a grupos no-indígenas que no habían sido tocados en la fase de Túpac Amaru. Así, la violencia por parte de las fuerzas rebeldes y las fuerzas realistas alcanzó nuevos niveles. En el Alto Perú, Julián Apaza tomó el mando de la rebelión de Katari luego de que Tomás Katari fuera asesinado en enero de 1781. Si bien las fuerzas combinadas, kataristas y túpacamaristas, sitiaron la ciudad de La Paz en julio y nuevamente en agosto de 1781, las tensiones entre ellos impidieron su unificación, pese a lo cual en el Alto Perú y en la zona del Lago Titicaca la sublevación continuó hasta 1783. Sin embargo, en la zona de Cusco, la captura y ejecución del alto mando significó el fin del levantamiento.

      El significado de Túpac Amaru

      Tampoco debe presentarse a la mayoría de combatientes como seguidores de sempiternas prácticas andinas de violencia “irracional”, pues ellos luchaban a causa de la prolongada aversión frente al colonialismo español, personificado por el corregidor y otras autoridades, quienes durante la rebelión fueron con mucha frecuencia el blanco de los ataques. Su desilusión había aumentado en los últimos años debido a crecientes demandas del Estado en medio de un estancamiento económico de Cusco. Para llegar a una total comprensión de la conducta rebelde es necesario analizar los conflictos locales y las prácticas políticas, pues los insurgentes no eran seguidores insensatos de un líder carismático. No obstante, aunque no siempre concordaban, el liderazgo y las fuerzas rebeldes compartían el objetivo de derrocar al colonialismo español.

      Las tres interpretaciones del levantamiento que se han señalado en la introducción contribuyen a su comprensión y, de hecho, se requiere combinarlas. La opinión que lo califica de “precursor” interpreta correctamente que la rebelión era anticolonial. Sin embargo, hay que señalar que entre 1780 y el período de la Independencia (1810-1825) Perú y España cambiaron radicalmente. Más aún, también debe tomarse en cuenta la relación entre el levantamiento de Túpac Amaru y la larga campaña por la Independencia. Como se verá en los siguientes capítulos, la Gran Rebelión agudizó las tensiones raciales en el Perú, lo que hizo más difícil un movimiento multiétnico. Las interpretaciones que ponen el énfasis en la identidad inca insisten correctamente en que esta constituyó el símbolo más importante de la rebelión; no obstante, se requiere ver este simbolismo desde la perspectiva de las “tradiciones inventadas” y no como remembranzas elementales. El pueblo de Cusco recordaba y rememoraba en diferentes formas a los incas, cuya incorporación no necesariamente contradice o impide un proyecto más moderno, o “nacional”. Finalmente, la interpretación de “Viva el Rey” sitúa correctamente a la rebelión de Túpac Amaru en una tradición de negociación de derechos. En la década de 1770, cuando el visitador Areche implementaba las crecientes exigencias de los Borbón, esta estrategia había llegado a sus límites. Y a pesar de su discurso moderado y casi confuso, Túpac Amaru no estaba negociando, sino que intentaba derrocar el Estado. Por otro lado, la rebelión de Túpac Amaru debe ser comprendida a la luz de la cultura política del siglo XVIII: tensiones en aumento que se hicieron evidentes en el creciente número de revueltas, las diversas invocaciones a los incas, y el surgimiento de nuevas corrientes ideológicas y políticas. Se trataba de un movimiento protonacional que enfrentaba las contradicciones del colonialismo en los Andes y, a la vez, se veía socavado por ellas.

      ¿Por qué fueron derrotados? Es necesario considerar una serie de factores. En términos estrictamente militares, están la superioridad española en armamento y la vacilación de José Gabriel para atacar el Cusco. Flores Galindo indaga en factores más importantes, como el hecho de que las divisiones al interior de la sociedad colonial, si bien de alguna forma incitaron el levantamiento, también condujeron